OPINIÓN
El machismo de Marta Lucía
En donde más gobierna Marta Lucía es en el Twitter, diciendo disparates y demostrando que la vicepresidencia es un puesto ornamental.
“¿Mujeres de Colombia, se sienten representadas por la vicepresidenta?”.
La pregunta la lanzó Matador la semana pasada, luego de que Marta Lucía Ramírez protestó por una caricatura en la que este ridiculizó la primera caminata espacial hecha por dos mujeres astronautas, y las dibujó como dos compulsivas compradoras en busca de las últimas rebajas a su llegada al espacio.
Sobra decir que esta caricatura no es la mejor ni la más mordaz de Matador y que al caricaturista se le fueron las luces. Sin embargo, al leer el trino que hizo la vicepresidenta en protesta por la caricatura, queda claro que si Matador es machista, la vicepresidenta no se queda atrás:
“Las mujeres de Colombia y del mundo no somos unas compradoras compulsivas”, dice el trino de la vicepresidenta. “Somos seres con intelecto, valores y capacidad de trabajar por generar una mejor sociedad con conocimiento, empatía y compasión para el progreso de todos, sin odios de género, ni ofensas a otros”.
Vicepresidenta, las mujeres somos ciudadanas sujetos de derechos y no solo seres con intelecto y valores. Y en cuanto a que tenemos la capacidad de trabajar para mejorar la sociedad con conocimiento, le informo que, a pesar de que somos más numerosas que los hombres, el índice de desempleo es más alto entre nosotras y nuestros sueldos son peores. Es decir, esta sociedad nos sigue subvalorando. Pero, además: no somos perfectas, ni virginales, como usted nos define; odiamos como los hombres, aunque entendamos la empatía mejor que ellos, y sí, a veces nos gusta comprar, como también lo hacen los hombres. Eso no nos hace menos indignas ni menos ciudadanas.
Y volviendo a la pregunta de Matador, ¿será que las mujeres de Colombia, realmente, se sienten representadas por la vicepresidenta?
Yo me atrevería a decir que no, que ella no representa a las mujeres que nos consideramos ciudadanas con derechos y deberes. Somos muchas las mujeres en Colombia que no creemos en esa visión de que somos seres ensoñadores a los que se nos encarga la preservación de los valores de la familia tradicional, que en Colombia, por lo demás, ya no existe. Según el Dane, la mayoría de familias están integradas solo por la madre y sus hijos.
A mí me gustaba más la Marta Lucía liberal de antes, la que ponía más énfasis en los temas de género y no esta versión conservadora y acartonada, hecha para gustar en los púlpitos y para capturar los votos de los cristianos.
Su forma de concebir la política tampoco me representa, pese a que sea una mujer meritoria y preparada. Es la campeona del ‘voltearepismo’, superando con creces incluso a Néstor Humberto Martínez: la conocí como tecnócrata en el gobierno de Gaviria, después en el de Samper, luego en el de Pastrana. Además de haber sido gavirista, samperista, pastranista, fue también uribista y ahora duquista. Hoy funge como el gran faro del Partido Conservador, –vaya uno a saber por qué–, y desde que es vicepresidenta es la encargada de la política de transparencia, –que no sabemos qué significa– del desastre de la celebración del bicentenario y de acompañar las ciudades que tienen alcaldes encargados, como Cartagena, Santa Marta y San Andrés.
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En materia de transparencia y de su lucha contra la corrupción también me ha decepcionado. A espaldas del país estuvo adelantando el acuerdo con los bancos para que se les pagara con dineros provenientes de los impuestos la deuda que estos tenían con el consorcio corrupto de la Ruta del Sol 2; un acuerdo que finalmente fue abortado cuando yo lo denuncié en la columna.
Su gestión en la costa ha sido agridulce porque es vista como una vuelta al centralismo y según un informe de la revista SEMANA, hasta le exige al alcalde de Cartagena que la nombre siempre en sus discursos. En San Andrés donde también está acompañando al gobernador encargado, su esposo Álvaro Rincón, quien es constructor, está vinculado al proyecto hotelero Grand Sirenis, que ha sido denunciado por ir en contravía de algunos aspectos del POT de la isla. Marta Lucía ha decidido ser vicepresidenta recorriendo esa fina línea que hay entre la ética, la política y los conflictos de interés. Y eso que es la encargada de la transparencia.
En realidad, en donde más gobierna es en el Twitter, diciendo disparates y demostrando que la vicepresidencia es un puesto ornamental. En uno de sus trinos, se atrevió a decir que “el conocimiento por el conocimiento era pura vanidad” y que los que estudiaban debían dedicarse a trabajar para ganar dinero como si en este país no hubiera campo para la filosofía, para las artes, para la música, para la exploración en la ciencia.
No, ella no me representa, Matador; pero su caricatura tampoco.