
Opinión
El momento es para el diálogo y la concertación
Dos importantes acontecimientos sociales y políticos sucedieron en Colombia el pasado 18 de marzo.
Uno, las grandes marchas ciudadanas convocadas en las principales ciudades de nuestro país por diversas organizaciones sociales, entre ellas, los sindicatos, los maestros, los estudiantes, los indígenas, otras comunidades étnicas y poblacionales, tanto urbanas como rurales. Esas manifestaciones fueron respaldadas por el presidente Petro, quien declaró ese día cívico a nivel nacional e invitó previamente a todos los participantes a apoyar su iniciativa política y constitucional de promover una consulta popular para que el pueblo, como constituyente primario, decida sobre sus propuestas de reformas laboral, pensional y de salud.
Dos, la decisión de la Comisión Séptima del Senado, que después de escuchar a todos sus integrantes, al ministro de Trabajo, al delegado del Ministerio de Hacienda, a varios senadores y representantes a la Cámara presentes en dicha reunión, tomó la decisión —mediante el sistema de voto abierto y televisado a nivel nacional— de hundir —por ocho votos a favor y seis en contra— el proyecto de reforma laboral que había sido aprobado por mayoría de votos por la plenaria de la Cámara de Representantes y que contaba con el respaldo del Gobierno nacional.
Frente a los anteriores acontecimientos y partiendo de la importancia del diálogo social, de la concertación y de la verdad como nortes éticos en la vida de las personas; por más dolor o manifestaciones triunfalistas que existan, de parte y parte, por los hechos sucedidos; muy respetuosamente, me permito manifestarle al presidente Petro, a su equipo de gobierno, al presidente del Senado y al de la Cámara de Representantes, a la presidenta de la Comisión Séptima del Senado, también a los diversos voceros de los gremios empresariales y sindicales, que el camino para Colombia no es el de la polarización o la descalificación. El camino es el del diálogo social, del entendimiento y concertación entre diferentes.
Por mi propia experiencia, primero como sindicalista y luego como ministro de Trabajo, considero que la trilogía conformada por Gobierno, empresarios y trabajadores es la clave para avanzar no solo en el desarrollo de una nueva cultura de las relaciones laborales; sino en el crecimiento económico de las empresas, en la creación de nuevos empleos y como forma de lograr el desarrollo económico y social de cualquier país. Ese por lo menos, fue el espíritu del mandato de la Constitución Nacional, cuando los constituyentes aprobamos por unanimidad, en 1991, la creación de la Comisión Tripartita de Concertación Laboral.
En ese camino de contribuir a hacer del diálogo, la concertación y la verdad, auténticos nortes éticos, y dado que el problema social que motivó tanto las marchas como la votación de la Comisión Séptima del Senado sigue sin resolverse; como exvicepresidente de la República me permito solicitarle a los voceros del Gobierno nacional, del Congreso de la República, de los empresarios, de los sindicatos y de los medios de comunicación que cada uno por su lado y de manera conjunta, contribuyan a desarmar la palabra y a un clima de entendimiento dialogado y concertado sobre los ejes fundamentales de una reforma laboral. Colombia les agradecería mucho.
En ese orden de ideas, y como a las personas cercanas o lejanas siempre debemos decirles la verdad y no lo que sus oídos desearían escuchar; muy fraternalmente me permito sugerirle al presidente Petro que postergue por ahora la presentación al Senado de la República de su proyecto de consulta popular y que, en un acto de grandeza y reconciliación, invite a dialogar a los integrantes de la mesa directiva del Senado y de la Cámara de Representantes, lo mismo que a los voceros empresariales y sindicales; a fin de lograr de manera conjunta avanzar en la construcción de una nueva y necesaria reforma laboral en Colombia.