Opinión
El golpe duro de los sinvergüenzas
Anoche la voz atronadora de Benedetti clamó alto y fuerte por el cumplimiento inmediato del pacto. El cínico garantiza que no filtró sus propias amenazas y ofrece excusas a sus socios: Laura y Petro.
Al inicio de la semana pasada, conocidos apenas los albores de la crisis de los abusos de poder de Laura Sarabia con Marelbys Meza, Petro, sus asesores de crisis y los parlamentarios del Pacto Histórico intentaron construir la primera cortina de humo con la falaz teoría de que el pobre presidente era objeto de un llamado “golpe blando”, aparentemente liderado por la rama judicial, el “establecimiento” y la gran prensa que Petro, ante el silencio miedoso y oprobioso de nuestros superperiodistas, no dudó en calificar de sediciosa.
La iniciativa, dirigida y puesta en práctica por el tuitero mayor de Casa de Nariño, fracasó rápidamente ante las reacciones acertadas del Consejo de Estado y la Procuraduría y ante el surgimiento de nuevos, y cada vez más graves, hechos asociados al abuso de poder de Sarabia con la “chuzadas” a sus propias empleadas por parte de la Dijín.
Se evidenciaba ya el viernes, en un país anestesiado por las alzas de la gasolina y la brutalidad de los beneficiarios de la paz total, que los sinvergüenzas que rodean al presidente, y que lo eligieron en 2022, se devoraban entre sí. La aparición, en la tragicomedia de Marelbys, de Armando Benedetti, delataba una competencia de “rasputines” por el control de este presidente lleno de debilidades personales y que, ya hoy lunes, sabemos que, previsiblemente, sucumbió a intereses oscuros para comprar los votos con los que logró el poder en 2022.
Es claro, por demás, que los pactos con criminales, que a Petro no le da asco hacer, le estallan siempre en corto tiempo. Repasemos.
Los pactos con Juan Carlos Montes, subdirector del IDU en la alcaldía de Petro, el del video de las bolsas de dinero nunca explicadas, estaban rotos desde que el cómplice filmó la golosa llenada de bolsas, ¿o supimos de la filmación porque Petro incumplió? Los pactos con la mafia durante la campaña, los de la Picota, los rompió el Golfo y la Oficina con la toma del nordeste antioqueño y la notificación mortal al director de la UNP, ¿o fue al revés? ¿Será que las mafias usaron estos hechos para impedir que Petro se mamara? ¿Los pactos con el ELN, materializados con el nombramiento de un supuesto eleno como comisionado de paz, se rompieron por Petro con la exigencia de un cese al fuego temprano pasado 31 de diciembre de 2022? ¿O al revés, se cumplieron con el infame cese al fuego unilateral impuesto a la fuerza pública?
El más reciente pacto con “presuntos” criminales fue el divulgado por Petro en su alocución presidencial del viernes. El mensaje, con el cual Petro no dudó en manchar de mentira y sinvergüencería la graduación de nuestros nóveles oficiales del ejército, quienes crecerán profesionalmente con la certeza de que el cinismo es la única forma de ejercicio del poder, es que sus sinvergüenzas golpistas, Laura y Benedetti, habían firmado un pacto de silencio para proteger al presidente.
Ese pacto de silencio mafioso, expuesto con vergonzoso orgullo en la alocución presidencial, ni siquiera se benefició del amparo de la oscuridad o el secreto. Fue esgrimido por Petro, como el sociópata que es, ajeno a cualquier derrotero moral, como una garantía del fin de la crisis.
Pero el pacto de silencio no duró. Anoche la voz atronadora de Benedetti clamó alto y fuerte por el cumplimiento inmediato del pacto. El cínico garantiza que no filtró sus propias amenazas y ofrece excusas a sus socios: Laura y Petro.
Ya tarde en la noche, Petro mismo inicia en Twitter el control de daños contra los que si le están dando el golpe. Los sinvergüenzas que lo pusieron en el poder mediante la confesada compra de votos en la costa atlántica y pacífica en los comicios de mayo y junio de 2022.
Benedetti admite, sin ambages, haber liderado la compra de votos y responderá penalmente por ello y los directivos de esa campaña también. Pero además insinúa que el fondeo proviene de una sola fuente, el “innombrable”. Coloca hábilmente el exembajador sus cartas de chantaje sobre la mesa recordando a Santiago Medina.
Imaginen lectores, si la confesión de compra devotos es la ficha para quemar, como será de oprobiosa la identidad del financiador de la toma blanda y corrupta del poder por parte de la izquierda colombiana en 2022.
La opinión, a retazos, se quejó de la falta de transparencia en las elecciones. Algunos candidatos la denunciamos. La institucionalidad, esa que nos pide que creamos en ella, nada ha avanzado en las pesquisas de corrupción electoral en las presidenciales. Los partidos tradicionales, derrotados muchos en primera vuelta en su propio juego, prefirieron el silencio en este tema. La prensa, en general, acogió la tesis presuntuosa de que las denuncias de corrupción electoral eran estertores de malos perdedores.
Petro ya reclama los privilegios del elefante y todo, tristemente, vuelve a empezar. Y siguen vigentes las solidaridades del proceso 8.000, a las que ahora se sumarán las solidaridades sinvergüenzas del ya llamado “proceso 15.000″.