Paula López

OPINIÓN

Di sí a la vida a pesar de todo

La vida te empuja y te sumerge en las tinieblas, como ejercicio espiritual para que aprendas a reconocer y agradecer la luz.

8 de febrero de 2022

La vida te empuja y te sumerge en las tinieblas, para que aprendas a agradecer la luz.

“Existen dos tipos de personas, los que dicen sí a la vida, a pesar del sufrimiento o las dificultades y las que dicen no, pese a las cosas buenas que les pasan”, Joseph Fabry.

Tu vida tiene sentido en cualquier circunstancia y tú puedes sobreponerte a cualquier vivencia de dificultad, sufrimiento o dolor, si le encuentras un sentido y un para qué.

La clave está en descubrir ese sentido incluso cuando esté escondido en lo más profundo de una situación límite de dolor, de trauma o de dificultad.

En el trasegar por el camino de tu existencia se te presentarán dos tipos de sentidos y descubrirlos es tu tarea espiritual:

El sentido del momento actual y el sentido último de tu vida.

¿Cómo podrás encontrar estos dos sentidos?

El sentido del momento hace referencia a la tarea cotidiana de ir más allá de la búsqueda de la satisfacción de los instintos. Descubrir este sentido sucede cuando vives desde tu interior una vida llena de significados que te movilizan a la exploración de valores, los cuales te van abriendo el camino hacia la plenitud y te alejan de caer en el vacío existencial.

El sentido último de la vida lo vas descubriendo y construyendo, transitando por la vida, en medio de situaciones únicas que te van haciendo preguntas difíciles de responder, pero que te van dando la grandiosa oportunidad de actuar en forma significativa y trascendente.

Para lograr este loable cometido te invito a incorporar en tu pensamiento la tarea existencial de moldear la actitud con la que enfrentas aquello que no puedes cambiar o modificar en tu vida.

Un ejemplo de esto es la actitud que puede tomar una persona cuando enfrenta una tragedia inevitable, la capacidad que tiene una persona para decirle sí a la vida a pesar de las circunstancias cuando quizá aparentemente están vacías de significado o sentido.

En el año 1945, el psiquiatra vienés Viktor Frankl fue liberado de los campos de concentración y, después de haber sobrevivido a esta nefasta experiencia, escribió su libro “Di sí a la vida a pesar de todo” con el título ‘El hombre en busca de sentido’, el cual posteriormente vendió más de tres millones de copias.

Durante más de 100 años la psicología se ha dedicado a curar enfermos, pero Frankl fue el primero en poner sus ojos y su vocación también en los sanos, para prevenir el riesgo de que caigan en el vacío y la frustración la desesperación.

Existen dos tipos de sufrimientos, el sufrimiento evitable y el sufrimiento inevitable.

El sufrimiento evitable es aquel que depende de ti, de tus decisiones, por ejemplo, conducir en estado de embriaguez y después chocar contra otros coches lastimando a personas inocentes, es un sufrimiento que puedes evitar y evitarle a terceros si tomas las decisiones correctas.

El sufrimiento inevitable es cuando sucede una catástrofe natural, una enfermedad, una muerte de un ser querido.

En este sentido la vida es como un rompecabezas, el cual a medida que lo vas armando va revelando la imagen oculta de un cuadro, que al final hace sentido. Este rompecabezas va revelando figuras como árboles, flores, nubes y quien lo está armando, debe descubrir la imagen de una bicicleta entre piezas, líneas, matices y colores; solo cuando va armando pieza tras pieza descubre la bicicleta oculta en el cuadro, así en la vida se va descubriendo el sentido y el significado de cada vivencia aún del sufrimiento trágico, el cual también esconde un gran sentido, si lo descubres entre cada grieta y cada herida.

Pregúntate entonces hoy: ¿Cuál es el sentido de tu vida aquí y ahora?

¿Por qué y para quién vale la pena luchar, resistir, amar y vivir?

Pregúntate también ¿Cuál es el sentido último de tu vida? cuando ya no respires más y tu cuerpo físico se apague, ¿cuál es esa huella de sentido que quieres dejar en el mundo? ese es el sentido último de tu vida. El para qué de tu existencia.

