OpiNión
“De malas”
Los ciudadanos de Colombia, independientemente del color de la piel, el estrato social o económico, tienen derecho a preguntar a los funcionarios y servidores públicos en qué y cómo están usando los recursos que se les han entregado para su administración.
En extremo equivocada ha sido la estrategia que ha desplegado la vicepresidenta Francia Márquez para contrarrestar sus propias declaraciones en las que dejó desilusionados a tantos colombianos que votaron por ella. En una entrevista con Vicky Dávila, al ser cuestionada por el uso de los helicópteros para llevarla y traerla de su casa en Dapa, Valle del Cauca, Márquez comenzó su respuesta diciendo que “el fin de semana fui y subí en helicóptero y hoy me vine y salí en helicóptero, y voy a seguir las veces que vaya, voy a ir en helicóptero. Le guste a la élite colombiana o no”. La respuesta soberbia cayó como una bomba en las personas que creyeron en el discurso de austeridad que Francia como candidata les vendió a sus electores.
Más adelante en la entrevista, afirmó que los cuestionamientos que se le hacían por el uso de los helicópteros eran por racismo: “Si fuera blanca y de élite, no estaban haciendo escándalos, porque es normal que a una persona de élite, que nació en cuna de oro, la transporten en esos equipamientos, en esas aeronaves. Pero no es normal que una mujer que trabajó en una casa de familia y que ahora es la vicepresidenta de Colombia se transporte en eso. Entonces, de malas, y lo siento, y perdónenme los colombianos por decirlo así, pero de malas. Soy la vicepresidenta de este país, y mientras sea la vicepresidenta de este país el Estado tiene la responsabilidad de brindarme todas las garantías necesarias para yo cumplir con mi tarea como vicepresidenta”.
Pero después de que se produjo el rechazo generalizado por la arrogancia y Márquez se vio contra las cuerdas, desplegó una estrategia comunicativa en sus redes sociales sugiriendo que el “de malas” no era para los colombianos, que había sido malinterpretada, que el “de malas” era para los violentos y lo complementó con un video editado en que se pretende cambiar el sentido de lo que en realidad dijo: “‘De malas’ les digo a los enemigos de la paz, a quienes se benefician de la guerra y no dejan que Colombia avance hacia una sociedad más justa y equitativa. No voy a dejar de cumplir con mi tarea de trabajar por la paz, la justicia, por igualdad y dignidad en nuestro país” (el trino y el video pueden verse en este link en la versión web de la columna: https://twitter.com/franciamarquezm/status/1635704834165817345?s=46&t=DtYjSWAddgazVh7thspRcQ).
¿Quiénes son los enemigos de la paz? ¿La élite que tanto le desagrada? ¿Cuándo va a decir la vicepresidenta quiénes pertenecen a esa “élite”? ¿Por qué fomenta el enfrentamiento entre los colombianos? ¿Por qué no dejar atrás el rencor de un pasado difícil y transmutarlo en la oportunidad de ayudar a reconciliar a toda Colombia?
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Lo que la vicepresidenta no ha podido entender es que el cuestionamiento es muy concreto: ¿por qué decide tener su vivienda a 400 km de distancia de su oficina, que queda en Bogotá? Nadie está sugiriendo que para el desempeño de sus funciones no use los helicópteros para viajar de La Guajira hasta el Amazonas. Eso sería ridículo. Acá lo que se señala es la falta de coherencia de Francia como candidata y su accionar como vicepresidenta. Porque sencillamente no es austero viajar 400 km varios días a la semana de la casa a la oficina, sobre todo, cuando el Estado dispone de una residencia privada en el centro de Bogotá para comodidad y seguridad de la vicepresidenta. Y si bien no está obligada a utilizarla, por razones de eficiencia y austeridad en el gasto se esperaría que una alta dignidad como la vicepresidenta tenga la sensatez suficiente para no derrochar los recursos públicos. No es más.
Además, ¿dónde queda el cuidado del planeta, la biodiversidad y el uso excesivo de un helicóptero que contamina por cuenta de la gasolina que necesita para moverse?
Con base en lo anterior, los ciudadanos de Colombia, independientemente del color de la piel, el estrato social o económico, tienen derecho a preguntar a los funcionarios y servidores públicos en qué y cómo están usando los recursos que se les han entregado para su administración. Y la vicepresidenta, gústele o no, está en la obligación de responder.
Hay eventos que tocan las fibras de manera muy particular. Este fue uno de ellos. En todas las esferas de la sociedad, en especial en los “nadies”, que son casi todos los colombianos, hay indignación. Y la mejor manera de percibirlo es en las conversaciones de las tiendas de barrio, las estaciones del transporte público y en las redes sociales como TikTok, en donde se viralizó la respuesta de la vice en la que dice que, gústele a quien le guste, ella va a seguir yendo a su casa en Dapa en helicóptero.
Y mientras este suceso se comenta en las familias que evidencian con la nevera desocupada que la macroeconomía se le salió de las manos al gobierno del “cambio”, el presidente Petro sobrelleva la peor crisis política de su vida con los cuestionamientos sobre los dineros de los narcos que podrían haber entrado a la campaña a través de su hermano e hijo. Un triunfo que hoy está siendo cuestionado, pero del que disfruta Francia Márquez mientras va y viene de su casa en el único medio de transporte para ella seguro, el helicóptero.