OPINIÓN ON-LINE

Cambiar la cultura del consumo de alcohol

No somos un país bebedor, en realidad somos un país de borrachos, que es muy distinto.

Semana.Com
3 de marzo de 2016

Hace 10 años Colombia era el país de Latinoamérica en donde los menores de 14 años tenían mayor consumo de alcohol con un deshonroso 37,61% según el estudio de la OEA del 2006, superando a países de tradición vinícola como Argentina, Chile y Uruguay; desde ese momento, diferentes organizaciones han venido trabajando en cambiar la cultura del consumo de alcohol en menores de edad: ¡vaya reto! En el mundo adulto parece ser diferente; no somos un país bebedor, en realidad somos un país de borrachos que es muy distinto, pues mientras en algunos países el consumo per-cápita es superior al colombiano, al parecer los desastres asociados al abuso son diferentes, pues suelen dividir su consumo en 365 dosis al año, mientras que en Colombia no tenemos un consumo en frecuencia sino en intensidad, lo que quiere decir que no nos tomamos una cerveza antes del almuerzo o un vino antes de la cena, pues trabajamos con juicio y disciplina de lunes a viernes, pero al llegar el sueldo o el añorado fin de semana, consumimos alcohol de forma desmedida y compulsiva como si la idea fuese morir. Por supuesto, aunque de manera no tan obvia, nuestra pauta de consumo abusivo de alcohol tiene relación con nuestros consumos a temprana edad, pues entre más joven se consuma, se suele tener una peor pauta de consumo en la adultez.

El asunto es que nosotros los adultos estamos convencidos de que el problema acá son los adolescentes, pues los mismos nos parecen contestatarios, revolucionarios, impertinentes y sin ningún límite. Ahora bien, los jóvenes siempre han sido jóvenes, ya decía Sócrates hace cerca de 2500 años:  “los jóvenes actuales no respetan límites ni normas, ya no son como nuestra época”. En realidad, los jóvenes son maravillosos, llenos de vida, con ideas de cambiar el mundo, con esperanzas y cuestionando nuestra incoherencia al menor detalle. No es posible que acusemos a los jóvenes del desbordado consumo de alcohol, pues lo cierto en nuestro país es que no existen jóvenes de 13 años dueños de discotecas en donde dejen entrar menores de edad, no hay niños de 12 años dueños de establecimientos en donde le vendan alcohol a los menores, difícilmente existen personas de 17 años haciendo las leyes y exigiendo su cumplimiento, mucho menos niñas de 14 años haciendo la publicidad o dando los permisos y los recursos económicos para las fiestas; nosotros los adultos somos los principales patrocinadores de esto, pues hemos construido este modelo hegemónico de diversión, en donde el disfrute sin alcohol no es tan fácil de lograr.

Ahora bien, lo que parece ser difícil en este cambio cultural, es tomar distancia de nuestra propia historia, pues muchos de los actuales adultos, consumimos alcohol antes de ser mayores de edad y juzgamos entonces por la experiencia personal, considerando que como no sucedió “nada grave”, pues a nuestros hijos tampoco les pasará, como si fuéramos la medida de todas las cosas y la vida de ellos fuese una réplica de la nuestra. Muchos creen que es mejor que consuman alcohol dentro de casa para que afuera no corran riesgos sexuales o de violencia, reflexión comprensible pero que no justifica la acción, pues el alcohol en sí mismo, con independencia de donde se consuma, está asociado en la adolescencia a una mayor presencia de depresión, a  un peor desarrollo de habilidades cognoscitivas y su implicación académica, a una afectación del desarrollo cerebral en zonas encargadas de la memoria, así como a un sin número de problemas médicos que pueden expresarse con el paso del tiempo. Si bien, podríamos pensar que a pesar de nuestro consumo de alcohol en la adolescencia parece ser que nuestro cerebro ha quedado intacto, ya que muchos adultos actuales son exitosos, es importante considerar que el mundo de nuestros hijos es el 2040 y que seguro las competencias que requerirá el mercado en aquel momento, implicarán un mejor desarrollo de habilidades mentales.

El alcohol es un tema de adultos y aunque con ingenuidad asumimos que ser adulto significa ser responsable, sin lugar a dudas en cuestión de riesgo y daño, el consumo de esta sustancia debe reservarse para los mayores de edad, con la meta que aquellos quienes prefieran no ser abstemios puedan tener un consumo de bajo riesgo. El mundo actual es responsabilidad de todos, cambiar la cultura del consumo de alcohol en menores de edad puede sonar tan utópico como cuando creíamos que era imposible dejar de tener ceniceros de cristal en las casas o de fumar en espacios cerrados, incluso hubo una época en la que se pensaba que era importante amarrarle la mano a los niños zurdos para que no fueran hijos del demonio y se convirtieran en diestros, o que el cinturón de seguridad era incómodo y tonto. Cambiar la cultura es posible y es una tarea que debemos asumir con urgencia.

Efren Martinez Ortiz Ph.D.

info@efrenmartinezortiz.com

 

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