OPINIÓN
El litoral del Pacífico, responsabilidad de quién
No es justo con una región como el litoral del Pacífico que autoridades nacionales y locales se señalen unos a otros como responsables de la persistencia de condiciones de atraso, en lugar de reconocer su falta de voluntad en un caso y de pertenencia en el otro.
Una simple mirada a algunos indicadores de desempeño económico y financiero es suficiente para evidenciar por qué vale la pena preguntarse sobre quién o quiénes recae la responsabilidad de un mejor futuro para el litoral del Pacífico.
A esta región del occidente colombiano pertenecen 62 municipios ubicados en la costa pacífica colombiana. De él hacen parte la totalidad del departamento del Chocó (30 municipios) y las zonas costeras de los departamentos de Cauca (19 municipios), Nariño (10 municipios), Antioquia (2 municipios) y Valle del Cauca (1 municipio).
Las brechas entre el litoral y el resto del país se reflejan en casi todos los ámbitos.
En lo económico el atraso es evidente. Si comparamos el valor agregado per cápita (una cifra muy similar al nivel de producción por cabeza), que mide la diferencia entre el valor de la producción bruta y los consumos intermedios empleados, se aprecia una brecha de más de 5,4 millones de pesos en promedio (por persona) entre los municipios del litoral del Pacífico y el resto del país.
Una mirada al desempeño fiscal e integral de las entidades territoriales del nivel municipal ofrece un cuadro similar. Los ingresos de los municipios del litoral dependen casi en su totalidad de las transferencias de la Nación a través del Sistema General de Participaciones (SGP). El promedio nacional para este indicador, 70,5 por ciento, revela la alta dependencia de los municipios en todo el país de los recursos que les transfiere el Estado por mandato de los artículos 356 y 357 de la Constitución Política de Colombia, pero el indicador promedio de 80,26 por ciento correspondiente a los municipios del litoral, los ubica en un nivel mucho más crítico de dependencia.
Adicional a esta alta dependencia por recursos de la Nación, no hay mucho para aplaudir en términos de cómo se están administrando los recursos públicos disponibles. La dirección de descentralización y desarrollo regional del DNP mide el Desempeño Municipal, según sus lineamientos, entendido como “capacidad de gestión y resultados de desarrollo, teniendo en cuenta sus dotaciones iniciales, para incentivar una mejor gestión, calidad del gasto y la inversión orientada a resultados”. En este índice que va de 0 a 100, los municipios del litoral obtienen una calificación promedio de 38,34, que contrasta con la cifra promedio nacional de 47,84. Lo que esto indica es que, controlando por las dotaciones iniciales, el litoral se está rajando en gestión de recursos e inversión de lo poco que generan (o reciben).
Entonces, ¿sobre quién recae la responsabilidad de superar este rezago del litoral del Pacífico?
Si se juzga por el desempeño en términos de gestión y administración de las entidades territoriales, a las autoridades locales les cabe una parte de la responsabilidad. No se puede ocultar que hay una falta de pertenencia de algunos gobernantes locales que limita su capacidad para administrar con responsabilidad los recursos públicos disponibles para generar progreso en la región. Y aunque hay que reconocer que participan de un Estado centralista que limita la discrecionalidad en el manejo de los recursos que transfiere, y la disponibilidad de presupuestos es restringida, la dirigencia local debe ser ejemplo de respeto por los recursos públicos, lo cual edifique lazos de confianza entre la ciudadanía y los dirigentes políticos, y contribuya a acabar con el círculo vicioso de compra de votos y mala gobernanza que tanto daño le hacen a la región.
También recae sobre los gobernantes del nivel nacional, presidente en cabeza del poder ejecutivo y congresistas, que permanecen conscientes de que es insuficiente lo que el Estado colombiano hace por los territorios históricamente marginados, como el litoral del Pacifico, pero se limitan a reconocerlo más que a afrontarlo. Es muy común escuchar cómo la clase política escuda su falta de voluntad para afrontar decididamente los problemas del Pacífico con una falta de capacidad del Estado para cumplir su labor territorial. La fragilidad oficial agravada por la falta de voluntad, son obstáculos que dificultan que el Estado se expanda homogéneamente por estos territorios. El Pacífico es de los territorios ubicados en la parte de la tostada en la que se unta poco o nada de mermelada, y si se unta, se queda concentrada en un pedazo muy pequeño.
Para citar un ejemplo, los paros cívicos han funcionado como alarmas que despiertan a la clase política de un letargo cómodo y consciente frente a los problemas de esta región. Agua, luz, salud, educación, infraestructura, todos han sido clamores de los movimientos ciudadanos que parecen activar la "voluntad" política de los dirigentes nacionales. A este clamor habría que sumarle la exigencia de una visión nacional de la titulación colectiva que más que como un problema de derechos de propiedad, se conciba como una oportunidad de gobernar y legislar sobre el principio de lo colectivo.
Los ciudadanos que pertenecemos al Pacífico también somos responsables, nuestra labor debe ser la de elegir bien nuestros dirigentes y premiarlos o castigarlos de acuerdo con su desempeño. Los medios de comunicación deben hacer el esfuerzo por visibilizar lo positivo de la región, que es mucho, y no quedarse en el escándalo de corrupción, la riña callejera o las imágenes que reproducen los estigmas socioeconómicos y étnicos históricos. La academia tiene la responsabilidad de generar conocimiento que sea útil a los dirigentes políticos y al sector privado, resaltando las potencialidades de la región, siempre respetando las visiones de progreso y desarrollo que emergen desde las comunidades.
En suma, superar las brechas que padece el Pacífico es una tarea que empieza por la dirigencia política pero que requiere del esfuerzo y compromiso de todos los que hacemos parte de esta hermosa región.
*Estudiante de doctorado en Ciencia Política – Universidad de los Andes.
Twitter: @Juanmapluna