Opinión
De los hermanos Moreno a los Quintero: una historia de corrupción en Colombia
La historia de la corrupción en Colombia, especialmente en las dos principales ciudades, Bogotá y Medellín, comparte un modus operandi notablemente similar en los últimos años. En Bogotá, el escándalo del Carrusel de la Contratación en 2010 reveló un desvío de más de 80.000 millones de pesos en contratos de la Calle 26.
En este entramado, el entonces alcalde Samuel Moreno y su hermano Iván, junto con concejales, secretarios del gabinete, el personero y el contralor distritales, orquestaron el saqueo del Distrito. La entrega de contratos millonarios generaba coimas que se repartían entre todos los involucrados. Todo el aparato delictivo estaba coordinado por el famoso Emilio Tapia, informado de cada adjudicación en el distrito.
Tapia, en nombre de los hermanos Moreno, encabezaba la recolección de coimas, iniciando con el contrato de la Calle 26 y extendiéndose a muchos otros contratos de esa administración. La pregunta persistente era si estos contratos se realizaron a espaldas del alcalde Samuel Moreno, y la respuesta fue clara cuando fue condenado a 18 años de prisión por liderar esta organización de corrupción en la alcaldía de Bogotá.
Ahora la historia se repite en Medellín con los hermanos Quintero. Uno de ellos es el exalcalde renunciado de Medellín, el famoso Daniel Quintero, quien, con su demagogia, nos repetía durante los últimos años que era el paladín en la lucha contra la corrupción en Medellín. Solo es necesario recordar sus últimas declaraciones, lanzando su última cortina de humo horas antes de que el fiscal general de la nación anunciara la imputación de varios de sus más cercanos funcionarios por delitos de corrupción que ya habían sido denunciados por la coalición “Todos por Medellín” y que yo mismo había mencionado en esta columna en meses anteriores.
Esto fue lo que expresó el exalcalde de Medellín al anunciar su lanzamiento como candidato presidencial durante la reunión de empalme con el nuevo alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez (quien no tenía razón de estar en ese lugar, dado que ya no era el alcalde de la ciudad): “Joven que cree en la tecnología como la herramienta más poderosa para transformar al país, pero, además, ha librado una batalla dura y firme contra la corrupción”.
La similitud entre la organización delictiva de los hermanos Moreno en Bogotá y los Quintero en Medellín es evidente. Se inicia una investigación de la Fiscalía que involucra a funcionarios con vínculos comerciales, en su mayoría, con el hermano de Daniel Quintero, Miguel Quintero. Medios de comunicación serios ya habían denunciado estas relaciones en el pasado. Miguel Quintero, al igual que Iván Moreno, podría tener información valiosa para la Fiscalía sobre las conexiones directas e indirectas con los funcionarios y contratistas imputados.
Es destacable la actuación prudente de la Fiscalía, esperando hasta después de las elecciones de alcaldía de Medellín para anunciar las imputaciones y evitar acusaciones de intervención política. La derrota contundente de la organización de Quintero en las elecciones respalda esta estrategia y sugiere que la justicia y la ciudadanía pueden superar esta historia de corrupción, similar a como Medellín dejó atrás la era de Pablo Escobar.
Sin embargo, volvamos al tema de la relación de Miguel Quintero con los funcionarios y contratistas bajo investigación de la Fiscalía. En el caso de la señora María Eugenia Domínguez, una de las imputadas y exdirectora de METROPARQUES, la organización donde, según las investigaciones de la Fiscalía y los medios de comunicación, se gestó la trama corrupta, se argumenta y se presentarán pruebas durante el proceso.
Se sostiene que Domínguez actuaba de acuerdo con las órdenes directas de Miguel Quintero, quien aparentemente fue el cerebro detrás de la planificación de cada uno de los contratos investigados, más de 12 de ellos firmados por Domínguez y Diana Toro. Esta última, también imputada, actuó como representante legal del INDER en contratos interadministrativos con METROPARQUES.
Queda claro que Quintero daba instrucciones sobre la elección de contratistas para estos contratos, objeto de la investigación de la Fiscalía, como anunció el fiscal general de la nación. Es de esperar que algunas personas se acojan al sistema de delación para llegar a los verdaderos responsables de esta red delictiva.
Otras imputaciones relacionadas con la Secretaría de Educación y los programas bajo su responsabilidad ya tienen procesos en marcha, con funcionarios imputados, algunos de los cuales están siendo llamados nuevamente por la Fiscalía en nuevos procesos.
Así pues, estimados lectores, que lo experimentado por la capital colombiana con el cartel de la contratación de los hermanos Moreno es una historia que se repite en Medellín. Miguel Quintero, aparentemente, desempeña un papel similar al que asumió Iván Moreno en la administración de Bogotá, cuando su hermano Samuel era alcalde.
La evidencia sugiere que Samuel Moreno y Daniel Quintero, como alcaldes, permitieron que esta red de corrupción operara sin restricciones para establecer el entramado de corrupción. La justicia demostró esto con Samuel Moreno, y seguramente, después de las investigaciones, conoceremos el grado de conocimiento de Daniel Quintero sobre las acciones de su hermano, así como de los funcionarios y contratistas involucrados en el “cartel de pinturita”.