OpiNión
El caramelo envenenado que se tragó Fedegán
Pronto nos tildarán otra vez de “despreciables buitres de la guerra” a quienes rechazamos regalar curules a autores de crímenes de lesa humanidad.
“Audaz”, fue el calificativo más repetido por analistas y políticos al ser consultados sobre la decisión de Gustavo Petro de incluir a José Félix Lafaurie en el show caraqueño con los criminales del ELN.
No hablaron de “mano tendida”, de unir al país frente al enésimo simulacro de proceso de paz con una banda de desalmados asesinos. Proceso, por cierto, en el que ya casi todo está acordado.Por si quedara alguna duda sobre esa oferta envenenada, que debilita aún más a un gremio atenazado por el miedo a la invasión violenta de sus fincas y a leyes cicateras, la clarificó Gustavo Bolívar, botafuego favorito del Pacto Histórico.
“Muchos lo queríamos ver preso”, trinó el senador sobre el presidente de Fedegán. “Con este gesto audaz, el Presidente golpea la polarización y demuestra que no hay paz sin perdón social”, concluyó Bolívar. Es decir, en lugar de criticar a la guerrilla y a sus 17 criminales-delegados, insinúa que son los ganaderos y su líder los matones del paseo.
Nunca los bajan de despojadores de tierras y paracos, pero ahora, y si se portan bien haciendo la ola a los diálogos con el ELN, los perdonarán. Y no crean que será una carta blanca. En cualquier momento, si rechistan por lo que sea, pueden reconsiderar el anhelo de verlos presos.
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Lo mejor de Bolívar es que desnuda los efectistas embustes de su jefe, que debe pensar que la nueva combinación de formas de lucha consiste en sustituir las balas del M-19 por jugadas “audaces” y falacias a mansalva.
Si con las armas les fue muy bien, tanto en logros políticos como en borrar su pasado sangriento, coronarán cimas aún más altas con mentiras inteligentes y el recurso a las masas organizadas.
De pronto algunos creyeron que, una vez instalado en el Palacio de Nariño, Gustavo Petro intentaría unir las dos orillas nacionales en lugar de incendiar los puentes. Que abandonaría la mentira como táctica de combate. Que no necesitaría construir sus argumentos sobre premisas falsas. Y que no volvería a recurrir a la peligrosa fábula de que sus opositores quieren eliminarlos.
Sin embargo, de nuevo reiteró, ante jóvenes universitarios y una lideresa de su club de fans parisino, que si no estás con él, eres un fascista.
Con un lápiz de maestro en la mano –detalle cargado de simbolismo que le ha dado por usar en distintos escenarios–, y el aire de superioridad moral que tanto prodiga, proclamó que las izquierdas ejercen la sagrada misión de salvaguardar la paz y la democracia, que son, dijo, las “fuerzas que detienen el fascismo”. Y remató con una sentencia tan irresponsable como infame: “Porque lo que está al otro lado son proyectos políticos que pretenden eliminar la diferencia”.
¿Acaso el Centro Democrático, el Partido Verde Oxígeno y Salvación Nacional, declarados opositores, no defienden ideas distintas ni propuestas alternativas a la izquierda radical petrista, sino que ansían aniquilar al contrario?
Antes de lanzar tamaña calumnia, había mencionado que “las derechas han masacrado en América Latina. Colombia es un caso”. Pero en su larga perorata no hubo alusión alguna a las guerrillas ni a las despiadadas dictaduras socialistas y comunistas que aún perviven en nuestra región latinoamericana.
Lo curioso es que Petro no se limita a difundir ese tipo de infundios en recintos estratégicos. A pesar de ser jefe de Estado con enormes responsabilidades, dedica tiempo a la minucia de descalificar voces críticas en las redes sociales.
Daniel Briceño, un abogado que revela en Twitter un sinfín de corruptelas e incoherencias cotidianas del presunto gobierno del cambio, mostró esta semana un documento con las exigencias logísticas de Presidencia para una visita a damnificados por el invierno.
Como puso la foto de la carta en su trino y pudimos leerlo, nadie puede negar su veracidad. Pedían neveras de icopor (tan ambientalista) con determinadas gaseosas, pero quitándoles las marcas; sala vip con aire acondicionado y otros caprichos fuera de lugar, del estilo de las famosas almohadas de plumas de ganso.
Gustavo Petro replicó irritado: “Así va el nivel de calumnia de nuestra extrema derecha”, y añadió que es alérgico al aire acondicionado y vainas parecidas.
Sería absurdo no admitir que estamos ante un brillante prestidigitador, cargado de rabias y recovecos mentales, un hábil orador que está logrando avanzar hacia la construcción de una Colombia de marcado tinte socialista, solo para los suyos. En su soñado país de pensamiento único quedarán desdibujadas las fronteras entre los criminales y los colombianos honestos que jamás recurren a la violencia y la corrupción para salir de la pobreza.
Obvio que pronto nos tildarán otra vez de “despreciables buitres de la guerra” a quienes rechazamos regalar curules a autores de crímenes de lesa humanidad. Y los capos guerrilleros, de grueso prontuario, volverán a ser los honorables pacifistas.El domingo, en Caracas, arranca la nueva temporada del eterno culebrón.