Marco Tulio Gutiérrez

OPINIÓN

¿El abismo de la reforma tributaria es el ascenso de Vargas Lleras?

Más que un caudillo, necesitamos respaldo de una persona con experiencia, firmeza y sentido de pertenencia por un país plagado por la falta de empatía hacia el pueblo. La gente está cansada de los titubeos políticos y de flacos proyectos que ridiculizan el criterio político del país.

27 de abril de 2021

Todo parece indicar que el “totazo” de la reforma tributaria presentada por el gobierno nacional, naufragará antes de haber zarpado, las cuentas preliminares que se hacen al interior de cada comisión permanente, muestran una clarísima tendencia sobre el inminente fracaso de la iniciativa gubernamental, la cual será matizada como un estrepitoso e indiscutible fracaso del presidente Duque, que sin duda, termina siendo una nueva frustración dentro de estos complejos y tormentosos momentos por los que atravesamos. Para nadie es un secreto que el Plan de Vacunación, lejos de ser el éxito que el gobierno tenía presupuestado para darse un nuevo aire, que avizoraban como un bálsamo para la lacerada imagen de aprobación del primer mandatario, ha sido un cúmulo de vicisitudes, con enormes retos que han sembrado más dudas que certezas, sepultando la imagen del presidente en índices de desaprobación jamás vistos, así mismo, la denominada tercera ola de covid-19 ha sido inclemente con todos los gobernantes del país, un rebrote que ha pulverizado todos los registros y marcas negativas durante las épocas más apremiantes de este año y un mes desde que se descubrió el primer caso activo de coronavirus en Colombia. Llevamos la trágica cifra de 71.351 personas fallecidas, solo el domingo 25 de abril se presentaron 465 decesos y un total de 17.190 casos de nuevos contagios, consolidándose como una jornada negra en nuestro país, en la lucha contra esta enfermedad que ha sometido a la humanidad desde principios del año 2020.

El gobierno nacional en medio de su afán de lograr entregar soluciones y ayudas materiales y efectivas a los más necesitados presentó un remedio que terminó siendo más gravoso que la misma enfermedad, una reforma tributaria que vorazmente y en medio de una crisis sin precedentes, en medio de la pandemia se tornaba en un instrumento de confiscación para las clases más necesitadas, en especial, contra la clase media, prácticamente la medida estuvo en el ojo del huracán desde el mismo instante en que el alto gobierno intentó socializarla con gremios, y sectores empresariales, la difusión de su contenido por las redes sociales volvió la iniciativa una bomba de tiempo, sin embargo, en medio de esta tormenta, Germán Vargas Lleras, quien desde su espacio de opinión en el diario El Tiempo se dedicó a hacer un juicioso análisis de los gruesos errores y de las graves consecuencias que se verían en caso de que el gobierno lograra la aprobación del texto en el legislativo, con agilidad y olfato, como si aún ocupara una curul en el Congreso, Vargas Lleras orquestó una verdadera ofensiva política cuyo resultado dejó la reforma herida de muerte. El dirigente político, quien llevaba varios meses al margen de la figuración pública, la semana pasada se puso el overol y movió el aparato político, armando un bloque de tremenda envergadura para la oposición a la iniciativa planteada por el Ministerio de Hacienda.

Sin duda, este despliegue, esta desmarcada, hablando en términos futbolísticos, de Germán Vargas Lleras, nos pone nuevamente en un asunto común; Colombia requiere a toda luz de experiencia, de coraje, de liderazgo, nuestro contexto político, parece que quedó relegado a una apuesta dentro del blanco y el negro radical de la polarización, sin tener en cuenta que es fundamental traer nuevamente al ruedo la dimensión del verdadero dirigente político, de aquel personaje que desafortunadamente, a excepción de Gustavo Petro, natural líder de la izquierda colombiana no se vislumbra en ningún otro partido o rincón político. Para el uribismo, la renuncia de Álvaro Uribe Vélez dejó una clarísima sensación de orfandad, sin mencionar el penoso deceso de un verdadero hombre de Estado como era Carlos Holmes Trujillo, quien hubiera podido encarnar esa figura, así mismo el Partido Liberal, cuya transición a la juventud fue una apuesta que si bien ha dejado nombres de notables legisladores, no ha logrado definir la imagen de un verdadero líder, donde la dirección y manejo del partido siguen incólumes en cabeza de sus perennes dirigentes, que desde la elección de Ernesto Samper no han logrado llevar a un presidente a la casa de Nariño. La situación en las toldas conservadoras no es más esperanzadora, son ya varias décadas en las que no se ve un reemplazo para Andrés Pastrana, para Noemí Sanín o para Marta Lucía y ni qué hablar de los demás partidos, en los que no se puede ver más allá de incongruencias y los cuales solo dependen de burdos acuerdos clientelistas que incluso llevan a buscar como aliados a sus más acérrimos contradictores, solo basta recordar los tarjetones para las elecciones territoriales en 2019, en los que al lado de una foto de un candidato figuraban distintos logos de diversas colectividades políticas; como si se tratara de una camiseta de un ciclista llena de patrocinadores.

Es una realidad, nuestro país no puede darse el lujo de entregar la dirigencia del alto gobierno a la inexperiencia o a la falta de contexto con la realidad de un país que vive en un constante padecimiento, en pobreza, en precariedad, donde es obligatorio marcar diferencias y evitar la perpetuación de la desconexión entre ciudadanía y Estado, de ahí la importancia de encontrar un candidato que con solvencia pueda hacer un verdadero bloque de contención al trabajo que lenta e imperceptiblemente, la izquierda en cabeza de Petro viene capitalizando, al punto que pareciere que este gobierno, con sus frecuentes yerros y polémicas, fuera el jefe de debate del candidato de izquierda, quien con un hábil discurso y una impresionante habilidad para leer el descontento social, ha configurado un discurso que suena y gusta mucho entre una juventud que no se siente identificada con ningún actor tradicional y con unas clases emergentes y sociales que nunca han estado privilegiadas.

P.D:. Esta semana, con emoción vimos una noticia publicada en la cuenta de Twitter del doctor Felipe Ramírez, quien narró cómo un conductor del sistema integrado de transporte llamado Roldán Villanueva, atendió a las 2:30 de la madrugada una emergencia de una mujer que tuvo que dar a luz en plena calle, el conductor, le dio primeros auxilios a la mujer y ayudó a recibir al bebé. Un verdadero acto heroico, de esos que nos devuelven la fe en la humanidad, ¡enhorabuena!

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