Opinión
De la contracción a la oportunidad: resiliencia energética para el desarrollo nacional
Aunque expone un 2025 prometedor, el reciente informe anual de Campetrol demuestra los desafíos por los que la industria tuvo que pasar en el 2024. La exploración es de suma importancia para garantizar una soberanía energética estable.
El 2024 fue un año que puso a prueba la resiliencia del sector energético en Colombia. Además de los señalamientos y discursos, incluso desde el gobierno, con los que tenía que ir contracorriente, la industria enfrentó retos complejos como la disminución en la actividad de perforación y número de taladros en uso, la caída en la producción de gas, una menor Inversión Extranjera Directa (IED) y las consecuencias por las repetidas alteraciones al orden público. No obstante, el desafiante balance de fin de año también permite vislumbrar en el horizonte un camino prometedor hacia un 2025 con más oportunidades para el sector petrolero.
El reciente informe anual de Campetrol indica la magnitud del impacto que sufrió la industria durante el 2024. La actividad de taladros ha experimentado una contracción del 33% con respecto al pico postpandemia de noviembre de 2022. La suspensión de 51 taladros en el país, tanto de perforación como de reacondicionamiento, ha permitido la perdida estimada de 27.625 empleos, tanto directos como indirectos. No siendo poco, el panorama insiste en la necesidad de políticas que favorezcan el desarrollo económico que recuperen lo perdido y detengan el ineficaz “decrecimiento” del que tanto habló la exministra Vélez.
Asimismo, la producción de gas en Colombia también sufre alteraciones en su comportamiento. Según cifras de la Asociación Nacional de Hidrocarburos (ANH), se registró un ´promedio de 981 millones de pies cúbicos por día (MPCD) entre enero y agosto de 2024, es decir, una disminución del 7,7% en su producción respecto al mismo periodo del año anterior. Los costos energéticos aumentarían, a pesar de las promesas de reducirlo, si la producción local de gas es insuficiente, pues dependeríamos más de las importaciones. Bajar el precio por medio del control de precios puede ser contraproducente entre más se pierda la oferta nacional.
Por otro lado, los intermitentes bloqueos, en especial durante el paro nacional de transportadores entre agosto y septiembre del 2024, afectaron no solo la normalidad de las operaciones sino la confianza de los inversionistas. Los datos expuestos por el gremio exigen un entorno más predecible para el sector en el que no haya indiferencia o imposición sino diálogo por parte del gobierno.
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Las cifras de la IED petrolera hablan por sí solas sobre la inestabilidad con la que ven al sector en Colombia: hubo una caída del 30% en el acumulado de los tres trimestres de 2024 frente al 2023. Son $779 millones de dólares (MUSD) menos que en 2023, lo cual demuestra una pérdida de confianza considerable frente al panorama actual. ¿Causantes?: El tema político no es el único elemento por considerar, también el estado actual del orden público, la proyección económica y el ambiente social.
Sin embargo, la neblina en algún momento tiene que desaparecer. La inversión anunciada por Ecopetrol, que asciende entre los $24 y $28 billones de pesos colombianos, permite vislumbrar un 2025 prometedor. Dicho anuncio es un primer paso alentador en medio de tantas contracciones.
En ese orden de ideas, el presidente de Campetrol, Nelson Castañeda, enfatizó en priorizar políticas que generen estabilidad en las operaciones, promuevan el empleo y refuercen la seguridad energética del país para garantizar su soberanía. De esta manera, en medio de los desafíos que enfrenta la actividad en los pozos, priorizó en la importancia, sobre todo, de su exploración.
Ahora bien, teniendo en cuenta la rapidez con la que parece empezar la contienda electoral, apreciaciones como las de Castañeda son de suma importancia dentro del debate nacional. Se aproximan discusiones sobre quién debería ser él o la próxima presidente y estas evaluaciones deben ser tenidas en cuenta.
Lo cierto es que Vicky Dávila, quien hoy está en las encuestas en una posición bastante favorable en comparación a otros muchos “candidatos veteranos”, ya propuso “explorar, explorar y explorar”, encaminándose a ser una defensora de la soberanía energética. Su liderazgo en esta área empieza por plantearse hacer lo correcto, no lo que conviene a unos pocos.
La industria de hidrocarburos trasciende a múltiples sectores productivos y sociales cuyo beneficio puede parecer imprevisible, aunque no lo sea, como los numerosos productos que derivan del petróleo para nuestro diario vivir. Son un ejemplo de la relevancia del petróleo y el gas para las sociedades, además de los encadenamientos productivos que se forman gracias a una industria que lleva operando más de 100 años en Colombia y cuyo beneficio se expande a nivel local y nacional.
Para quienes quieren un panorama diferente en los próximos años, la defensa de la industria hidrocarburifera debe ser una bandera que defender y proteger. No podemos permitir que esta industria se debilite. El 2024 fue difícil, el 2025 parece prometedor. Solo si estamos atentos podremos corregir el rumbo.