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Columna de opinión Marc Eichmann

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El defecto genético del progresismo

Buscar el bienestar de los colombianos debiera ser la prioridad del Gobierno Petro.

Marc Eichmann
25 de junio de 2024

Si algo han concluido los colombianos es que se equivocaron eligiendo a Gustavo Petro como el presidente de Colombia. Lo dicen las encuestas y hasta algunos de mis más radicales compañeros de colegio.

No todos los factores que convencen a muchos colombianos de su equivocación tienen el mismo color. Algunos provienen de la indignación por, por ejemplo, los constantes y enormes escándalos de corrupción de los cuales el presidente es el principal protagonista: al fin y al cabo, él nombra a los funcionarios incriminados, tal vez con la excepción de su hijo, a quien no crió. Otros son mucho más graves y están ligados a la apatía total del gobierno con respecto a ofrecer una mejor calidad de vida a sus compatriotas.

Profundicemos en esta última afirmación con una analogía. Imaginen una familia que tiene tres hijos adolescentes buscando proyectarse en el mundo. Es indudable que ofrecerles un ambiente seguro en el que ellos puedan tomar sus propias decisiones y asumir sus riesgos es el mejor camino hacia su éxito y realización personal. Petro y su gobierno piensan lo contrario.

Primero, para él, la realización personal de los colombianos, para que logren un mejor nivel de vida, es irrelevante. Ha manifestado públicamente en múltiples oportunidades que el menú que nos tiene es el del decrecimiento. Él cree que los hijos de la familia mencionada no deben tener sueños de comprar un carro, que deben consumir menos, todo en pro del resto de la humanidad que contamina el planeta a borbotones. Como mártires se deben sacrificar por el bien del universo, no él, sino ellos: ¿están ustedes de acuerdo con esa visión del jefe de Estado? Yo no.

Segundo, la filosofía del progresismo (no solo es Petro) es que los hijos de la mencionada familia no deben tomar sus propias decisiones. Todo el poder de decisión se debe centrar en sus padres, que deben definir por ellos. El gobierno del cambio ha incorporado este aspecto en todas sus reformas. Con la reforma tributaria les quitó plata del bolsillo a los colombianos, sobre todo a los menos privilegiados, cargando con impuestos productos que hacen parte de su consumo diario. Con la reforma a las pensiones, nos pone a aportar más, grava las pensiones con impuestos y nos quita el derecho a definir quién debe manejar nuestro dinero. Con la reforma de facto a la salud, nos quita el derecho a seleccionar con quién nos afiliamos.

Es decir, el Gobierno Petro, si fuera padre de la familia mencionada, no les daría libertad a sus hijos para que hagan sus elecciones. Monopolizaría bajo la figura del padre (el Estado) todas las decisiones que son del resorte de sus hijos y buscaría controlar el dinero que ellos mismos producen. Un ejemplo de mal padre si le conjugamos que no está interesado en que sus hijos sean exitosos, sino que se sacrifiquen, no por elección propia, por la humanidad.

Podemos ir más lejos. Ante la rebelión de los hijos por la actitud de su padre, que no los deja progresar porque quiere ser quien maneja la plata y toma sus decisiones, el padre los enfrenta para dividirlos y mantener el poder. Por eso, en el discurso del presidente Petro, los ricos están contra los pobres, los guerrilleros contra todo el resto de la sociedad que es paramilitar (obviamente menos él), los blancos están contra los negros y los indígenas, y los hombres contra las mujeres. Ese discurso no es más que parte de su estratagema para concentrar en el Estado, manejado por él, el dinero y el poder de decisión.

El colombiano del común no quiere lo que Petro ofrece. Quiere una mejor vida para su familia y sus hijos, poder ofrecerles un plato de comida tres veces al día, y eso en una sociedad solo se logra creando valor, produciendo bienestar para los demás.

Generar valor para la sociedad requiere de iniciativa propia, la denominada iniciativa privada, como la de doña Segunda, la del piqueteadero perseguida por la Dian. La del individuo que busca conseguir sus propios medios. No crean valor en una familia los hijos que reciben subsidios de su padre para subsistir porque este último no los empodera para que consigan su propio sustento. Con esa actitud el padre condena los hijos a no ser exitosos, como el presidente Petro lo está haciendo con los colombianos regalándoles plata. Por eso muchos compatriotas se están yendo del país y sacando la plata en cantidades industriales, como ocurrió en la Venezuela de Chávez y Maduro.

Colombia tiene que volver al camino de los países que han sido exitosos en el mundo, aquí no hay nada que inventar. Necesitamos un gobierno que crea en nosotros y nuestra iniciativa privada, que no crea que necesita decidir por nosotros ni monopolizar los fondos que no él, sino la sociedad produce. Un gobierno que facilite que podamos cumplir nuestros sueños, que nuestros hijos sean exitosos y tengan un futuro brillante, no porque nos regalan plata, sino porque somos parte de una sociedad pujante.

Revisen los países que en el mundo han logrado salir del círculo vicioso de la pobreza y será evidente que este es el único camino. La propuesta ideológica del actual gobierno es una espiral negativa que destruye nuestra naturaleza de seres humanos de buscar ser mejores. Eso no lo queremos los colombianos.

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