OpiNión
El desastre de la 7.ª
Bogotá es la joya de la corona. Y la izquierda la acabó, incluyendo la actual alcaldesa.
Parece que los últimos alcaldes no tienen clara la importancia del corredor de movilidad del borde nororiental de la ciudad. Mueve 85.000 pasajeros hora/sentido, la mayor concentración de la ciudad. En comparación, la Caracas mueve 60.000 pasajeros hora/sentido.
El exalcalde Enrique Peñalosa dejó planeado todo el desarrollo de TransMilenio en el año 2000. Con Antanas Mockus se hicieron las troncales que tocaban y al siguiente alcalde, Lucho Garzón (2003-2007), le tocaba hacer la Séptima y no la hizo. Luego, vino otro alcalde de izquierda, Samuel Moreno Rojas (2007-2011), que no hizo nada, incluyendo la Séptima. Murió en la cárcel al ser condenado por corrupción. Luego vino el hoy presidente Gustavo Petro (2011-2015), que se inventó un tranvía para la Séptima que no pasó de ser una idea. Volvió Peñalosa (2015-2019), retomó TransMilenio por la Séptima y no lo licitó. No se hizo.
Y llegamos a la actual alcaldía. A la alcaldesa Claudia López se le ocurrió un corredor verde que se sacó del sombrero, que no tiene estudios de urbanismo, que no integra los distintos corredores de movilidad y no tiene estudios de cómo van a colapsar con este famoso corredor verde. Claro, a ella ya no le va a importar, pues estará en su campaña a la presidencia y a los bogotanos les tocará sufrir esta improvisación y este monumento al ego.
Este corredor va a colapsar la novena, la 11 y la 13 desde la 127 hasta la 26. El proyecto ni siquiera fue capaz de proponer la mejora y extensión de la Circunvalar, que en algo solventaría este esperpento de corredor cuya licitación se abrió esta semana.
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A la alcaldesa, y no hablo con profundidad de los otros alcaldes, que también son responsables, parece que nadie le dijo que en ese borde oriental están los empleos de la ciudad. Tampoco le hicieron ver el impacto que tiene en otras zonas de la ciudad donde vive la gente humilde que trabaja en este borde oriental y que va a pasar de gastar una hora y 15 para llegar a su trabajo a más de dos horas diarias.
Como dice el arquitecto y urbanista Jaime Ortiz, el tráfico en ese corredor no desaparece, no se evapora. Pero sí reducen a dos carriles mixtos el tráfico sur-norte y se ELIMINA ENTRE LA 26 Y LA 100 el tráfico norte-sur. ¿Se elimina totalmente? Sí, y sin alternativa. El IDU se defiende diciendo que van a eliminar casi todos los semáforos y van a hacer pasos a desnivel. Pero el tráfico NORTE-SUR NO DESAPARECE. No tiene alternativa.
Esto último es otro cuestionamiento al proyecto. Hicieron lo de la Séptima y dejaron lo de la Circunvalar, lo de la 11, lo de la 13 y hasta lo de la 15, vías que se van a ver muy afectadas, para que el siguiente alcalde mire a ver qué hace. Ni siquiera dejan presupuesto para esas obras que van a ser fundamentales. Una gerencia que nada le tiene que envidiar a la de Petro, que ya sabemos cómo tiene a este país. Lo peor es que a pocos meses de irse, la alcaldesa, y después haremos una evaluación de su muy mediocre gestión, deja este mamut blanco que va a generar gravísimas consecuencias con la movilidad, la competitividad (que nunca le interesó) y la calidad de vida de los ciudadanos.
Ya un candidato a la alcaldía apoyó este desastre, el exdirector del Dane, Juan David Oviedo. Con razón a la pareja de la alcaldesa, la senadora Angélica Lozano, la descrestó este candidato. Pero si Oviedo quiere tener chance, tiene que desligarse de esta administración distrital, ni hablar de la nacional, y ojalá enterarse mejor de un proyecto con gran impacto como es este corredor de la Séptima. No sé si fue un desliz, pero creo que ya hay que ponerle la lupa a Oviedo, no vaya y sea un lobo disfrazado de oveja. Tocará hacerle un seguimiento minucioso, pues no aguantamos un Petro 2 o una Claudia López 2 en la alcaldía. Y con segunda vuelta hay margen de espera, pues el candidato del Pacto se va a desmoronar rápidamente y el voto anti-Petro es el que va a ganar las elecciones de octubre. Así que se puede esperar para que una gran parte del electorado de derecha y centroderecha deje que los candidatos expongan sus propuestas, convenzan y consoliden ese voto que los lleva a la segunda vuelta.
Bogotá es la joya de la corona. Y la izquierda la acabó, incluyendo la actual alcaldesa. Si alguna enseñanza nos deja este desastre de Gobierno nacional, es que nos podemos unir en torno a un propósito, que, en el caso de Petro, es impedir que destruya el país. Toca hacer lo mismo con Bogotá y convocar masivamente a esos votantes para que no sigamos en manos de los mismos, de los que se voltean, de los que engañan, de los que no tienen experiencia, de los que no saben de la ciudad y, sobre todo, de los que quieren usar este puesto como un trampolín a la presidencia.
Petro ya lo hizo y miren el daño que le hizo a la ciudad y ahora a Colombia. Claudia López va por el mismo camino. A los bogotanos nos han capado varias veces con alcaldes chimbos que ganan ante la dispersión del voto opositor. Esta vez, con la segunda vuelta, podemos evitarlo, pero tenemos que unirnos antes de la primera vuelta. No vaya y sea nos salga otro Rodolfo Hernández, que ya sabemos cómo acabó. Manos a la obra, atentos y, sobre todo, unidos. De nosotros, los ciudadanos, y nuestro activismo depende el futuro de la ciudad.