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Nicolás López Martínez

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El efecto péndulo

A pesar de los intentos de la izquierda por liderar la nueva constitución de Chile, la oposición le ha ganado el pulso y ahora la derecha será mayoría entre los consejeros electos. La pobre popularidad del gobierno Boric fue la antesala de este arrollador resultado.

17 de mayo de 2023

El pasado 7 de mayo la derecha chilena obtuvo la mayoría de los escaños del nuevo Consejo que busca reformar la Constitución Nacional. Los chilenos, a pesar de haber escogido un presidente progresista en las pasadas elecciones, cambiaron sus preferencias para esta ocasión y hoy se inclinan al lado contrario. Con 56,5 % de los votos, la derecha le puso freno a los intentos de la izquierda por construir una constitución a imagen y semejanza de sus visiones más radicales.

Algunos han catalogado el resultado de estas elecciones como un triunfo de la “ultraderecha”, no obstante, es precisamente de los “ultra” de quienes la población chilena se ha querido alejar; de esos “ultra” que incendiaron el país.

Ante algunos titulares de lo sucedido, la Fundación Nueva Democracia señaló que “la prensa llama “ultraderecha” a quienes fieles a sus principios ganaron para liderar un proceso democrático (…) los “ultra” son quienes por fuera de los canales democráticos buscan imponerse a través de la destrucción”. Esas formas de destrucción de los radicalismos no solo se dan a través de la violencia, también se dan silenciosamente dentro de las instituciones por medio de una “explosión controlada”, como alertó Alejandro Gaviria, exministro de educación de Colombia. Por tal razón, la modificación de los párrafos constitucionales son materia grave de vigilancia.

Durante la anterior y fracasada Convención Constitucional de Chile, María Magdalena Rivera, exintegrante de dicho órgano, se atrevió a proponer “disolver las actuales instituciones estatales y reemplazarlas por una única asamblea que concentre todos los poderes”. Ante semejante amenaza a la democracia, los chilenos ahora giran sus preferencias hacia la derecha, iniciando un efecto péndulo que primordialmente busca una mejor propuesta a la que la izquierda les ofreció. ¿Qué llevó a los chilenos a bailar entre posiciones políticas tan opuestas?

Primordialmente, es en el presidente, Gabriel Boric, en quien recae gran parte de la dirección que Chile, afortunadamente, decidió tomar. Alcanzar el 66 % de desaprobación en tan poco tiempo de mandato es la demostración de un gobierno fracasado y la determinación de un pueblo que castiga a sus gobernantes por su mal administración.

Boric le dio aliento al estallido social de 2019. Ya con la banda presidencial, Boric protegió a sus compañeros tira-piedras y les otorgó su indulto, sabiendo que muchos tenían antecedentes delictivos y no, lógicamente, un estatus político. Algo así como lo que han querido hacer en Colombia con los de la Primera Línea.

La población chilena no está viendo atendidas sus necesidades más básicas. Al contrario, según la encuesta Cadem, el 63 % de los chilenos piensa que el país va por un mal camino. Según la misma encuesta, la mayor razón para votar por un candidato a la elección del Consejo Constitucional fue “la mano dura a la delincuencia, narcotráfico, inmigración y orden público”. ¿Pasará el mismo efecto péndulo en Colombia?

Esto no esta tan alejado de nuestra realidad. En Colombia también se sufrieron este tipo de incendios. Los que ganaron las elecciones presidenciales utilizaron el estallido social como plataforma política para “cambiar” el rumbo del país. Después de tan solo nueve meses, ya se siente el sinsabor de haber escogido a la izquierda radical y repetir la misma tragedia que ocurre cuando llegan al poder. Su arrogancia es la misma y no cambia por ser en distinto país.

En Colombia, la tragedia de la izquierda radical se repite con el supuesto cambio que predica el Pacto Histórico y sus reformas. Según la encuesta de Datexco, publicada el 5 mayo, la imagen negativa del presidente Petro llegó al 61% y la de la vicepresidenta Márquez llegó al 58 %. Los discursos del presidente, en los que culpa a las instituciones y normas de Colombia de no permitir el cambio, también cuentan con una imagen desfavorable del 58 %.

La favorabilidad del gobierno depende de la realización de sus proyectos y de cómo estos suplen las necesidades básicas de los ciudadanos. Por ahora, las reformas que el gobierno Petro plantea han generado más polémica e incertidumbre que certeza y tranquilidad. Las propuestas de cambio no han sido bien recibidas en el país y su aceptación cada día es más difícil.

En Chile, la izquierda ya fue castigada, ahora es la derecha quien tiene la posibilidad de proyectar una mejor visión constitucional para su país. A pesar de toda la polémica, hay que reconocer que Gabriel Boric ha aceptado el resultado de las elecciones al Consejo Constitucional como un demócrata derrotado.

¿Será que en las elecciones regionales de octubre el pueblo colombiano castigará el desempeño de Petro y se alejará de sus proyectos y candidatos? El efecto péndulo no es ningún delirio bipolar, es la medida con la que se mide la eficacia de un proyecto político.

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