Opinión
Despertemos antes de que sea tarde
El jefe de Gobierno debe ser el promotor de la unión, de la integración, del progreso, no el instigador de violencia y resentimientos.
Colombia peligra y muchos aún no se dan por enterados, bien sea por apego a ideologías decadentes, por la esperanza de ver cumplidas las promesas de campaña, porque les han secuestrado sus ilusiones, porque están gozando de las mieles de la corrupción, por ignorancia o porque la indiferencia y la apatía no les permiten ver más allá de sus narices. Pero no todo está perdido, todavía existe el camino de la democracia para salvar a nuestra Patria de las fauces del socialismo.
No dejan de sorprender las artimañas diarias de la izquierda que busca afianzarse al poder empleando la combinación de ‘todas las formas de lucha’, haciendo gran daño al país, afectando la economía, la justicia, la seguridad y la confianza; implantando medidas restrictivas y/o cargas impositivas para acabar con la producción, la inversión, la salud, el empleo o la independencia energética, solo por citar algunos aspectos vitales para la supervivencia de la sociedad. Buscan crear condiciones similares a las que, lamentablemente, hoy viven en Venezuela, Cuba o Nicaragua.
Observando la violencia que afecta a varios municipios se puede decir que en el país hay muchos desmemoriados que han olvidado el sacrificio de hombres y mujeres de la población civil y de la fuerza pública, quienes han entregado su propia vida por evitar que la ideología comunista se apodere del Estado con el empleo de las armas. Las famosas ‘Repúblicas Independientes’ de las Farc hoy han sido copiadas por el narcotráfico, abarcando un amplio territorio ausente de la autoridad legítima del estado, porque el gobierno les ha dado alas a los delincuentes.
Estamos viviendo una afrenta a la democracia, donde los delincuentes desafían las capacidades de un ejército regular, atacan con drones, explosivos y armamento pesado e instrumentalizan a la población, mientras que el gobierno mantiene el cese del fuego con ‘reincidencias’ de las Farc y se somete a las imposiciones del ELN, así aún continúen delinquiendo. Nombra ‘gestores de paz’ a individuos al margen de la ley, quedando impunes a sus crímenes, e invaden a la Universidad Nacional con aguerridos simpatizantes para que defiendan su ideología ante el supuesto golpe de Estado.
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Los cultivos de coca durante este gobierno han llegado a cubrir escandalosas extensiones y por consiguiente la producción de cocaína se ha disparado, invadiendo al mundo con sus criminales y perversos efectos. Pero la perla se consolida con el anuncio de que el gobierno va a comprar la cosecha de coca en el área de El Plateado, cometiendo posiblemente un peculado por destinación, porque no creo que el presupuesto nacional haya considerado la compra de coca con los impuestos de los colombianos. ¿Será que ahora van a producir oficialmente cocaína para satisfacer a los adictos?
Parece que el gobierno quiere mantenerse en el poder por un largo período, pero está generando una guerra civil donde nos enfrentemos en un fratricidio; aplica la estrategia de ‘divide y vencerás’, creando una lucha de clases y generando una brecha de odios. Propone la elección popular de jueces para dar impunidad a los delincuentes, otorga autoridad ambiental a comunidades indígenas, posiblemente para legalizar la producción de coca, y con su discurso promueve la segregación racial, como lo hizo en el nombramiento del embajador ante Japón, afirmando: “Nombro al primer embajador afro perteneciente a la carrera diplomática en Japón. Teníamos una Cancillería blanca, de elite y aristocrática, que no trabajaba por la colombianidad en el extranjero”
Lo único que puede salvar a Colombia de caer en el abismo es el cambio de la ideología política que hoy atropella al país, somos los dueños de nuestro propio destino. Despertemos de este letargo antes de que sea demasiado tarde.
En las próximas elecciones debemos estar unidos bajo un solo líder político y estar atentos a que no haya trampas en las mesas, que no se firmen falsas actas o que estas se pierdan, que no se compren votos ni conciencias. La reciente experiencia de Venezuela tiene que generar enseñanzas para que el gobierno no viole la democracia, como lo hizo Santos para favorecer a las Farc.