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Ecuador: crisis y escenarios

Lo más grave de la llegada de Correa al poder sería la tenaza en la que queda Colombia con dos mafiosos gobernando los principales países de frontera y de negocios. Con un Maduro consolidado y con Correa al otro lado y un gobierno de derecha en Colombia en el 2026, el ELN, las Farc y los narcos tendrían grandes santuarios en ambos países.

Francisco Santos
20 de mayo de 2023

El terrible gobierno de Guillermo Lasso en Ecuador llegó a su fin. Y su herencia es la gran posibilidad del condenado expresidente Rafael Correa, o por lo menos su partido, de volver al poder. Su ego y su falta de manejo político juntó enemigos y facilitó este triste fin de un gobierno que muchos pensamos iba a consolidar el regreso de este país a la democracia liberal plena, pero que acabó haciendo todo lo contrario. ¿Y qué viene ahora? Veamos.

Lo primero es que Lasso logró lo imposible, juntar a Correa, a Pachakutik y a Jaime Nebot en su contra. La izquierda radical, el indigenismo y la derecha, juntos con el propósito de sacar al presidente del poder. Los votos sumados en el Congreso lo habrían destituido y, por eso, quedó con dos alternativas: o renuncia, o decreta la muerte cruzada, en la que se disuelve el Congreso, él gobierna por decreto seis meses y hay elecciones presidenciales y de Congreso en ese tiempo para terminar el periodo, es decir, hasta el 2025. Lasso se fue por la segunda opción y hasta ahí llega esa alianza, pues Pachakutik y Nebot querían la renuncia, mientras que Correa quiere las elecciones.

Todo está en manos del Tribunal Constitucional, quien debe definir si el decreto de muerte cruzada se ajusta a la ley o no. Y ahí comienzan los escenarios. Eso sí, hay que aclarar que este tribunal es independiente, por lo menos hasta ahora, pues las presiones que va a tener son inmensas. De su fallo se desprende el futuro político del Ecuador y en especial de Rafael Correa, quien tiene una gran imagen negativa en ese país, pero su movimiento político no.

Si el Tribunal decide que el decreto es constitucional, tendremos seis meses de gobierno por decreto y unas elecciones que tienen garantizado que el candidato de Correa pase a segunda vuelta. Ya Lasso comenzó con los decretos deshaciendo su terrible reforma tributaria, que aumentó los impuestos a la clase media de manera brutal. Y tiene pensada una reforma laboral que sí genera empleo, no como la de Petro en Colombia, pero que va a producir la reacción de los sindicatos.

En el tema electoral, falta ver quién es el candidato de la derecha que, desligado de Lasso, pueda aprovechar la desfavorabilidad de Correa. No se ve nadie en el panorama, y Nebot, el gran poder político de Guayaquil, ha perdido fuerza. Tanto es así que fue derrotado en las elecciones pasadas en su ciudad, otrora su gran fortín electoral. Pero seis meses son mucho tiempo y ahí entra a jugar un gran sector indígena, mayoritario, que no quiere a Correa para nada. Esperemos a ver qué pasa, pero esta batalla va a estar para alquilar balcón. Lo cierto es que Lasso, con una popularidad en el 15 por ciento, no pinta para nada así él y los suyos crean que sí.

Donde se vienen los escenarios más interesantes es si el Tribunal decide que el decreto no es constitucional y, por lo tanto, volvemos al momento del juicio contra Lasso en el Congreso. En este escenario, pueden pasar varias cosas, hasta lo impensable, pues todos sabemos que la política es el arte de lo posible o, como se dice en Colombia, es dinámica.

Lo primero es si esa coalición de diferentes se mantiene. Correa quiere elecciones, pero de pronto se le aparece la virgen Lula. ¿Cómo así? Sí, puede negociar sus votos en el Congreso para que llegue el vicepresidente si este acepta mover los hilos para que su condena se caiga, como la de Lula en Brasil, y él pueda ser en el 2025 candidato a la vicepresidencia, como Cristina Kirchner en Argentina. O le hace la misma propuesta a Lasso, que, ya se sabe, traiciona hasta la mamá, lo que le da dos beneficios. El primero deja a Lasso hasta el 2025 y, con el desastre que ha sido, llega con más poder a las elecciones de ese año. Y, segundo, si le tumban su condena, iría a elecciones y entraría a mandar en persona en Ecuador, a donde no puede ir, pues está evadiendo la justicia. Además, como buen déspota populista, se cree indispensable, el centro del universo.

Los votos del correísmo son fundamentales en cualquier decisión que se tome en el Congreso y, por ello, su jefe tiene los ases en la mano. Él decide no solo el futuro de Lasso, sino también el del vicepresidente. Me imagino que si esto estuviera pasando en Colombia, la vicepresidenta Francia Márquez entregaría la cabeza de Petro en un segundo y encimaría la de su pareja por llegar al poder. Triste, pero así es la política y los egos que se manejan a ese nivel.

Ahora bien, lo que queda como lección de este episodio, al igual que el del Perú, donde al Congreso se le da el poder de destituir a un presidente, es que en ambos casos se genera una opción que, siendo legal, subvierte el principio democrático de la separación de poderes. ¿Se imaginan a Petro gobernando seis meses por decreto? ¿Y sin Congreso? Castillo quiso hacerlo y no pudo. Es el sueño de todo déspota hecho realidad. Pero, a pesar de que en Perú se salvó la democracia cuando destituyeron a Castillo, la verdad es que este tipo de legislaciones son un riesgo inmenso, y, en el caso de Ecuador, quien muere en este decreto de muerte cruzada es un gran pedazo de la democracia.

Ahora, esta inestabilidad no es buena para Colombia. Ecuador hoy es un gran epicentro de narcotráfico, lo que beneficia esa industria ilegal, que crece al amparo de la paz total de Petro. Nunca los narcos, y ahí incluyo al ELN y a las Farc, habían tenido un mejor momento para crecer y expandir su ilegalidad, lo que incluye control territorial y político. La crisis política en Ecuador es una gran ñapa para los narcotraficantes.

Pero lo más grave de la llegada de Correa al poder sería la tenaza en la que queda Colombia con dos mafiosos gobernando los principales países de frontera y de negocios. Con un Maduro consolidado y con Correa al otro lado y un gobierno de derecha en Colombia en el 2026, el ELN, las Farc y los narcos tendrían grandes santuarios en ambos países.

Ah, claro, me olvidaba, eso ya pasó del 2007 al 2010 cuando las Farc, el ELN y los paramilitares recibieron los peores golpes de su historia. Por eso, acá en Colombia dediquémonos a cuidar nuestra democracia, que el pueblo y las instituciones se encargarán de lo demás.

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