Fernando Ruiz Gómez  Columna Semana

OPINIÓN

El momento de dar la cara

La pasividad del Ministerio de Salud es penosa, pero aún peor, peligrosa para todos los colombianos.

20 de octubre de 2022

Brasil y Chile han sido los primeros países de Latinoamérica en recibir la vacuna contra la viruela del mono. Chile ya inició su programa de vacunación. Entretanto, nuestro Ministerio de Salud ha tomado la decisión de no adquirir las vacunas, descartando la solicitud de reserva de vacunas que se había hecho ante la Organización Panamericana de la Salud, desde el 27 de julio de 2022.

La vacunación contra la viruela del mono no tiene las mismas implicaciones que la vacunación contra el covid-19. No es masiva, dado que el riesgo no es diseminado, sino concentrado en poblaciones vulnerables y la mortalidad es mucho menor. Pero la viruela símica es un evento de máxima importancia en salud pública por varias razones. Primera, los eventos de salud pública no solo incluyen afectaciones a la población general, sino la protección a grupos de riesgo. Segunda, controlar la diseminación es primordial para evitar la extensión dentro de aquellos vulnerables y al resto de la población. Tercera, prevenir la enfermedad y el dolor son acciones de salud pública, mucho más cuando afecta poblaciones históricamente excluidas.

Sin ser una enfermedad venérea, la viruela del mono se propaga más fácilmente mientras mayor sea el contacto físico y esto pone en riesgo a algunas poblaciones sexualmente activas, identificándose con mayor frecuencia, y hasta el momento, en personas de la comunidad LGBTQIA+, y otras poblaciones como los trabajadores sexuales. La vacuna es una herramienta muy efectiva para el control, es una vacuna de virus inactivo registrada desde 2019. Se debe usar para proteger a contactos de casos confirmados con enfermedad grave, inmunosuprimidos y mujeres gestantes.

Desde la política de salud hay un dilema complejo, por un lado es necesario evitar la estigmatización de poblaciones y por otro, enfocar las acciones en los de mayor riesgo, lo cual puede llevar a señalamientos injustos y dañinos. La posición de las organizaciones internacionales de salud ha sido contundente. A pesar del riesgo de estigmatización, todos los países y sistemas de salud deben trabajar decididamente protegiéndolos y evitando la propagación de la enfermedad. Por eso la Organización Mundial de la Salud declaró la viruela del mono como una emergencia de salud pública de preocupación internacional.

En ese entorno, la pasividad del Ministerio de Salud es penosa, pero aún peor, peligrosa para todos los colombianos. Es inconcebible cómo en documentos públicos se reconozca el riesgo y la necesidad de proteger a la población, pero al tomar decisiones se argumenten, supuestas y jurídicamente endebles, razones constitucionales para no adquirirlas. El resultado es patético, se reconoce el peligro para la salud de los colombianos pero no se hace nada. Un paso atrás y un equívoco precedente ante nuevas crisis sanitarias. La grandilocuencia frente al derecho a la salud fenece al proteger a los más vulnerables.

Los colombianos debemos analizar esta actuación del Ministerio en todas sus implicaciones. Colombia ha padecido en diez años dos epidemias de nuevas enfermedades –Zika y Chikunguña–, varios rebrotes de enfermedades ya controladas, y una pandemia. El covid nos enseñó los devastadores efectos de las epidemias. También demostró la importancia de la seguridad sanitaria, concepto que involucra las acciones objetivas y precautelativas de gobiernos y autoridades sanitarias para proteger a sus pobladores. Nunca como ahora se habían desarrollado y producido en meses vacunas y medicamentos eficaces, evitando la muerte de miles, quizá millones de personas.

Es gravísimo que el Ministerio no haga nada, no se planteen mecanismos alternativos de compra, actuaciones legales para superar los problemas y si nada de ello satisface, la presentación con mensaje de urgencia de un proyecto de ley, con no más de un artículo, que los blinde si no quieren tomar ningún riesgo. Es terrible que hayan pasado más de dos meses y nada suceda. Y es muy notorio el silencio de tantos defensores de oficio del derecho a la salud.

¿Cuál será el problema? Varios de quienes hoy orientan el Ministerio de Salud y entidades adscritas, ayer, durante el covid, se rasgaban las vestiduras sobre la decisión que tomamos de efectuar compras bilaterales y argüían que no había afán y el foco del Ministerio en la pandemia debía dirigirse a eliminar las patentes de las vacunas. Objetivo loable, pero totalmente inefectivo al defender la salud de los colombianos en la urgencia que representaba una pandemia y mientras los países se agarraban a dentelladas por comprar las reservas existentes. Bien hicimos en enfocarnos en el acceso a las vacunas en un momento tan crítico de nuestra existencia como país. La prevención efectiva se hace ejerciendo la autoridad sanitaria con base en evidencia científica y consensos de expertos.

Señores del Ministerio de Salud, este no es el momento de esconderse, es el tiempo de dar la cara al país y contarnos cuál es la visión real que tienen frente a la seguridad sanitaria de los colombianos.

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