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Desde el balcón

Es hora de que los rivales de Petro se levanten, sean claros y marquen una verdadera bandera de gobierno; les digan a sus potenciales electores cuál es la verdadera razón para que voten por ellos y, repito, esa debe ser mucho más al mero miedo que válidamente representa Gustavo Petro.

Luis Carlos Vélez
30 de abril de 2022

Cuando se baja la espuma y los sentimientos se apaciguan, es el momento en que mejor se ven las cosas. El problema, tanto en la vida como en la política, es que en medio del fragor de la guerra se hace muy difícil deponer las armas para ver las cosas con perspectiva y distancia.

Ron Heifetz, reconocido profesor en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, desarrolló un concepto que define la difícil práctica de mirar con distancia las propias actuaciones para evaluar su efectividad e implementación. El citado académico la bautiza como “subirse al balcón”. Para Heifetz, “la habilidad de salirse del piso de baile y subirse al balcón –una imagen que captura la actividad mental de retirarse en medio de la acción para preguntarse: ¿qué es lo que realmente está pasando acá?–” es una facultad obligatoria para ajustarse a los cambios y lograr objetivos.

El concepto, ampliamente estudiado en las escuelas de liderazgo, habla sobre la importancia que entrega la perspectiva y la distancia. Cuando se está en el piso de baile, sostiene Heifetz, es fácil ver los detalles y realizar acciones de impacto, pero de corto plazo, prácticamente reactivas. Esa cercanía destruye la posibilidad de ver todo el cuadro. Para ver todo el cuadro, los líderes, los gerentes, los administradores deben subirse al balcón y dar una mirada sin obstrucciones. “Hacer un esfuerzo consciente de regularmente pasar tiempo en el balcón es una habilidad vital para lograr la libertad de liderar y crecer su actividad o negocio”.

Federico Gutiérrez y Sergio Fajardo necesitan subirse al balcón si realmente quieren hacer algo relevante con sus campañas a la presidencia de Colombia. Es complejo que miren el horizonte, cuando en su día a día ya han empezado correrías por el país, respondido a debates y reaccionado a las múltiples noticias diarias. Pero, a la luz de los hechos y los resultados de las encuestas, les falta perspectiva.

Por ahora no emocionan, no inspiran y lo único que venden es la alternativa a Gustavo Petro. Desde el balcón les digo: eso no es suficiente. Por si no se han dado cuenta, Petro tiene un teflón indestructible. El profesor Fernando Quijano, director de La República, recientemente lo comparó con Donald Trump, en La FM, cuando dijo que él podía matar a alguien en pleno Times Square e igual ganaría las elecciones de Estados Unidos, y ganó. A Petro le pasa lo mismo. Poco o nada lo afectaron los escándalos del llamado “perdón social” o los generados por Piedad Córdoba, una de sus lugartenientes. ¿Qué hacer? Eso les corresponde a ellos. Pero deberían empezar por reconocer que la búsqueda del “petrista disidente” es muy parecida a la de los unicornios rosados, es decir, utópica. Las campañas políticas son el juego de cambio por excelencia. Los candidatos deben aprender a ejecutar un plan con suficiente cintura para responder a un mundo en el que lo único constante es la avalancha de temas, realidades y tendencias. El mensaje hoy: cambiar, reaccionar y ejecutar.

Desde el balcón también se ve claro que los números hoy dicen que Sergio Fajardo tiene muy pocas posibilidades para llegar a segunda vuelta, incluso si se materializara una fusión con el ingeniero Rodolfo Hernández, tal y como se ha sugerido en los últimos días. Por eso, si quiere tener un verdadero juego político durante los próximos años, es determinante que empiece a considerar un acercamiento con Federico Gutiérrez. Si no lo hace, lo más probable es que Petro sea presidente y, por qué no, en primera vuelta.

Y, sobre Federico, con la citada distancia, se ve que tiene una campaña pobre, desorganizada, sin impacto y que poco a poco la gente a su alrededor lo empieza a encapsular y aislar de la realidad. El profesor Heifetz también tiene una teoría sobre el peligro que generan los apetitos de los líderes. El mundo de los negocios y la política tiene cementerios llenos de valiosos personajes que se comieron el cuento y que no prendieron las luces rojas para reconocer qué elementos de su personalidad podrían tenderles una trampa. Es necesario que empiece a diseñar una estrategia para acercar a la gente que por ahora sigue a Fajardo y Rodolfo, tenderles puentes y presentar una propuesta contundente, fácil de explicar, pegajosa y que signifique un verdadero cambio en la vida de la gente.

Es hora de que los rivales de Petro se levanten, sean claros y marquen una verdadera bandera de gobierno; les digan a sus potenciales electores cuál es la verdadera razón para que voten por ellos y, repito, esa debe ser mucho más al mero miedo que válidamente representa Gustavo Petro. Luego no digan que no se los dijimos.

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