Julio Londoño Paredes

OPINIÓN

De la solidaridad en las relaciones con Venezuela

En los episodios de los ataques del “Generalísimo” Trujillo contra Rómulo Betancur en los años sesenta, Colombia fue solidaria con Venezuela.

19 de marzo de 2021

Cuando Venezuela regresó a la democracia, después de muchas décadas de regímenes militares con la elección de Rómulo Betancur en 1959, Colombia había salido de los gobiernos del general Rojas Pinilla y de la Junta Militar. Nuestro presidente era Alberto Lleras Camargo, al quien desde 1958 le correspondió manejar la compleja coyuntura del retorno a la civilidad.

En 1960 el general venezolano, Jesús María Castro León, excomandante de la Fuerza Aérea y exministro de Defensa, había salido como exiliado a la República Dominicana, que se encontraba bajo la égida del “Generalísimo doctor, Rafael Leonidas Trujillo Molina, Benefactor y Padre de la Patria Nueva”, su título completo.

Castro León, que ya había encabezado un fallido golpe militar en 1958, regresó a Venezuela por Cúcuta, aprovechando un pasaporte diplomático dominicano que le dio Trujillo. Se apoderó de la guarnición militar de San Cristóbal en el estado Táchira y se preparó para continuar hacia Caracas. Sin embargo, el movimiento fracasó y Castro León fue detenido y enviado a prisión en Caracas.

Rómulo Betancur llamó a Alberto Lleras, se quejó de que el general hubiera ingresado a Venezuela por Cúcuta y le anunció que rompería relaciones con el gobierno de Trujillo. El mandatario colombiano resolvió hacer lo mismo de inmediato, en solidaridad con Venezuela.

El embajador colombiano y su familia en “Ciudad Trujillo” como se denominaba en ese entonces a la capital, Santo Domingo, fueron amenazados por hordas trujillistas que atacaron la embajada. Penosamente la familia del embajador logró salir del país con la protección de funcionarios de la embajada de los Estados Unidos.

Trujillo tenía obsesión contra Rómulo Betancur al que tildaba de comunista. Pocos meses después del rompimiento de relaciones, el 20 de junio del mismo año de 1960, cuando el mandatario venezolano se dirigía a una parada militar en conmemoración de la batalla de Carabobo, agentes trujillistas le hicieron un atentado mediante un carro bomba, en el que murió el jefe de la casa militar que viajaba en el automóvil con el presidente y este quedó seriamente herido.

El caso fue denunciado ante la OEA, que convocó una reunión de cancilleres que se celebró el 21 de agosto en San José, Costa Rica. Se aprobó por unanimidad que todos los países romperían relaciones y se le impondrían sanciones al régimen de Trujillo.

Los Estados Unidos aprovecharon la oportunidad para promover una resolución presentada por el Perú, pero “cabildeada” por Colombia en la que se censuraba tácitamente al régimen cubano. Fidel Castro nunca olvidó ese hecho.

Colombia se la jugó por la solidaridad con Venezuela. Aunque parezca de ciencia ficción, qué bueno que en un momento como el actual, cuando grupos armados colombianos se encuentran instalados en la vecina república, el gobierno de Maduro en un momento de lucidez prescindiera al menos de ampararlos. Se le abriría una puerta hacia el mundo.

Además, no debe olvidar el sabio refrán de “cría cuervos y te sacarán los ojos”.

(*) Decano de la Facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la Universidad del Rosario.

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