OPINIÓN

Duque quemó los cartuchos

Con Venezuela ya no hay plan B que valga. El presidente Duque ya se jugó todas sus cartas y se quedó sin un as bajo la manga. El obsesivo afán de asumir un liderazgo regional lo llevó a asumir como una cruzada el derribamiento del gobierno chavista de Maduro, sin importar cómo hacerlo; cómo conseguirlo; y, hasta ahora, fracasó.

Javier Gómez, Javier Gómez
1 de octubre de 2019

Una nueva estocada final contra el régimen de Maduro vendría desde la Asamblea General de la ONU: la estrategia, fríamente calculada, estaba diseñada para que funcionara a pedir de boca: realizar un foro sobre la realidad de Venezuela para provocar solidaridad internacional; la reunión pactada entre Trump con los enviados de Guaidó, serviría para fortalecer al autodenominado presidente; y el puntillazo final lo daría Duque con su intervención ante la Asamblea General poniendo en evidencia los alcances “narcoterroristas” de las castas chavistas que gobiernan ese país. 

Pero nada resultó: el Ministro de Defensa Botero, no ayudó y la inteligencia militar tampoco; su aliado en la causa, Estados Unidos, con sus decisiones provocó incertidumbre; y el descafeinado Guaidó y compañía (sus socios de la oposición) cada que abren la boca, empeoran las cosas. 

Los desatinos diplomáticos de Bogotá y Washington y la insípida oposición venezolana han fortalecido el gobierno de Caracas. Comencemos por partes: Duque se fue a la ONU a entregar un dossier contra el régimen chavista por la presunta presencia terrorista en  territorio veneco de grupos guerrilleros colombianos, y los registros gráficos que soportaban el informe-denuncia, resultaron chimbos.

¿Cuál fue el precio de esa mentira? El oso internacional que se hizo al presentar unas supuestas pruebas que resultaron falsas y, por supuesto, poner en evidencia la falta de inteligencia de la Inteligencia Militar del Ejército colombiano en la elaboración de un documento que pretendía poner a Maduro como el promotor del “terrorismo mundial”. ¿Cuál fue el efecto contrario? Que Colombia fuera el hazmerreír de la Asamblea General de la ONU.

Pues bien, continuemos con el libreto. En el foro de marras organizado por fuera de la Asamblea de la ONU que buscaba hacer una valoración de la crisis venezolana, la presencia de la oposición aliada a Juan Guaidó, estaba garantizada y la vocería también: Liliam Tintori, esposa del político encarcelado por el régimen Leopoldo López, sería la encargada de exponer los criterios opositores y dijo que “quienes nos ayudan (en nuestra labor humanitaria) son personas de la zona (de frontera), así como grupos irregulares y también son paramilitares. Todos quieren un cambio, todos quieren salud para Venezuela”.  

Si a ese pronunciamiento le sumamos las famosas fotos de Guaidó con los paracos colombianos, de nada ayuda a los denodados esfuerzos del presidente Duque y su canciller Trujillo para devolver la democracia a Venezuela; la razón de su proyecto diplomático.

Reitero, nada le resuelve cruzada en que está empeñado el gobierno colombiano; su principal aliado en esta causa, Donald Trump, de un momento a otro, como suelen ser sus decisiones, despidió a su asesor de Seguridad John Bolton, el hombre que lo metió en esta contienda en la seguridad de que “Maduro y el régimen chavista caería en cuestión de horas”. Pasaron los días y los meses, Maduro se afianzó y Bolton se fue. 

En resumen, el presidente Duque quemó, hasta ahora, todos los cartuchos diplomáticos frente a Venezuela. Destapó demasiado pronto sus cartas y cuando las utilizó sus amigos lo metieron en problemas; sin solución a la vista, el presidente embebido en su ambición de derrocar a Maduro a como dé lugar se estrelló con unos resultados adversos, tanto que hoy no le queda otra salida que apostarle a la vía diplomática y el diálogo; no se le puede olvidar a Duque que son dos mil 220 kilómetros de frontera los que compartimos con el vecino país y que inexorablemente están ahí, como el testigo elocuente que le dice que es mejor convivir que pelear. 

@jairotevi

 

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