Julio Londoño Paredes Columna Semana

Opinión

¿De Ucrania para Colombia?

Las armas utilizadas en los conflictos terminan a la larga en manos de las mafias y los grupos armados.

2 de junio de 2023

El mundo sigue cotidianamente en vivo y en directo la guerra entre Rusia y Ucrania. Desde la segunda guerra mundial no se veía tal profusión de armamentos y equipos, muchos de ellos altamente sofisticados.

Los conflictos armados de grandes proporciones conllevan un enorme tráfico de armas, que se extiende por todo el mundo y afecta especialmente a países que afrontan conflictos internos.

En Colombia los traficantes, han encontrado a algunos de sus mejores clientes, incluyendo las mafias y grupos armados de todas las características, que con la cocaína ahora son ricachones.

Después de la desastrosa guerra de Vietnam, los Estados Unidos dejaron en manos de los corruptos e incapaces generales de Vietnam del Sur una enorme cantidad de armamentos y equipos que se regaron como plaga por los cuatro puntos cardinales.

En abril de 1981, el buque “Karina” fue hundido en el océano Pacífico en un operativo realizado por las fuerzas militares colombianas. Llevaba un enorme cargamento de armas, rezagos de Vietnam, con destino al M-19, que las había negociado en Alemania Oriental.

En 1998 Vladimiro Montesinos, el bandido asesor del presidente Fujimori, negoció en Jordania 10000 fusiles de asalto para las Farc, desechos de la confrontación en el medio oriente.

Recientemente la enorme cantidad de armamento y equipos que dejaron los norteamericanos luego de su afanosa evacuación de Afganistán, están siendo utilizados por los talibanes, tanto para la represión interna, como contra sus vecinos.

Ahora en nuestro país existe una enorme inseguridad urbana y rural. Por entregas sucesivas, como en algunas novelas, la gente se va enterando de que, no solamente sus lugares de residencia, sino muchas otras localidades, poblaciones e incluso extensas regiones del país, están bajo la amenaza o el control de grupos armados: eso que estamos en la “paz total” y no en la “guerra total”. Pero además parecería que al mismo tiempo ha crecido la intemperancia, paralelamente con la prepotencia de algunos que asumen el papel de sultanes o de príncipes medioevales.

Los acuerdos de paz son necesarios. Pero, parecería que los concertados con los grupos armados por todos los gobiernos desde la época de Alberto Lleras, sólo han tenido el efecto de complicar progresivamente las cosas.

Lo que pasa es que a todo nos acostumbramos. Como cuando aparece un hueco en una concurrida avenida y como no lo arreglan, los automóviles, las motos y las bicicletas, sabiendo donde está, simplemente pasan cuidadosamente por el lado.

Seguramente el sucesor de Petro tendrá como el lema de su campaña el logro de la paz, no sabemos aún el nombre que se le vaya a dar. No hay que olvidar que los equipos y armas que se están usando ahora en la guerra entre Rusia y Ucrania podrán terminar luego en Colombia…

¿Será que estamos condenados al castigo de Sísifo?