OPINIÓN

El exterminio del pueblo indígena awá

Una verdadera masacre prolongada se ha venido cometiendo desde hace algunos días al sur de Nariño. Nadie dijo nada y a nadie le importó. Entre el martes 4 y el domingo 9 de junio fueron asesinados cuatro indígenas, entre ellos dos líderes y una lideresa, pertenecientes a resguardos indígenas de Tumaco y el municipio de Barbacoas. Es prácticamente un exterminio.

Ariel Ávila, Ariel Ávila
12 de junio de 2019

La líder Rocío García Paí, perteneciente al resguardo indígena de Tumaco, El Hojal la Turbia, había desaparecido desde el martes 4 de junio y el jueves siguiente fue encontrada sin vida; le habían disparado reiteradas veces.  Dionisio García Bisbicuth de 21 años, el día 7 de junio fue abordado por sicarios motorizados, quienes le dispararon en repetidas ocasiones provocándole la muerte instantáneamente. El crimen ocurrió en el resguardo indígena awá, el Gran Rosario, en Tumaco.

Leidy Jackeline Burgos Paí, quien había desaparecido luego de participar en una asamblea general de la unidad del pueblo awá el día 5 de junio, su cuerpo sin vida fue encontrado el pasado 7, con signos de tortura y disparos, dicha lideresa pertenecía al resguardo indígena Honda Río Guiza, en el municipio de Barbacoas.

Así mismo, decenas de familias viven confinadas, amenazadas y con problemas de movilidad. Como en las peores épocas de la guerra en Tumaco hay fronteras invisibles impuestas por las organizaciones criminales presentes en esta zona. De hecho, uno de los indígenas asesinados resultó asesinado luego de transportar a un miembro de un grupo criminal, de tal manera que la estructura rival le disparó, tildándolo de colaborador. Estos hechos que evidencian la complejidad de la disputa que se vive en la zona rural del Pacífico Nariñense.

La guerra por el pacífico nariñense es, desde hace dos años, una verdadera batalla. Inicialmente involucró 17 organizaciones criminales, ahora por lo menos 9 de ellas se disputan metro a metro el control de Tumaco y en general los municipios de Barbacoas, El Charco, Roberto Payán, entre otros.  La masacre de estos indígenas no tiene un responsable claro aún. Sin embargo, en la zona de Llorente opera el Frente Oliver Sinisterra, los Contadores y los Marihuanos, estos últimos han establecido una alianza con las Autodefensas Gaitanistas de Colombia o Clan del Golfo, quienes libran entre ellos una confrontación por el control territorial y las rutas del narcotráfico en esta zona.

Debe aclararse que la guerra es de todos contra todos. El frente Oliver Sinisterra, que lo comandó alias Guacho, está en una guerra metro a metro contra los Contadores. De hecho, todo parece indicar que el jefe de los Contadores fue quien entregó a Guacho. Ahora, con la llegada del Clan del Golfo la población teme un recrudecimiento de la violencia.

De acuerdo con líderes de la unidad del pueblo awá, solo desde la posesión del presidente Iván Duque hasta la fecha, han sido asesinados por lo menos una veintena de sus miembros, además hay 73 en situación de riesgo extremo debido a amenazas contra sus vidas. La mayoría de ellos en total estado de indefensión, cuya única posibilidad de salvaguardar sus vidas, será el desarraigo. Al respecto un gobernador indígena amenazado, indica que por lo menos en su caso, la UNP, sin realizar un estudio previo de riesgo, decidió quitarle el esquema de seguridad con el que contaba, afirmando que el peligro ya había pasado.

El pueblo awá está convencido de que, entre los actores armados, pareciera existir un acuerdo tácito de exterminio contra ellos. Dice una lideresa awá: “A los mayores nos han dejado tranquilos, ahora se ensañan con los más jóvenes, con nuestros hijos y nietos, si acaban con ellos, sabremos que nos han dado la estocada final”. Al final, tal vez se deba decir que Tumaco hoy vive dos grandes masacres, una indígena y otra afrodescendiente.