Detrás de la Comuna 13
Para muchos analistas lo sucedido la semana pasada en Medellín es resultado de una bomba de tiempo. El deterioro de la situación social se ha hecho palpable, extendiéndose a los más variados aspectos de la vida de la gente. Jorge Giraldo Ramírez, coordinador del Observatorio para la Equidad y la Integración Social, escribe sobre el tema.
Las alertas tempranas en Medellín y Antioquia están timbrando desde hace casi tres años. El deterioro de la situación social se ha hecho palpable, extendiéndose a los más variados aspectos de la vida de la gente. ¿Se trata de una situación marginal y focalizada? No. La pobreza sigue una carrera desbocada llegando al 60 por ciento de la población y la brecha entre ricos y pobres se ha ampliado: somos la región del país con mayor número de pobres y una de las más inequitativas. Desde 1982, la ciudad mantiene el desempleo más alto del país y a pesar de los cambios en la medición introducidos hace dos años la tasa volvió al 20 por ciento y se ha agravado para las personas con educación secundaria y superior.
Deteniéndonos en algunas áreas, podemos decir que cayó la tasa de escolarización en la educación media y que un estudiante pobre no tiene ninguna probabilidad de terminar el bachillerato. Los problemas de calidad de la educación siguen siendo graves: en educación básica los estudiantes de Medellín presentan rendimientos mediocres según las pruebas Saber y los resultados son malos, considerando las pruebas Icfes. Entre 33 departamentos nuestros muchachos clasifican en el lugar 20 en matemáticas, en el 18 para lenguaje, 17 en física. La desnutrición infantil ha empeorado significativamente en Antioquia y desde 1999 volvió a aumentar en Medellín.
Lo más grave es que el número de homicidios que venía descendiendo paulatinamente desde 1991 han vuelto a aumentar generando una auténtica crisis de la vida en 2001 y 2002. Medellín sigue teniendo la tasa de homicidios más alta del mundo (170 por cada 100.000 habitantes en 2001), de los cuales el 14 por ciento son menores de edad. De esta manera, la esperanza de vida de los hombres antioqueños ha caído a 61 años siendo inferior a la de Irak, Pakistán o Bolivia.
De nada vale consolarse con la cobertura de los servicios públicos. La pobreza de Medellín es distinta. Somos pobres de otras cosas: de ingresos principalmente, de espacio público (y más en los barrios que en el centro) y de vivienda adecuada en los nuevos asentamientos. Muy pobres de cultura ciudadana. Según la Personería de la ciudad tenemos la mayor accidentalidad de tránsito en el país, triplicando a Bogotá.
¿A qué se deben estas duras condiciones? La recesión económica que vive el país y los cambios en la estructura productiva de Medellín explican en parte esta situación. La falta de continuidad en las políticas de las distintas administraciones municipales no permite consolidar los procesos de intervención. Un estudio realizado por el Cide atribuyó a Medellín problemas serios de clientelismo, dificultad de consensos sobre lo fundamental, pobre control de los gastos de funcionamiento e inequidad en la gestión. Por si fuera poco, la extensa presencia de grupos de autodefensa y guerrilla en la ciudad se han constituido en un factor de empobrecimiento por la extorsión, la pérdida de oportunidades, la restricción a las libertades y el aumento en los costos de sostenimiento de las familias.
Los principales problemas de la ciudad son el empleo, la violencia, la guerra y el desplazamiento tanto del campo como interno, pero el más grave es la indolencia de los distintos gobiernos de la ciudad frente a ellos, incluyendo a los concejales y los grupos políticos, y del gran empresariado. Si esto se suma a una vasta red de economía ilegal (contrabando, comercio de autopartes, narcotráfico), a la capacidad instalada que heredamos del cartel y a la decisión de la Farc y las AUC de disputarse las zonas periféricas, ¿qué podemos esperar?
* Coordinador Observatorio para la Equidad y la Integración Social