En mi vida y en las experiencias más difíciles y traumáticas que he vivido, justo cuando pensé en darme por vencida, recordé que no estaba sola, que mi testimonio de lucha y valentía sería inspiración para quienes, como yo, estaban en batallas similares. Entonces le encontré el sentido fértil a mi lucha y mi tesón.

En mi profesión y misión como coach de vida y escritora, me encuentro día tras días con almas que son capaces de mantener una actitud positiva para decirle sí a la vida a pesar de todo, con el propósito espiritual de generar en mis lectores una profunda reflexión sobre su actitud ante la vida, les comparto un trozo de este inspirador testimonio de un alma de luz, una mujer guerrera que encontró el sentido último de su vida, ¡¡inspirar a otras almas a descubrir que sí se puede!!

Pauli: Hace 18 meses me salió una pequeña lesión en la lengua, no me sanaba, a los tres meses aun no me sanaba y me operaron y me hicieron una biopsia, salió bien, pero en la medida que transcurría el tiempo la lesión fue empeorando. Al despertar, la funda aparecía llena de sangre, sin embargo, el médico que me veía en ese momento sostenía que la situación era normal y que era parte de la recuperación.

Finalmente, me remitió a un cirujano de cabeza y cuello.

El doctor había visto previamente unas fotos de mi lengua, cuando llegué al consultorio sin haberme revisado, me dijo que la única condición para que él me tratara era decirme la verdad a mi directamente, yo le dije que por supuesto. En ese momento me dijo que tenía cáncer y que con lo que había visto tenía 30 % de probabilidades de vida en 4 años.

Me hicieron una cirugía en comando donde participan varios médicos, la cirugía duró 11 horas y media, me quitaron el 70 % de la lengua con traqueostomía, estuve cinco días en cuidados intensivos, me dio síndrome de abstinencia por la anestesia, luego duré tres semanas en la clínica en una situación muy compleja, que después te contaré con más detalles ya que yo no podía hablar y la saturación era pésima.

Me sacaron de la clínica con traqueostomía, después tuve 9 sesiones de quimio y 30 de radio, porque había hecho metástasis a un ganglio.

Tuve que volver aprender a hablar, a mantener la saliva en la boca, a tomar agua, a comer y la lengua me la armaron de un injerto de la pierna…

Hoy en día puedo comer solo líquidos porque la radioterapia quema tanto lo bueno como lo malo y entre eso me quemó las faldillas salivales, por lo que no puedo comer sólidos, ya que no produzco saliva.

Pero pienso que fue un regalo que me dio Dios, donde a pesar de todo lo vivido me cambió definitivamente internamente y hoy veo toda la luz que hay en lo interior, vivo el presente y no dejo de ser yo un solo momento.

Un médico me dio el mejor consejo: que lo primero que yo tenía que hacer era soltar todo lo que me sobra, sentir todo, cada instante de la vida, desde una comida hasta una ducha, soñar para mantener las ilusiones vivas que son las que nos motivan, sonreír con gratitud y felicidad cada instante que pueda porque al hacer esto en cada momento de mi vida yo iba a sanar.

¡Quedó con un sentimiento de devolverle a la vida esta segunda oportunidad que me dio! lo que hago es tratar de inspirar a las personas a mi alrededor con que “sí se puede”!

¡Y yo que era cero de redes sociales abrí una cuenta en Instagram donde mayormente publico frases que alivien; que puedan llegar y den luz en su camino!

Claudia, una mujer guerrera, una mujer de hierro y de cristal, que representa la poderosa fuerza del espíritu de muchas almas que en este momento, quizá al leer este relato, se llenarán de fuerza y valentía para no desfallecer.

Hoy le agradezco a cada una de las personas que con sus historias nos llenan de fuerza interior para comprender que la vida te empuja y te sumerge en las tinieblas, para que aprendas a agradecer la luz.

Mi píldora para el alma de esta semana

Solo cuando descendí a la oscuridad del infierno, comprendí que muchas veces habitaba en la más espléndida luz sin darme cuenta…

La vida te empuja y te sumerge en las tinieblas, como ejercicio espiritual para que aprendas a reconocer y agradecer la luz.