CONFIDENCIALES
El cobarde Iván Márquez
Llama la atención que la primera reacción de Iván Márquez, al conocer la solicitud de extradición de su colega Santrich por narcotráfico, fue huir de la capital y esconderse en el Caquetá.
En septiembre de 2012 se hizo público el marco del acuerdo de las negociaciones entre el gobierno y la guerrilla de las Farc. Durante seis meses, se habían reunido en secreto en La Habana dos equipos encabezados por Sergio Jaramillo y Mauricio Jaramillo, alias el Médico. En el documento, por primera vez las Farc aceptaban el desarme y la desmovilización como el desenlace lógico del diálogo. La presencia y la firma de alias el Médico, comandante del bloque Oriental, era fundamental. Como acompañante permanente del Mono Jojoy y sucesor del jefe militar, tenía el respeto de las bases y los guerrilleros más troperos. Vivía a diario las realidades de la guerra.
El Médico sería relevado de su posición como jefe de la delegación cuando arrancaron las conversaciones formales y públicas. En su lugar, quedaría alias Iván Márquez, uno de los miembros más antiguos del secretariado. La llegada de Márquez, me confesó un miembro del gobierno, impactó severamente las negociaciones. Desde el primer momento hizo todo para descarrilar el proceso. Pronunció un discurso en Oslo que, en vez de construir sobre el ímpetu de lo acordado, logró socavar el optimismo inicial. Durante meses buscó cambiar el preacuerdo y volver a empezar de cero. Exigió que Jesús Santrich fuera el lector oficial de los documentos de trabajo, como una medida de dilación (Santrich es casi ciego).
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No sorprende que Márquez sea hoy el dirigente de la Farc menos comprometido con la implementación de la paz. Que se haya negado a presentarse personalmente ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y responder por los miles de secuestros que ordenó. Que defienda a capa y espada a Santrich ante las graves acusaciones y pruebas que lo comprometen con el envío de 10 toneladas de cocaína. Que se refugiara en el Caquetá con alias el Paisa, el más terrorista de una organización de terroristas. Que se negara a posesionarse como senador –un honor que no merece– y que, en vez de agradecer semejante concesión, lo demerite. Como si los colombianos le debiéramos algo a un hombre responsable de múltiples crímenes de lesa humanidad.
"Llama la atención que la primera reacción de Iván Márquez, al conocer la solicitud de extradición de su colega Santrich por narcotráfico, fue huir de la capital y esconderse en el Caquetá"
El historial de Márquez es el de un hombre que dirigió el exterminio de los miembros de Esperanza, Paz y Libertad (los desmovilizados de la guerrilla del EPL) en Urabá en la década de los noventa. De un hombre que se instaló en Venezuela a principios del siglo XXI, mientras que sus camaradas enfrentaban la ofensiva de la seguridad democrática.
A Márquez se le vio muy contento en 2007 con Hugo Chávez y Piedad Córdoba, después de que el presidente Álvaro Uribe autorizara la mediación humanitaria del mandatario venezolano con el fin de lograr la liberación de los secuestrados políticos de las Farc. Ser huésped predilecto del chavismo tenía sus beneficios para Márquez (casa con piscina). Aún no se conoce cómo era la relación con el sector más narcotizado de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, conocido como “el cartel de los soles”.
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Sin embargo, llama la atención que la primera reacción de Iván Márquez, al conocer la solicitud de extradición de su colega Santrich por narcotráfico, fue huir de la capital y esconderse en el Caquetá. Desde allí profetiza y envía cartas. No es precisamente el comportamiento de un líder de una fuerza política ni de alguien comprometido con la verdad y la reparación.
En un cable del 23 de julio de 1992, revelado por WikiLeaks, el embajador de Estados Unidos, citando a allegados del secretariado, describe a Márquez como un “ambicioso oportunista” y que, a diferencia de Alfonso Cano, “Márquez es mediocre”. Difícil controvertir la apreciación del embajador Morris Busby y sus fuentes. Pero creo que se queda corto. Márquez es ante todo un cobarde.