OPINIÓN

La pistola perdida de Pablo Escobar

El coronel puede agregar ahora a su palmarés delincuencial hurto, peculado y manipulación de evidencia.

Daniel Coronell, Daniel Coronell
6 de mayo de 2017

La mítica pistola Sig Sauer de Pablo Escobar está perdida. En el museo de la Policía Nacional tienen la ropa que vestía cuando lo mataron, su reloj dorado y otra pistola marca Glock que quedó –sin disparar– al lado del cuerpo. Sin embargo, su arma favorita, la que disparó ese día y que mantuvo por años al alcance de su mano, no está allá. El director del museo, el veterano mayor Humberto Aparicio, me aseguró esta semana que la Sig Sauer jamás estuvo entre los objetos de Escobar entregados a su custodia.

Esa es la mala noticia. La buena es que hace unos pocos días tengo en mi poder la prueba reina que muestra quién se quedó con ella y cuándo se la robó.

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La referencia más antigua sobre la existencia de esa pistola tiene fecha exacta: el miércoles 19 de junio de 1991. Ese día Pablo Escobar se entregó a la Justicia, y para demostrar su ‘voluntad de sometimiento’ sacó de su pretina la Sig Sauer, le extrajo el cargador de 13 tiros y se la dio al entonces procurador general, Carlos Gustavo Arrieta.

El doctor Arrieta me contó esta semana, 26 años después, que tan pronto recibió el arma la entregó a un uniformado que estaba a su lado –dice que quizás se trataba del director de la cárcel– para que fuera relacionada en el acta judicial de sometimiento de Escobar.

Nadie sabe cómo, pero la Sig Sauer volvió a manos de Pablo Escobar.

Un confidencial de la revista SEMANA de enero de 1994 asegura que “Tan pronto se volvió el amo de La Catedral la recuperó y la tuvo siempre con él hasta el día de su muerte”.

Las fotos forenses del levantamiento muestran las dos pistolas al lado del cuerpo: la Sig Sauer, cerca de su mano, con una sola bala en el proveedor, y la Glock, sin disparar, dentro de una cartuchera.

La controversia sobre el autor del disparo que acabó con la vida de Pablo Escobar ha persistido por casi tres décadas. El jefe paramilitar Carlos Castaño aseguraba que era él al mando de un grupo de Los Pepes; Don Berna también lo atribuye a Los Pepes, pero dice que quien disparó fue su hermano Rodolfo, alias Semilla; y el coronel Hugo Aguilar, entonces mayor del bloque de búsqueda, lo reclama para él.

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La versión más reciente –y creíble– es la del vicepresidente Óscar Naranjo. Él desmiente que haya sido Hugo Aguilar el autor de ese disparo. En el libro El general de las mil batallas y ante la pregunta de Julio Sánchez Cristo“¿Quién le pegó el tiro final a Escobar?”, el general responde:

“Para ser preciso, un miembro de la Policía que en la historia muy cerrada de la institución y con el ánimo de protegerlo se le ha conocido siempre como Sangre e’yuca, por su apariencia muy blanca, perteneciente al Bloque de Búsqueda, fue quien atravesó la humanidad de Escobar con un tiro de fusil”.

Lo que nadie discute es que Hugo Aguilar fue el primero en llegar a tomarse la foto-trofeo al lado del cadáver de Pablo Escobar.

En el libro Así maté a Pablo Escobar, donde el coronel Hugo Aguilar da su versión de los hechos, relata lo que –según él– sucedió en los segundos posteriores a la muerte de Escobar: “Me acerqué sigilosamente, retiré con el pie la pistola, guardé la mía, lo cogí de la camisa, le miré bien la cara y sobre todo las cejas, le quité el reloj y lo detuve a las 3:20 de la tarde. (…) Tomé el radio y grité ‘Viva Colombia. Murió Pablo Escobar’”.

En el año 2002 una productora del Grupo Prisa de España decidió hacer un documental sobre Pablo Escobar que nunca fue publicado. Uno de los entrevistados fue el coronel Hugo Aguilar, quien firmó una autorización para publicar sus declaraciones sin salvedades.

Las cintas de video estaban en un archivo muerto en Lisboa, Portugal. Hace dos semanas fueron recuperadas con la ayuda de los actuales dueños de los derechos y el apoyo de SEMANA.

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En el video el coronel Hugo Aguilar, el mismo que años después fuera condenado por parapolítica, confiesa: “La pistola de Pablo yo la cambié. Yo hice dos cosas: paré el reloj, lo quité y lo entregué mediante un oficio (…) eso reposa en el museo de la Policía y la pistola sí se la cambié. Por la historia de la pistola yo la conservo. Yo tenía la pistola que yo tenía, y yo se la tiré a él y yo cogí la pistola de él. Yo la conservo”.

La Sig Sauer que se refundió en poder de las autoridades no era, pues, la de Escobar, sino la de Aguilar, quien se quedó con la del capo.

El coronel puede agregar ahora a su palmarés delincuencial hurto, peculado y manipulación de evidencia. 

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