OPINIÓN

Liberales y conservadores. La diferencia

Mario Vargas Llosa es un liberal que en Colombia se ha dejado seducir por la “tentación autoritaria”. Ha declarado que de ser colombiano votaría por el doctor Duque, es decir, por el que ha dicho Uribe, jefe del conservadurismo en nuestro país.

Jesús Pérez González-Rubio , Jesús Pérez González-Rubio
2 de mayo de 2018

No obstante esta paradoja, vale la pena transcribir el pensamiento filosófico de Friedrich von Hayek respecto de la diferencia entre liberales y conservadores, tal como lo expone el Premio Nobel de Literatura en su último libro de ensayos “La llamada de la tribu”.

Es probable que hacer claridad sobre este tema ayude a muchos a tomar una decisión ilustrada respecto de por quién votar en las próximas elecciones, independientemente de que se compartan o no sus ideas económicas respecto de la más absoluta libertad económica y la más mínima intervención del Estado.   

“El designio de un conservador está dictado por el miedo al cambio y a lo desconocido, por su tendencia natural proclive a ‘la autoridad‘ y que por lo general padece de un gran desconocimiento de las fuerzas que mueven la economía. Tiende a ser benévolo con la coerción y con el poder arbitrario al que puede llegar a justificar si, usando la violencia, cree que alcanza ‘buenos fines‘. Esto último establece un abismo insalvable con un liberal, para quien ‘ni los ideales morales ni los religiosos justifican nunca la coerción‘, algo que creen tanto socialistas como conservadores. Por otra parte, estos últimos suelen responsabilizar a ‘la democracia‘ de todos los males que padece la sociedad. Y, de otro lado, a diferencia de los liberales convencidos del poder de las ideas para transformar la historia, los conservadores, ‘maniatados por las ideas heredadas de un tiempo pasado‘, ven en la idea misma del cambio y la reforma una amenaza para sus ideas sociales. Por eso, los conservadores son frecuentemente oscurantistas, es decir, retrógrados en materia política. También suelen ser nacionalistas y no entender que las ideas que están cambiando la civilización no conocen fronteras y valen por igual en distintas culturas y geografías. Un conservador difícilmente entiende la diferencia que hacen los liberales entre nacionalismo y patriotismo, para él ambas cosas son idénticas. No así para un liberal. El patriotismo, según este último, es un sentimiento bienhechor, de solidaridad y cariño con la tierra en que nació, con sus ancestros, con la lengua que habla, con la historia que vivieron los  suyos, algo perfectamente sano y legítimo, en tanto que el nacionalismo es una pasión negativa, una perniciosa afirmación y defensa de lo propio contra lo foráneo, como si lo nacional constituyera de por sí un valor, algo superior, idea que es fuente de racismo, de discriminación y de cerrazón intelectual.

Liberales y conservadores comparten una cierta desconfianza en la razón y la racionalidad; un liberal es consciente de que ‘no tenemos todas las respuestas‘ y de que no es seguro que las respuestas que tengamos sean siempre las más justas y exactas, e, incluso, de que podamos encontrar todas las respuestas para las preguntas que nos hacemos sobre tantas cosas en tantos dominios diferentes. Los conservadores suelen gozar de una seguridad muy firme sobre todas las cosas, algo que les impide dudar de sí mismos. Y, según Hayek –igual en esto a Karl Popper—la duda constante y la autocrítica son indispensables para hacer avanzar el conocimiento en todos los campos del saber.

Un liberal suele ser ‘un escéptico‘,  alguien que tiene por provisionales incluso aquellas verdades que le son más caras. Este escepticismo sobre lo propio es justamente lo que le permite ser tolerante y conciliador con las convicciones y creencias de los demás, aunque sean muy diferentes de las suyas. Este espíritu abierto, capaz de cambiar y superar las propias convicciones, es infrecuente y a menudo inconcebible para quien, como tantos conservadores, cree haber alcanzado unas verdades absolutas, invulnerables a todo cuestionamiento o crítica.

Los conservadores suelen estar identificados con una religión en tanto que muchos liberales son agnósticos. Pero esto no significa que los liberales sean enemigos de la religión. Muchos son creyentes practicantes, como lo era Adam Smith, el padre del liberalismo. Simplemente ellos creen que lo espiritual y lo terrenal son esferas diferentes y que es preciso que se mantenga esa independencia recíproca, porque, cuando ambas se confunden en una sola entidad, suele estallar la violencia, como muestra la historia de todas las religiones y lo confirma en estos últimos tiempos el islamismo extremista y sus asesinatos colectivos. Por eso, a diferencia de los conservadores, que creen que la verdadera religión podía imponerse a los paganos aunque fuera a la fuerza, los liberales tienden a no favorecer una religión sobre las otras en términos sociales y económicos y, sobre todo, rechazan que una religión se arrogue el derecho de imponerse a nadie por la fuerza”. (Mario Vargas Llosa, La llamada de la tribu, primera edición, marzo 2.018, Alfaguara, p.136,137,138,139)    

_____________

Añadido: Las disidencias de las Farc asesinaron recientemente tres periodistas y secuestraron a dos personas más. También acaban de asesinar a dos miembros de la Fuerza Pública. Bienvenidos al pasado, promesa del Centro Democrático.  

Noticias Destacadas