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Dónde están la ONU y la OEA

Con gran pesar se observa el golpe de Estado que ha dado el gobierno de Maduro a las elecciones del 28 de julio y estamos frente a un panorama desolador.

David René Moreno Moreno
31 de julio de 2024

Como una consecuencia de la Primera Guerra Mundial, se creó la Sociedad de las Naciones, organización que tenía como objetivo promover la cooperación internacional, lograr una paz estable y duradera, promover la seguridad a nivel global, pero lo más importante era evitar una nueva conflagración mundial para no vivir otra vez los horrores de la guerra. Además de los millones de personas que murieron en este conflicto, se causaron millones de heridos y de desplazados, se multiplicó la pobreza y la economía se desplomó en casi todos los países, así como se produjo la disolución de los imperios austrohúngaro, ruso, otomano y alemán.

Los propósitos de la Sociedad de Naciones no se lograron, tal vez por desidia, temor, complicidad o pactos secretos entre estados, ya que a pesar de observar el incumplimiento desafiante de Alemania a las imposiciones del Tratado de Versalles, esta se rearmó de tal forma que dio inició a una Segunda Guerra Mundial, con efectos más devastadores que la Primera, porque hasta se emplearon bombas atómicas para la destrucción masiva del ser humano, siendo una prueba tangible del fracaso de la organización.

Con ocasión de la Segunda Guerra Mundial se creó una organización más fuerte y mejor estructurada, tratando de unir a los países bajo los principios de mantener la paz, ya que debido a esta conflagración el mundo nuevamente quedó en ruinas; se reunieron en San Francisco (EE. UU.) las delegaciones de 51 estados y redactaron lo que se conoce como la Carta de las Naciones Unidas, en que se promueve el mantenimiento de la paz y la seguridad a nivel mundial, la asistencia humanitaria donde sea requerida, la protección de los derechos humanos y la defensa del derecho internacional.

Parece que la Organización de Naciones Unidas también ha fracasado frente a escenarios como los conflictos que actualmente afectan a África o frente a las intenciones expansionistas de China o para impedir el ataque de Rusia sobre Ucrania, o los ataques al comercio marítimo mundial desde Yemen, o las amenazas a la seguridad mundial desde Corea del Norte, así como frente a actos tiránicos que afectan a millones de personas como lo sucedido en Venezuela, donde unos siete millones de personas han tenido que huir de la opresión dictatorial del estado dominado por el socialismo del siglo XXI.

Con gran pesar se observa el golpe de Estado que ha dado el gobierno de Maduro a las elecciones del 28 de julio y estamos frente a un panorama desolador en el que más bien parece que se llevó a cabo una pieza de teatro, para darle un trasfondo de democracia, en unas elecciones que parecían más una ‘pelea de tigre con burro amarrado’, pues además de imponer el resultado antes de comenzar la votación, millones de ciudadanos del hermano país no pudieron hacer uso de su derecho al voto por decisiones del gobierno, bien fuera porque no les permitieron acercarse a las mesas de votación, o porque no los inscribieron en las listas de votantes o porque no les permitieron llegar al país para ejercer su derecho.

Con todos los obstáculos que colocaron las autoridades para afectar a la oposición, no es fácil que se pueda hablar de democracia, pues seguramente muchas cosas querían esconder. Esto queda confirmado cuando a un grupo de expresidentes y parlamentarios extranjeros tampoco se les permite el acceso al país para que sirvieran de testigos frente a la que debe ser una fiesta nacional, donde la voluntad de la población elige a quien debe regir los destinos de su querida nación.

Desde lejos se siente el olor a trampa, a un descarado fraude electoral, pues ni siquiera hubo reportes de los avances del conteo, ni se mostraron las actas, y las sonrisas descaradas y cínicas de Cabello, Amoroso y Rodríguez ante los medios de comunicación antes del pronunciamiento a favor de Maduro confirman la componenda que seguramente se había hecho con el CNE. Qué robo tan vergonzoso y qué tristeza ver cómo la izquierda abusa y humilla a los pueblos.

Preocupa que, frente a estas arbitrariedades contra los derechos humanos en el vecino país, no se hayan escuchado los pronunciamientos contundentes de organizaciones como la ONU, la OEA y otras instancias internacionales para que se proteja a esta población. Me atrevo a pensar que ‘parece existir complicidad’ con el régimen dictatorial que se encuentra en funciones, porque el que calla, otorga. De ser así, también estamos viendo que la ONU, aunque tiene dientes, es mucho ‘bombo’, pero poco de efectividad y, por tanto, debería replantearse su función en el convulsionado mundo en que hoy nos desenvolvemos.

La enseñanza es que mientras más tiempo esté la izquierda en el poder, más profundas son las raíces que los aferrarán al mismo, porque el poder obsesiona. Colombia no puede caer en las garras del comunismo por indiferencia o apatía de algunos que se dejan engañar por la dialéctica progre. Que lo que esta sucediendo con nuestros vecinos no se repita en el país.

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