Nicolas Lopez Columna Semana

Opinión

El ELN no va a engañar al país

La falta de compromiso del ELN frente a una supuesta paz ha sido demostrada más de una vez. Su burla a los colombianos no va a quedar en el olvido.

Nicolás López Martínez
3 de julio de 2024

Una de las banderas que el gobierno ha sostenido desde que empezó el periodo presidencial ha sido conseguir la paz total con todos los grupos armados al margen de la ley. Bajo la osada propuesta del presidente Petro, cuando todavía estaba en campaña, de “acabar con el ELN a los tres meses de mandato”, los diálogos con dicha guerrilla empezaron con premura. Desde entonces, el proceso ha sido toda una montaña rusa de tensiones, atropellos y afanes por decirle forzosamente al país “palabra que sí”, afirmación de Carlos Pizarro que está cada vez más diluida entre las exigencias incumplidas por el ELN.

Las posibilidades de conseguir acuerdos honestos cuando una de las partes no asume su compromiso es un despropósito que incluso ha empezado a debilitar la confianza que los mismos negociadores del gobierno tienen en el proceso. El pasado 26 de junio, la mesa de gobierno publicó un comunicado en el que condena las recientes violaciones al Cese al Fuego Bilateral, Nacional y Temporal vigente.

El ELN secuestró y luego asesinó a Anderson Hernández, subintendente de la Policía Nacional. Asimismo, las Fuerzas Militares recuperaron en una operación a dos menores de edad, entre los 13 y 16 años, que habían sido reclutados forzosamente por esta guerrilla. ¿Se necesitan más muestras sobre el precario compromiso del ELN con la paz? Ojalá la guerrilla no estuviera confirmando el presentimiento de la opinión pública nacional de que están usando la voluntad política del gobierno de turno para fortalecerse y organizarse aún más en torno a una guerra que es todo menos política.

La paz no se regatea, la paz se consigue; es un derecho inalienable. El ELN puede olvidarse de conseguir acuerdos si cree que puede acordar una falsa paz mientras permanece en las rentas ilícitas, como el narcotráfico y la minería ilegal, o continúa reclutando, asesinando y secuestrando. Por lo menos debería ser así. La reacción de la mesa de gobierno es significativa, su posición se apega al respeto de los derechos humanos y al derecho internacional humanitario. No obstante, como afirmó José Félix Lafaurie, “obras son amores y no acuerdos firmados”.

La imagen con la que el presidente de Fedegán y miembro de la mesa de diálogos de paz describe la situación actual del Mecanismo de Monitoreo y Verificación (MMV) demuestra la falta de obligación con la que el ELN pretende mostrarse como una organización dispuesta para la paz. La “mesa de cuatro patas” cojea por el amordazamiento de la guerrilla. “La representación del ELN, cuando no logra imponer lo que se discute o no se discute, opta por romper el cuórum, y desde el 18 de octubre de 2023, congeló su papel en el proceso”, afirmó Lafaurie.

Al mismo tiempo, en medio de su crisis interna, el ELN realizó su VI Congreso, en el que reapareció alias Pablito, a quien se creía muerto hace tres años. Dicho evento mostró a alias Pablito como el nuevo tercer cabecilla de la guerrilla, por ende, manejaría toda la parte militar que, según las declaraciones, tendría como esfuerzo principal el fortalecimiento urbano del ELN.

Todo lo anterior ha llevado al país a ir cambiando de opiniones. Según la más reciente encuesta Invamer, ante la continuación de las negociaciones del Gobierno con el ELN, la población ha pasado de estar en un 69 % de acuerdo, en agosto de 2022, a un 46 %. De igual forma, el porcentaje de la población que está a favor de “no dialogar y tratar de derrotarlos militarmente” se ha duplicado. Pasó de estar en un 21 % a favor, en agosto de 2022, a un 42 % en junio de este año. ¿Cuál es la causa de estos porcentajes? Principalmente, que el ELN pretende jugar con la paz, además de otros factores.

La credibilidad en la paz no puede ser ingenua a quienes buscan desestabilizar el país. Las instituciones y autoridades deberían escuchar esas crecientes percepciones sobre los diálogos para empezar a demandar, con más contundencia, verdaderas muestras de dejar la ilegalidad y el terrorismo a la población.

Así traten de justificar su revolución fallida, su alzamiento en armas ilegal y su narrativa, a los colombianos no nos podrán engañar.

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