Jairo Clopatofsky Columna Semana

Opinión

El desastre por deporte

Es un escenario oscuro en materia de deportes. Estamos ante un desastre de enormes proporciones, echando al piso los esfuerzos de 20 años en la dirigencia deportiva para traer honor y gloria a nuestra nación.

Jairo Clopatofsky Ghisays- Exdirector de Coldeportes, exsenador de la república y exembajador- Columnista invitado para esta edición
10 de agosto de 2024

Colombia participó por primera vez en unos Olímpicos en 1932 en Los Ángeles. La halterofilia, con diez preseas, es la disciplina que más resultados nos ha dado, seguida del BMX, con seis; el boxeo y el atletismo, con cinco cada uno, y el tiro deportivo, la lucha y el yudo, con dos cada uno. Hemos obtenido cinco medallas de oro, 15 de plata y 16 bronces, para un total de 36 medallas, repartidas en 27 deportistas, siendo Mariana Pajón nuestra mejor representante, con dos medallas de oro y una de plata.

En 1972, en Múnich, Colombia consiguió sus primeras medallas en tiro y boxeo. Los años dorados de nuestro país en los Olímpicos se vivieron en Londres 2012. Se realizó un trabajo desde Coldeportes y, como director, me correspondió liderar el programa Supérate, formando los semilleros que luego representarían a sus territorios en los Juegos Nacionales, escenario ideal para seleccionar nuestros representantes a los Juegos Centroamericanos, Suramericanos y Panamericanos. Las decisiones del Gobierno Petro respecto a los Juegos Nacionales 2023 y a los Panamericanos 2027 cercenaron la oportunidad de desarrollo deportivo y de una imagen positiva internacional para Colombia y Barranquilla.

En los Olímpicos de Londres 2012, Colombia obtuvo nueve medallas, un hito. También se obtuvieron tres medallas paralímpicas. Para Río 2016, dejamos una ruta definida que permitió alcanzar ocho medallas olímpicas y cinco paralímpicas más. La fórmula del éxito fue trabajar en equipo e identificar al deporte como base de inclusión y oportunidades.

Coldeportes, como instituto, dependía hasta 2011 del Ministerio de Cultura. Aunque presupuestalmente era independiente, el recurso era de apenas 190.000 millones de pesos. Gracias a la nueva visión, en 2012 se aprobó un presupuesto de más de 490.000 millones de pesos, invertidos en oportunidades para que los deportistas se foguearan a nivel internacional. Se adelantó una política de marcas por parte de los deportistas y se rompió la burocracia: “Más deportistas, menos comitiva”.

Sabíamos que a través del deporte podríamos conseguir hábitos de vida saludables para nuestros jóvenes y que el desarrollo de infraestructura en busca de nuevos talentos generaría oportunidades. Fue así como en 2011, Colombia organizó el primer mundial de fútbol sub-20, adecuando y remodelando ocho estadios en todo el país con una inversión de más de 600.000 millones de pesos.

El deporte es de presupuesto y organización. Con el aporte del 4 por ciento en la telefonía celular y recursos del presupuesto general de la nación, se incrementó la inversión como apuesta para encontrar la paz mediante las justas deportivas.

Éramos un referente en Latinoamérica. Sin el apoyo del Estado, los deportistas no pueden obtener los resultados deseados.

El deporte es la forma más justa de competir entre naciones. El mejor es el mejor. El lema de los Juegos Olímpicos, Citius, altius, fortius (“Más rápido, más alto, más fuerte”), es una realidad en el deporte. Pero de nada sirve ser el mejor atleta si no tiene el apoyo, entrenamiento, alimentación o estabilidad necesarios para competir al 100 por ciento.

Aunque anecdótico, el apoyo al deporte prometido en la campaña presidencial del actual Gobierno se ha cumplido. Al revisar las promesas de campaña y su reflejo en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2022-2026, se evidencia que no se prometió apoyar a los deportistas, reforzar el ciclo olímpico, ni hacer de Colombia una potencia deportiva. Sorpresa, el Gobierno cumplió su promesa: no ha hecho nada y no hará nada en este sentido. Un desastre.

El PND planteó seis estrategias: democratizar el acceso al deporte, consolidar escuelas de formación deportiva, incrementar la participación de mujeres en programas de deporte, recreación y actividad física, promoción del barrismo como cultura de vida, crear un sistema de información sectorial y convertir los eventos deportivos en dinamizadores de la economía nacional.

En ninguna parte del PND quedó lo de “Para la enseñanza de la educación física en los colegios, queremos que parte de ese profesorado sean las glorias del deporte en Colombia”. Un desastre.

Desde 2021, el Gobierno torpedeó la realización de la Copa América, generando un escenario de inseguridad que obligó a la Conmebol a quitarle a Colombia la oportunidad de disfrutar del espectáculo que, en 2024, el presidente Petro observó desde la comodidad del palco presidencial en Miami.

No ha sido la única muestra del compromiso del actual Gobierno con el deporte: la pérdida de Barranquilla como sede de los Juegos Panamericanos 2027 y tampoco ha apoyado la posibilidad de la Fórmula 1 en esa ciudad. El desastre continúa con los Juegos Intercolegiados, malogrados por el Gobierno del cambio.

Regresando a los Juegos Olímpicos, la ministra del Deporte, Luz Cristina López, admitió que solo se ha comprometido el 35 por ciento del presupuesto asignado. Que los deportistas tengan que vender su vehículo o realizar rifas para financiar su asistencia es vergonzoso. La ineficiencia en la ejecución de los recursos asignados demuestra la incapacidad de los funcionarios del ‘Gobierno del cambio’ para administrar el país.

Para 2024, se logró la mayor asignación de recursos para el deporte, alcanzando 1,3 billones de pesos, pero solo se ha comprometido el 35 por ciento. ¿De qué sirve la mayor asignación de la historia si no se utiliza?

Para el Gobierno, los recursos destinados a nueva infraestructura no son su prioridad, tampoco los eventos multitudinarios ni los Juegos Olímpicos. Entonces, ¿en qué se van a utilizar esos recursos?

Este Gobierno nunca deja de sorprender. Ya se anunció el presupuesto para el deporte en 2025: una reducción del 66 por ciento nos regresa a niveles similares a 2015. En seguridad, hemos retrocedido a los años noventa, en asignación de recursos vamos diez años atrás, y en número de medallas, el regreso va hasta 1984 en Los Ángeles.

Es un escenario oscuro en materia de deportes. Estamos ante un desastre de enormes proporciones, echando al piso los esfuerzos de 20 años en la dirigencia deportiva para traer honor y gloria a nuestra nación.

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