OPINIÓN
El centro también existe y es el camino
Necesitamos acuerdos sobre los temas fundamentales, que nos permitan el progreso, la libertad y la paz. Soluciones novedosas y contundentes fruto de acuerdos entre todos, en los términos del centro radical de Anthony Giddens.
La revista SEMANA en su pasada emisión, en nota central y tema de portada, pregunta: ¿Existe el centro?,con el trasfondo de las imágenes de Álvaro Uribe y Gustavo Petro.
Se trata de un excelente análisis de la política nacional y de las aspiraciones presidenciales de diferentes personajes. Primero, advierte una profunda fragmentación política. Segundo, identifica cuatro tendencias, los dos extremos y sus versiones moderadas. Tercero, el antecedente inmediato sería la ruptura entre Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, que ocasionarían la idea de centro. Cuarto, algunos critican el centro como posición tibia, allí estaría Sergio Fajardo con más de 4,6 millones de votos en las pasadas elecciones presidenciales. Quinto, la polarización se generaría entre Uribe y Petro. Sexto, según una encuesta reciente, los colombianos somos 36,5 % de derecha, 30,2 % de centro, 17 % sin tendencia y 16, 3 % de izquierda.
Quisiera ofrecer otros puntos de vista. De un lado, la Constitución previó partidos y movimientos políticos, los primeros dividen posiciones enfrentadas, por ejemplo, libre comercio contra proteccionismo de Estado, mientras que los segundos suelen ser posiciones generales como el ambiente o la diversidad cultural, que pueden interesar a muchos. De otra parte, a partir de la frase de Hegel “Todo lo real es racional y todo lo racional es real” se entendió que idealistas estarían en la derecha y materialistas en la izquierda. Ahora bien, el análisis de los candidatos es más bien mediático, el asunto es cuáles son las preferencias y tendencias de los grandes sectores sociales.
Podría decirse que la clasifiación de los candidatos según su posición en relación con el papel del Estado en la economía o su opinión en cuanto a la propiedad privada y el desarrollo es limitada. En mi opinión, el problema es la falta de propósito colectivo, la poca importancia que le damos a nuestra historia, la ignorancia acerca de quiénes somos y nuestro lugar en un mundo internacionalizado. Carecemos de una visión hemisférica consistente y somos un sátelite en la geopolítica internacional.
La conquista española fue una empresa de difusión católica y consecusión de oro por parte de aventureros y desplazados, que dividió milimetricamente la sociedad por razas; mientras que en Norteamérica fue la búsqueda de la libertad religiosa por parte de familias en el nuevo mundo, que produjo una sociedad multicultural de múltiples conjugaciones étnicas. La primera, lamentablemente, implicó un mestizaje violento y discriminador; en cambio, la segunda fue el establecimiento de un ideal europeo, no exento de violencia y segregación. La primera no logró producir un gran Estado, se fragmentó en repúblicas, hoy en vías de desarrollo; en tanto, la segunda gestó la unión de estados más exitosa de esta época.
Lo cierto es que se requiere superar la polarización política, ir más allá de divisiones fáciles con resultados políticos de corto plazo. Que guerrilleros reinsertados que acudieron a la violencia y la muerte para promover sus ideales políticos hablen de Colombia Humana, no deja de ser un contrasentido. Que la autoridad y ejercicio de la fuerza se prediquen como propuesta democrática, no es más que respuesta al desorden y la desestabilización.
Hoy más que nunca, necesitamos acuerdos sobre los temas fundamentales, que nos permitan el progreso, la libertad y la paz, en este mundo globalizado, todo lo cual no se logra sino a través de soluciones novedosas y contundentes fruto de acuerdos entre todos, en los términos del centro radical de Anthony Giddens, como señala la nota de la revista SEMANA.
El Centro también existe y es el camino.