OPINIÓN

El holograma

¡Aquí falta gobierno! Duque ganó las elecciones por un golpe de suerte y las consecuencias son evidentes.

Vicky Dávila, Vicky Dávila
19 de octubre de 2019

Con la estruendosa caída de la Ley de Financiamiento en la Corte Constitucional por fallas en el procedimiento, ya es imposible pensar que se trata de una conspiración de todas las fuerzas contra este Gobierno o que Iván Duque es un buen presidente, pero de malas.

La Ley de Financiamiento se cayó por una torpeza imperdonable en el trámite, y aunque Duque dijo que “no hay que jugar a la política con la economía”, la verdad es que lo técnico tiene que ser riguroso y el Gobierno no lo fue. Los magistrados no podían darle el visto bueno a una chambonada.

¿Quién responderá por el desastre en el Congreso? No será el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla; ya sabemos que él hace lo que se le viene en gana, Duque no lo manda, y entre más lo critiquemos, más se atornillará en el cargo. Tenemos ministro para rato haciendo estragos, mientras el dólar toca los 3.500 pesos, y el desempleo, que va en doble dígito, se convierte en una tragedia para los colombianos, especialmente, para los más jóvenes.

A propósito, del desempleo sabe poco Carrasquilla, porque cuando los reporteros le preguntaron sobre el tema, con desprecio y desparpajo les respondió que aún no sabía por qué se disparó, ni cómo enfrentar el fenómeno. Lo que sí sabe el ministro es jugar Mil Palabras en el celular, como evidenció María José Pizarro esta semana cuando publicó una foto de Carrasquilla en plena partida, en medio del debate de presupuesto en la Cámara.

Carrasquilla es solo uno de los problemas de Duque. En el fondo, aquí hay una verdad incontrovertible: el Gobierno lo está haciendo muy mal. Falta rigor, compromiso, experiencia y sentido común. Falta una cabeza que dirija y guíe, falta alguien que actúe con determinación. Aunque lo vemos, está en Palacio, viaja por el mundo, a veces hace alguna alocución y lleva más de un año en el poder, he llegado a la triste conclusión de que el presidente Duque es como un holograma, como una ilusión, su mandato no tiene fondo, no tiene cuerpo, todo lo sobrepasa. ¡Aquí falta gobierno! Duque ganó las elecciones por un golpe de suerte y las consecuencias son evidentes. A pesar de su preparación y su buena reputación en el mundo político, la verdad es que nadie daba un peso por él, de cara a la presidencia, pero ganó, gracias a los votos de Uribe, al desgaste de Santos y a que su contendor en segunda vuelta fue Gustavo Petro.

Al presidente nada le sale bien: cuando esperábamos que la sacara del estadio ante Naciones Unidas con el dosier que denunciaba a Maduro como el gran protector y cómplice de los grupos armados colombianos, nos convertimos en la burla de la región. Nadie profundizó en la contundencia y la gravedad del documento, sino en las fotos falsas que pusieron en tela de juicio a la inteligencia colombiana. Ese esfuerzo se perdió. Hoy creo que la salida del general Peña fue injusta, el oficial fue un chivo expiatorio del escándalo, porque mientras se preparaba el documento él estaba en Brasil. Misteriosamente, retrasaron su regreso. Sin embargo, lo echaron, porque aquí los militares responden por el honor, mientras que los políticos no responden por nada.

¡Aquí falta gobierno! Duque ganó las elecciones por un golpe de suerte y las consecuencias son evidentes.

El Gobierno va de tumbo en tumbo, perdió su batalla para cambiar la JEP, sabiendo que era una lucha inútil. En la corte tampoco logró que le aprobaran el uso del glifosato para fumigar los cultivos de coca. Ahora, los esfuerzos para erradicar miles de hectáreas no son suficientes ante el avance de la resiembra. En materia de lucha antidrogas, Colombia está en sus platas, los narcos siguen de fiesta y el ministro de Defensa ahí, también atornillado.

Los hechos pintorescos y ridículos persiguen al Gobierno Duque y ya no creo que sea una casualidad; la lista la encabeza la vergonzosa fuga de la excongresista Aída Merlano, que dejó al descubierto la fragilidad de nuestra seguridad carcelaria. Hoy nadie da razón de ella. Y qué tal la volada de Jesús Santrich, ocurrió en las barbas de todos. ¿Por qué no lo han recapturado?, ¿por qué no recapturan a Iván Márquez y a todos sus secuaces que salieron a amenazar a Colombia en un video?

Otra salida en falso fue la desafortunada propuesta de la ministra de Transporte de regalarle más de un billón de pesos a Odebrecht y a Sarmiento por la Ruta del Sol 2. De esa nos salvamos. Ahora el Gobierno anda metido en otro lío, el de la reforma pensional que, sin haberse presentado oficialmente, ya tiene heridas graves, hasta Uribe pidió que expliquen bien de qué se trata.

Las marchas en las calles se convirtieron en una bola de nieve, pero el Gobierno decidió enfrentarlas con la amenaza de reglamentar la protesta. Duque, siendo tan joven, no tiene empatía ni siquiera con los estudiantes que reclaman. ¡Ah!, y tanto que se quejan en el Gobierno, y con razón, por los vándalos, pero no hay uno solo respondiendo por sus desmanes ante la justicia, todos están libres esperando para seguir destruyendo. Mientras tanto, las elecciones se darán entre la violencia de la campaña y la corrupción descarada, especialmente en las regiones, como ocurrió en Cartagena, donde a pesar de las graves evidencias todo sigue igual.

Al presidente Duque le quedan dos años y diez meses en el cargo, aunque el último año no se cuenta porque llega con la campaña. Duque, entonces, tendrá el sol a las espaldas y habrá menos políticos dispuestos a acompañarlo. O sea, a Duque en realidad le quedan menos de dos años. Quizás todavía pueda “enderezar” y dejar de ser un presidente holograma.

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