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Opinión

El peligroso borrón y cuenta nueva

Que no se olviden los atropellos a la ley.

David René Moreno Moreno
1 de enero de 2025

Sin duda, el nuevo año trae cambios y con ellos aparecen nuevamente las promesas de “no fumo más”, “bajaré de peso”, “haré ejercicio”, “pagaré las deudas” y “nunca más me verán borracho”; pero este cambio de año no significa que automáticamente se hace borrón y cuenta nueva con los propios desaciertos, y menos con los del actual gobierno, que tanto daño han causado al país en los campos económico, político, social y de la seguridad.

El pueblo colombiano no puede olvidar las mentiras, las falsas promesas, las incitaciones a la confrontación, ni al enfrentamiento violento, que se promueve desde la Casa de Nariño; tampoco se puede dejar de recordar la corrupción desbordada que nos agobia y que han denunciado valientemente periodistas honestos y medios de comunicación que solo buscan acabar con el cinismo y la inmoralidad que ha sido señalada en los altos niveles del poder.

La justicia está siendo ultrajada y deja de ser disuasiva frente al delito; parece que muchas decisiones procesales no se toman oportunamente, para así favorecer a los implicados, especialmente cuando están muy cerca del poder. Las investigaciones por la posible violación de los topes de campaña, los dineros de dudosa procedencia denunciados por la exesposa del hijo, los 15.000 millones mencionados por Benedetti o los dineros extraños por los cuales se violaron los derechos de Marelbys solo quedarán en el baúl del olvido si el pueblo lo permite.

Ojalá que no se vaya a olvidar lo ocurrido con los camiones para llevar agua a La Guajira, que solo sirvieron para enriquecer a los corruptos, pues aún no llega el líquido vital a esas poblaciones tan necesitadas; al igual, que se defina lo relacionado con los camiones de segunda comprados por el alcalde para recoger basuras en Bogotá, que nunca sirvieron y por los cuales aún no hay responsables. Tampoco se puede hacer borrón y cuenta nueva con el empleo de la UNGRD como caja menor del Gobierno para pagar la corrupción de políticos, comprando votos y conciencias, mientras que varias regiones muy necesitadas siguen sufriendo la falta de recursos.

La ideología comunista castro-chavista y su aplicación por parte de aventajados alumnos petro-santistas ha causado un daño inmenso al país, como la impunidad brindada a delincuentes que hoy son nombrados gestores de paz. Santos ni siquiera se puso colorado cuando les propinó golpe de Estado a los colombianos desconociendo los resultados del plebiscito que rechazó las negociaciones con las Farc, amenazando que al no haber acuerdo con esos bandidos volvería de nuevo la guerra, y aún continuamos inmersos en ella.

Hoy también se escuchan las amenazas del jefe de gobierno de ‘incendiar el país’ si no le aprueban sus pretensiones, reacción característica de gobiernos autoritarios. En el vecindario, igualmente, se oyen las amenazas del dictador en contra de quien ha sido elegido por el pueblo para cambiar la dirección ideológica del gobierno en la búsqueda de unión y progreso para la nación; parece que un ‘inmaduro’, sin siquiera sonrojarse, decidió que el socialismo del siglo XXI debe seguir reinando, pasando por encima de la voluntad de un gran pueblo.

El rojo de la izquierda se está destiñendo en la región, pues los pueblos se han dado cuenta de que la ideología comunista genera gran descomposición social, corrompe el sistema, frena el desarrollo, detiene el progreso, empobrece a los países y restringe los derechos y libertades de la población. La democracia está volviendo a florecer en estas latitudes y son muchos los arrepentidos de haber votado por una izquierda tramadora y manipuladora que por sus desaciertos pierde rápidamente la legitimidad.

Los ‘progres’ quieren refundar la patria a su medida y convertirse en líderes regionales de una ideología perversa y obsoleta. Quieren acabar con la empresa privada, con la salud, con el empleo, con la justicia, con la educación, con las libertades y con las fuerzas militares. En las relaciones internacionales, están creando una barrera para aislar al país y se adhieren a regímenes ilegítimos y antidemocráticos; seguramente, el próximo 10 de enero se tendrá una nueva dirección política en la querida Venezuela y a los delincuentes que desde allí nos atacan se les acabará la protección que les ofrece al actual régimen.

Queremos que el país florezca bajo la dirección de personas no corruptas que busquen el beneficio para Colombia, en lugar de prebendas personales; que se acabe la imposición ideológica de la izquierda, que es enemiga del progreso y desarrollo de la sociedad, lo cual solo se logrará con la unión alrededor de un solo candidato que represente los intereses de todo un país.

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