OPINIÓN

Cuando los marines vengan a Colombia

Si conocen a un señor que, cuando escucha la palabra corrupción, reacciona con la interjección “jijiji” (hihihi, en inglés), tómenlo en serio: puede ser el fiscal general de la Nación.

Daniel Samper Ospina, Daniel Samper Ospina
2 de febrero de 2019

Apreciados marines:

Como conocimos de su inmimente desembarco en nuestras playas gracias al funcionario norteamericano -parecido al doctor Chapatín- que anotó en su bloc, a modo de memo, el envío de cinco mil de ustedes a Colombia, redacté este manual de instrucciones con el fin de hacer que su visita, invasión o lo que tengan en mente adelantar, les resulte una experiencia placentera. Tomen nota:

El presidente de Colombia se llama Iván Duque. Es normal:

1. Que los ministros de su despacho lo llamen “presidente Uribe”.

2. Que toque guitarra en los momentos sociales más convulsos del país.

3. Que haga la veintiuna ante las cámaras de televisión.

4. Que practique trucos de magia ante desprevenidos traunseúntes.

5. Que utilice la expresión “se acabó la guachafita” (watch-a-feet-a, en inglés) cuando el ejército mata al cabecilla de una disidencia, cuya muerte anuncian varias veces, y a cuyo padre le sale negativa la prueba de paternidad.

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También es normal que su ministro de Defensa bostece durante las ruedas de prensa en que debe detallar atentados terroristas, y que en dichos detalles narre la existencia de perros antiexplosivos que no ladran y mochos que manejan carros a 360 kilómetros por hora, con el Soat en regla.

Ahora bien, si se les acerca un hombre folclórico, de vociferante acento paisa y vestimenta graciosa, puede tratarse, ora de Suso el Paspi, ora del expresidente Álvaro Uribe. Si se trata de Suso el Paspi, pierdan cuidado: a lo sumo los invita a su programa de televisión y les hace chistes sobre su novia Jessica Yumeini, y su ciudad de origen, Chupamestepenco. En tal caso, deben reírse, por elemental cortesía. Si, de otra manera, se trata del expresidente Uribe, el asunto es más delicado.

En el senador Uribe es normal:

Que se enfunde en unos crocs, tome un megáfono y promueva guerras de cualquier tipo.

Que sea grabado mientras advierte que el presidente Duque debe enderezar.

Si conocen a un señor que, cuando escucha la palabra corrupción, reacciona con la interjección “jijiji” (hihihi, en inglés), tómenlo en serio: puede ser el fiscal general de la Nación.

Que por “enderezar” comprenda llenar el país de cooperantes civiles armados, como hace varios años, en desconsiderado gesto paraco… para-con las nuevas generaciones.

Planes para hacer: Colombia es un país mágico, de bellos paisajes y hermosos atardeceres. En su invasión podrán gozar de nuestra fauna; cazar por deporte caimanes aguja, y observar ballenas y excandidatos presidenciales en la costa Pacífica.

El cambio frente al peso es bastante favorable; no obstante, ahorren para tomarse un jugo de mandarina en los restaurantes del parque de la 93.

En Colombia es normal: recibir fajos de billetes y contarlos mientras a uno lo graban; guardar el dinero en tarros de galletas, y que asesinen a 430 líderes sociales por líos de faldas.

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Es posible que en su estadía deban transitar por la vía al Llano a la altura del puente de Chirajara, o pasar por el túnel de La Línea: no tomen represalias. No ha habido bombardeos. El estado de semidestrucción y abandono de las obras públicas es natural: así nacieron.

Para tener en cuenta:

Aunque la vicepresidenta se refiera en sus declaraciones únicamente  a Venezuela, es la vicepresidenta de Colombia. Es normal que censure las decisiones soberanas de algunos países europeos.

Si conocen a un señor que, cuando escucha la palabra corrupción, reacciona con la interjección “jijiji” (hihihi, en inglés), tómenlo en serio: puede ser el fiscal general de la Nación.

Si deben asistir a la Fiscalía, vayan con la cantimplora llena.

Si de todos modos quieren agua, pidan un bono al ministro de Hacienda: de esa forma podrán enriquecerse para comprar un jugo de mandarina en el parque de la 93.

Si el batallón donde los asignan queda en Bogotá, no traigan camuflado, es innecesario: el alcalde de la ciudad taló todos los árboles.

Si los asignan en cualquier lugar del campo colombiano, activen el seguro médico porque tendrán que respirar glifosato.

Otra observación: no muerdan la mano que les da de comer, especialmente si Juan Pablo Bieri les ofrece producir un programa en Señal Colombia (una nueva versión de Platoon, por ejemplo, o de Mash) para transmitirlo a las tres de la mañana.  

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Importante: no se sorprendan si meten a la cárcel La Modelo al director de la cárcel La Modelo: hace parte de la paradoja nacional. Hace poco terminó preso por corrupto el fiscal anticorrupción. Tampoco se preocupen por protocolos de ingreso o salida, porque en Colombia no se cumplen. No saquen el celular en la calle. Para que no los chucen, comuníquense con sus familias vía carta, pero eviten enviarla por la empresa 4/72.

Marines: bienvenidos a Colombia. Si el país resulta agobiante aún para ustedes, pidan traslado a un destino menos insólito. Puede ser Irak, por ejemplo; puede ser Siria. Puede ser, incluso, Chupamestepenco.

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