OPINIÓN
El fanatismo y la corrupción contra el papa Francisco
Sus avances y logros en la reforma de la Iglesia para imponer austeridad y rectitud en la economía y para fortalecer la modernización que inició el Concilio Vaticano II, desatan ira e inconformidad en los sectores más reaccionarios de la iglesia.
En octubre de 2012, más de mil estudiantes de la Universidad La Gran Colombia se tomaron un sector de la avenida Jiménez en el centro de Bogotá para exigir la renuncia del entonces rector José Galat Noumer, a quien acusaron de apropiarse 144 mil millones de pesos de la universidad -que habría depositado en una cuenta de Islas Caimán-. Cuestionaban igualmente que se apoderó del cargo y del plantel durante 32 años.
Antonio José Rocha y Rafael Tribín, integrantes del Plenum de la Universidad, formularon también denuncias de malos manejos y fueron destituidos fulminantemente por el rector.
Nunca hubo investigación ni decisiones de fondo acerca de esas presuntas irregularidades. Como sigue en la impunidad que el abogado Galat, 90 años, nacido en Sogamoso, convirtiera Teleamiga —un canal local sin ánimo de lucro que le fue adjudicado en 2001 con fines académicos a la Universidad la Gran Colombia— en un instrumento de propaganda religiosa que logró cubrimiento en América Latina, Estados Unidos, Europa y Norte de África.
La vida de Galat ha cambiado de manera importante en los últimos cinco años. Pasó de la rectoría a la Presidencia de la Gran Colombia mediante un procedimiento en el que él mismo definió entre los requisitos del cargo “ser rector por más de 30 años”. Y pasó de áulico a enemigo de la Iglesia porque decidió proclamar que el papa Francisco puede llegar a ser el “falso Papa” que le abriría la puerta al Anticristo. El gerente de Teleamiga, Diego Arango y el capellán de la Gran Colombia, Juan Guillermo García, no lo acompañaron en ese delirio y los destituyó de sus cargos. La Conferencia Episcopal le quitó su respaldo y pidió a los feligreses no sintonizar el canal.
Galat dice que el Papa es hereje, e ilegítimo porque su prédica se aleja del evangelio cuando dice que “todo el mundo se salva cumpla o no los mandamientos”, o que “pueden comulgar los separados de sus cónyuges”. Ha dicho también en varias oportunidades que su elección fue impulsada por una mafia de cardenales que condujeron a Benedicto XVI a la dimisión.
Al menos tres libros “Viacrucis” de Gianluigi Nuzzi, “Avaricia” de Emiliano Fittipaldi y “Los cuervos del Vaticano” de Eric Frattini, revelan las tormentas que se desataron en la Santa Sede en 2012 con motivo de los “Vatileaks” la filtración de documentos de Benedicto XVI por su mayordomo Paolo Gabriele, que contienen una extensa relación de intrigas, manejos turbios, manipulaciones, irregularidades y desfalcos al interior de la Santa Sede. El día que terminó de leer el informe de 300 páginas de la comisión de tres cardenales que nombró para investigar los hechos, el papa decidió su renuncia.
Las revelaciones del documento tuvieron también un efecto demoledor sobre el entonces Secretario de Estado, cardenal Tarsicio Bertone, denunciado por diferentes casos de corrupción que ocasionaron, entre otras cosas, la destitución del director del IOR, el banco de El Vaticano. Bertone aparece en las denuncias como un hombre ambicioso y manipulador, con oscuras relaciones con empresarios y políticos poderosos. Poco tiempo después fue protagonista de otro escándalo de gran escala cuando el semanario L ‘Espresso denunció que al término de su tarea en la Secretaría de estado se trasladó a un lujoso apartamento de 600 metros cuadrados cuya restauración fue pagada parcialmente con 400 mil euros de donaciones de la Fundación Bambino Gesù, un hospital pediátrico de Roma.
Una de las últimas disposiciones del Papa Benedicto XVI fue nombrar obispo y nuncio en Colombia a Ettore Balestrero, el hombre de confianza de Bertone, el que le apoyó en sus grandes decisiones y en particular en las relativas al Banco Vaticano (IOR). Viviendo entre nosotros, a miles de kilómetros de El Vaticano, el hoy nuncio más joven de la iglesia logró tomar distancia del fuego del escándalo.
El Papa Francisco llegó a limpiar la casa. Nombró una comisión de ocho cardenales de los cinco continentes a quienes entregó la misión de reformar la curia romana. Con su ayuda, en más de cuatro años logró poner en orden las cuentas del Vaticano y el funcionamiento del Banco, fortaleció las penas contra la pederastia y en la relación con los fieles dio continuidad al espíritu de apertura del Vaticano II. Su “Amores Laetetria” sobre las conclusiones de dos sínodos sobre la familia, lo mantienen en conflicto con los sectores más reaccionarios de la iglesia, por esos temas que en nuestro país cuestiona en Teleamiga, el singular y osado presidente de la Universidad La Gran Colombia.
Víctima principal de las historias que extinguieron su papado y que parecen más del diablo que de Dios, el propio Benedicto XVI resumió su experiencia: "En estos años hemos aprendido que el pecado original existe, se traduce siempre en pecados personales que pueden convertirse en estructuras de pecado. Hemos visto que en el campo del Señor hay siempre cizaña. Y que en la red de Pedro hay peces malos".