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José Miguel Santamaría Uribe

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El club de los remadrugadores

La primera condición para pertenecer a este club es que no se necesitan ayudas para que pase. No hay ni despertadores, ni una hora específica para hacerlo.

José Miguel Santamaría
30 de agosto de 2024

Aunque Colombia es un país donde la jornada laboral empieza más temprano que en la mayoría de los países, y que nos han enseñado por generaciones que hacerlo es símbolo de ser buen trabajador, de comprometido y no perezoso, una cosa es despertarse a las 5 o 6 de la mañana a empezar el día y otra muy diferente es la de despertarse desde las 3 de la mañana.

Se han escrito muchísimos libros y artículos sobre el tema, se habla de diferentes significados de este madrugar, desde temas diabólicos de los que se despiertan a las 3:33 de la mañana, o los que lo hacen porque su organismo o algún órgano en particular se lo pide y que cada hora del día es de un órgano del cuerpo, entonces debe ir al médico a hacerse revisar el hígado o el páncreas, o porque es el momento donde salen a relucir todas las angustias y los “estreses” de las personas (es cuando se les acaba el mundo), en fin... Hay significados buenos, regulares y malos.

Yo soy uno de esos afortunados que, al principio, cuando me empezó a pasar, sentí angustia y empecé a pensar que estaba mal en mi organismo o en la cabeza para que me estuviera pasando esa desgracia. Veía a las demás personas dormir plácidamente y me daba envidia. Hoy me veo completamente distinto: ya les contaré por qué.

La primera condición para pertenecer a este club es que no se necesitan ayudas para que pase. No hay ni despertadores, ni una hora específica para hacerlo. Simplemente pasa en algún momento de la noche porque sí. Lo que sí se nos vuelve más habitual a los miembros de este club es que empezamos a buscar la manera de acostarnos más temprano para tener las horas que debemos de sueño, aunque generalmente dormimos menos horas que el común de las personas.

Estas horas de la mañana son muy importantes por muchas razones: para reflexionar, para pensar temas que a lo largo del día es complicado, para planificar el futuro y el día que se avecina, pero lo principal, para hacer las cosas que se tienen que hacer y que necesitan de concentración y silencio. A estas horas no hay celulares, no hay tráfico en las vías aledañas, no suena el timbre de la casa, no lo llaman del banco, y menos le venden planes de datos.

Hasta las redes sociales calman su impulso. Los temas que se tratan son otros. No es el momento de influenciadores pagos que salen a defender lo indefendible, mucho menos de políticos o líderes buscando votos, seguidores y lograr tendencias.

No existe mejor momento para leer un buen libro, ponerse al día con una película o una serie, o para escribir una columna o un libro. A estas horas todo fluye. Hasta una buena siesta.

Para los apasionados con en el tema financiero y económico mundial, no tiene precio la despertada. Las diferencias horarias nos llevan a estudiar y entender esos mercados que ya han abierto; a estar más preparados y enterados de cuando suenen las campanas y abran en estas latitudes. Hay activos y commodities que no paran.

Cuando salimos de madrugada a hacer deporte, ya llevamos horas despiertos, no es ningún suplicio ni sacrificio, es simplemente otro ítem más en el día. Eso lo hace más placentero.

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