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Julio Londoño Paredes Columna Semana

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De la justicia en Colombia y en el Ecuador

El paralelismo sobre la impotencia de la justicia en los dos países parece evidente.

10 de febrero de 2023

¿Por qué será que países como Ecuador, que hace algunas décadas era tranquilo, casi pastoril y solo pensaba en sus problemas territoriales con el Perú, se ha vuelto un hervidero de conflictos internos?

Los ecuatorianos han acudido a las urnas para elegir gobernadores, alcaldes, concejales y otras autoridades menores. Igualmente, para definir en un referéndum, entre otras cosas, la posible modificación de la constitución vigente, en el sentido de que los nacionales ecuatorianos sindicados de delitos relacionados con el narcotráfico y la corrupción pudieran ser extraditados.

Obviamente, al hablar de extradición, se entiende que sería a los Estados Unidos. Con esa pregunta y las frecuentes matanzas en las cárceles ecuatorianas, se hace evidente la impotencia de la justicia en ese país. Las ocho preguntas formuladas en el plebiscito, incluso la de la extradición, fueron contestadas negativamente por más del 50 % de los votantes.

En Colombia, la extradición a los Estados Unidos, desde los tiempos de Carlos Lehder y los Rodríguez Gacha hasta nuestros días, parece haber sido el único recurso frente al narcotráfico.

El hecho de que hayamos llegado a esa situación es el reflejo del estado en que se encuentra la justicia. Parecería que, por más esfuerzos que se hagan, por más acuerdos de paz que se firmen, por más leyes que se expidan, por más reformas constitucionales y modificaciones a los códigos que se introduzcan, la situación seguirá siendo la misma.

Menos mal que ahora existirá la posibilidad de que los criminales que están purgando condenas por determinados delitos puedan salir durante el día a desarrollar sus “actividades profesionales” y regresar a la cárcel por la noche a comer y dormir. Se ahorrarán así el dispendioso trabajo de impartir instrucciones por celulares a sus compinches desde las cárceles.

Pero se evitará el horrible hacinamiento en los centros penitenciarios. ¡Qué tal que los jueces enviaran a la cárcel a todos los bandidos que la policía logra capturar!

Sin mencionar que, no obstante que ha merecido muchos apoyos nacionales e internacionales y que la gente en los cuatro puntos cardinales del país está agobiada por la inseguridad y la violencia, la ‘paz total’ podría ser aprovechada por grupos armados de diferente índole y nacionalidad. No estamos propiamente en la mítica Shangri-la.

La diferencia entre el Ecuador y Colombia es que, en el hermano país, los muertos son dentro de las cárceles y aquí, por fuera de ellas.

No es imposible que en los dos estados se cumpla una de las denominadas “leyes de Murphy”: “Toda situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar”.

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