OPINIÓN

Presidente Duque proteja la vida, destierre el asbesto

La violencia en Colombia ha causado millones de muertes, muchas de ellas desapercibidas, porque se constataron como en el aluvión, en forma lenta e imperceptible. Así mismo, el asbesto viene causando muertes a diario porque es un depredador casero bajo el cual dormimos, nos cepillamos los dientes, nos duchamos, y con el que las autoridades nos han obligado a convivir inescindiblemente.

Marco Tulio Gutiérrez Morad, Marco Tulio Gutiérrez Morad
19 de junio de 2018

La Organización Mundial de la Salud reportó más de cien mil muertes por enfermedades relacionadas con el asbesto, mineral de fibras largas que se pueden separar y que son suficientemente flexibles y resistentes a altas temperaturas, usado en muchos productos de construcción como tejas, baldosas, azulejos, productos de papel y cemento, pinturas, tuberías, y productos para automóviles como los frenos, entre muchos otros.

Desde hace casi un siglo, las autoridades médicas demostraron que este mineral produce cáncer, convirtiéndose en uno de los productos de mayor mortalidad en el mundo, motivo por el cual en los países desarrollados se prohibió su uso.

En Colombia pareciera que el asbesto tiene unos pocos pero poderosos defensores, quienes desde el legislativo saltan en su radical, pero oscura y taimada tutoría.

Nunca conocí ni tuve el placer de hablar siquiera con Ana Cecilia Niño, quien con cara de súplica, -como cuando Madame de Roland vaticinaba el destino de Francia ante la guillotina en la Plaza de la Revolución-, le informó al país que el asbesto estaba aniquilando su vida y que en Colombia causaba miles de muertes en personas afectadas por cáncer pulmonar producido silenciosamente a quienes tienen cercanía con este letal elemento.

Ana Cecilia murió y su esposo Daniel Pineda emprendió una lucha titánica que fue apoyada por más de 132.000 ciudadanos para que el Legislativo prohibiera el asbesto y así cesara la horrible noche que nos cobija debajo de este material altamente dañino.

A raíz de esta ardua y denodada intención de proscribir el asbesto, ante más de 7 intentos, se aprobó la iniciativa en primer debate en octubre de 2017, ¿pero qué pasó con el trámite congresional?, es la hora que nadie sabe, se perdió en medio del poder y la avaricia de pocos, la que llena los bolsillos, pero la que carcome el alma.

Según un estudio de la universidad de los Andes y de Greenpace, nuestro país produce asbesto en grandes cantidades constituyéndose en el sexto país de la producción mundial. Hasta la fecha, Colombia se enorgullece de haber cubierto más de 300 millones de metros cuadrados con tejas de asbesto, representando aproximadamente un millón y medio de viviendas que se “resguardan” con este material.

40.000 kilómetros de tubería de acueducto y alcantarillado están tendidos con el asbesto en todo el territorio nacional.

Los productos que contienen crisolito como los elaborados con asbesto, con el paso del tiempo sufren daños y van liberando fibras en el ambiente durante los trabajos de mantenimiento de edificios residenciales y de oficinas, en los procesos de demolición y de eliminación de residuos de construcción, y como consecuencias de desastres naturales como los terremotos.

Estamos durmiendo con el enemigo más letal que existe sobre la faz de la tierra y podría pensarse que este material causaría más muertes que la violencia en nuestro país.

Presidente Duque, como en su discurso de victoria del pasado domingo usted dijo que iba a proteger la vida, los bienes y la honra de los colombianos, empiece por aquí, destierre el asbesto y salve vidas desde ahora adoptando una política pública vía decreto, mientras presenta un nuevo proyecto de ley en homenaje a Ana Cecilia Niño.

Basta con aplicar lo establecido por la Corte Constitucional en la Sentencia C-493/98, mediante la cual declaró exequible el convenio 162 sobre utilización de asbesto en condiciones de seguridad adoptado en la 72 reunión de la Conferencia General de la OIT, Ginebra 1986, al cual se le ha hecho caso omiso para prevenir y controlar los riesgos para la salud debidos a la exposición al asbesto, extendiéndose dicha protección no solo a los trabajadores que tienen contacto con este material sino a toda la población que en forma universal está expuesta.

A los órganos de control, Fiscalía General de la Nación y Procuraduría General de la Nación, los exhorto para que investiguen el oscuro trámite que de un momento a otro dejó de surtirse en el Congreso que desde hace rato estaría evitando las muertes por el asbesto, el enemigo con el que los propios padres de la patria duermen, pero que como en las pestes de la edad media, jamás tocó a los soberanos.

(*) Abogado Constitucionalista.

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