OPINIÓN
El papel del perdón en los procesos de paz
Sin transformar el resentimiento, sin el reconocimiento de las violencias en sus múltiples formas y sin acciones auténticas de ofrecer disculpas y reparación, es muy difícil pensar que las sociedades puedan construir la paz.
¿Puede haber paz sin perdón y reconciliación? Un proceso de paz es precisamente eso, un camino que compromete a la sociedad, -no sólo a las élites- con la incorporación de prácticas culturales no violentas para la gestión de los conflictos. También implica actuar para transformar las dinámicas psicosociales que esta ha generado y que son fuente de legitimación, reproducción y mantenimiento de la misma. Porque, dicho sea de paso, no se trata de terminar el conflicto, sino de terminar la forma violenta de gestionarlo y de tratar con las consecuencias que este ha dejado.
Es claro que la guerra que hemos vivido por más de 50 años, ha generado muertos, desaparecidos, heridos, secuestrados, desplazados y también familias, grupos e individuos cargados de dolor, resentimiento, desconfianza, ira y odio hacia quienes consideran responsables.
Por tanto, pretender que la paz se pueda lograr sólo con la discusión y el acuerdo sobre aspectos ligados a temas económicos o políticos (participación en la estructura de poder del Estado y todo lo que de esto se deriva) resulta ingenuo e improbable y esto no es suficiente para movilizar la sociedad hacia la paz. Tenemos ejemplos en Centroamérica y en nuestra historia que desafortunadamente muestran que las firmas y los pactos entre las élites armadas no disminuyeron la violencia -en especial la homicida-, sino que la trasladaron a otros escenarios de la sociedad.
Resulta evidente que sin transformar el resentimiento, sin el reconocimiento de las violencias en sus múltiples formas (directas y discursivas) y sin acciones auténticas de ofrecer disculpas y reparación por parte de los perpetradores de estas agresiones es muy difícil pensar que las sociedades pueden construir la paz. Es en este punto donde el perdón cobra un papel determinante como proceso individual y grupal en un proceso de paz.
El perdón es un proceso orientado a superar el resentimiento que se tiene contra una persona o grupo que ha causado dolor o que ha infringido una ofensa, sin que esto signifique que se niega el derecho al resentimiento o lo obligue a perdonar; el perdón supone otorgar aun victimario benevolencia o incluso compasión. Esto implica que es necesario reconocer que el que perdona ha sufrido, y tiene derecho al resentimiento, sin embargo lo supera o trata de superarlo.
Es claro que el perdón no puede darse con olvido, si se olvida no hay que perdonar, el perdón supone un trabajo sobre las emociones, las creencias y actitudes de resentimiento pero no sobre las acciones concretas y sus consecuencias pues estas no se pueden cambiar y menos olvidar, excusar o negar. Tampoco la reconciliación implica por si misma perdonar incluso reconciliarse puede terminar teniendo un efecto contraproducente si el o los ofensores no han hecho nada por cambiar, por mostrar arrepentimiento, compensar a sus víctimas o comprometerse con no repetir sus agravios.
En la Facultad de Psicología, Universidad Javeriana, (López, Mullet, Pineda, Perilla y Murcia 2011-2012) llevamos a cabo una investigación en Colombia sobre perdón, con una muestra de la ciudad de Bogotá, de todos los estratos, en la cual se evidenció primero que no estamos listos para perdonar; segundo que perdonamos más a los grupos paramilitares que ha otros grupos armados, incluso al propio ejército, (esto claramente muestra la efectividad de los procesos de legitimación mediática y política que se incorporaron durante más de una década sobre la sociedad en relación con el paramilitarismo). En tercer lugar, se encontró, que estamos dispuestos a perdonar si hay acciones de arrepentimiento, reparación además de un compromiso con la no repetición, y en cuarto lugar que será más difícil perdonar el homicidio, las violaciones y el secuestro, que otras ofensas.
Estos hallazgos, en primer lugar, nos obligan a investigar procesos como el perdón en nuestra población. En segunda instancia, a intervenir con diversas estrategias psicosociales, pedagógicas y mediáticas en relación con el perdón y la reconciliación orientadas a disminuir el resentimiento y instaurar prácticas pacificas de afrontar los conflictos. Por tanto, nuestro proceso de paz no puede ignorar los aspectos psicosociales de la misma, nuestra historia en otros procesos de paz y las dinámicas violentas derivados de ellos son una evidencia contundente de ello.
*PhD. Psicólogo, profesor asociado Pontificia Universidad Javeriana. Correo electrónico: lopezw@javeriana.edu.co