OPINIÓN
El peligroso juego de la propaganda en el discurso de Petro
El presidente, en su afán por consolidar su poder, ha tejido una red de propaganda que se asemeja a la que Goebbels implementó en la Alemania nazi.
El escenario político colombiano se ha convertido en un laberinto de palabras en que el presidente pretende desfigurar la verdad, si no en todos, en la mayoría de los casos. Si la verdad fuera una mujer, Petro la golpearía cotidianamente, se aprovecharía de ella y le desfiguraría la cara. Gustavo Petro, como un mago que juega con la percepción del público, utiliza una estrategia comunicativa que recuerda peligrosamente a la propaganda de Joseph Goebbels, el maestro de la manipulación nazi.
El presidente, en su afán por consolidar su poder, ha tejido una red de propaganda que se asemeja a la que Goebbels implementó en la Alemania nazi. El discurso de Petro utiliza el siguiente libreto, que desgloso para así reconocerlo con mayor facilidad:
1. Exageración y distorsión: Petro utiliza la exageración y la distorsión de la realidad para crear una imagen negativa de sus oponentes y construir una narrativa favorable a su causa. Se vale de la manipulación de datos, la tergiversación de hechos y la creación de enemigos ficticios para generar miedo y desconfianza en la población.
2. Ataque constante y hostigamiento: Petro y sus seguidores, como un ejército de troles digitales, atacan sin descanso a sus críticos, utilizando el insulto, la descalificación y la difamación como armas de guerra. Se valen de la intimidación y el hostigamiento para silenciar a quienes se atreven a cuestionar su discurso.
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3. Repetición constante de la mentira: Petro repite una y otra vez sus mensajes, sin importar si son verdaderos o falsos. La repetición constante, como un mantra que se graba en la mente del público, busca convertir la mentira en verdad.
4. Identidad invertida: Petro utiliza la estrategia de la identidad invertida, acusando a sus oponentes de lo que él mismo hace. Se autoproclama víctima de la persecución política, mientras él mismo ataca y silencia a sus críticos.
5. Influencers pagos y bodegas de desinformación: Petro ha implementado una estrategia de propaganda que se basa en la utilización de influencers pagos por el Gobierno y en la creación de “bodegas”, de desinformación. Estas “bodegas” se dedican a difundir información falsa y a manipular la opinión pública en las redes sociales.
La estrategia de Petro, como un virus que se propaga en esos escenarios, se alimenta de la desinformación y la manipulación. Busca crear una realidad paralela en la que la verdad se distorsiona y se adapta a su narrativa.
El peligro de la propaganda de Petro radica en su capacidad para influir en la opinión pública, generar polarización y erosionar la confianza en las instituciones democráticas. La utilización de la propaganda como herramienta política no es nueva. Petro utiliza la misma estrategia de Goebbels, y ya sabemos en qué paró eso.
Uno de los ataques más bajos que pudo observarse en las redes sociales fue el de los bodegueros que están a su servicio, tratando de menoscabar la integridad de las cortes, particularmente de la Constitucional, señalándola de tramposa y poniendo en duda su transparencia e independencia. Una entrevista dada recientemente por el presidente de la Corte Constitucional fue la materia prima para que las bodegas actuaran, empezaran a deslegitimarla y con su discurso de odio incitaran a las personas del común —que inocentemente leen sus comentarios en redes— a poner en entredicho a la Corte y sus decisiones.
En semanas anteriores, Petro —en alusión al presidente de la Corte Suprema, en un acto de racismo puro— manifestó que no entendía cómo podían existir afrodescendientes conservadores. A las periodistas de Colombia las llama “muñecas de la mafia”, y a los que gritan “Fuera Petro”, asesinos.
Todas estas actuaciones, Petro las hace de manera completamente deliberada, con la finalidad de transgredir nuestra democracia, para instalar a su acomodo un modelo económico y social castrochavista, como a él le gusta. Una receta que no ha funcionado en ningún país, y mucho menos lo hará en Colombia. Los únicos que se benefician de ese tipo de procesos antidemocráticos son los dictadores y sus séquitos: pareciera que Petro quisiera convertirse en uno.
Pero mientras las bodegas escupen odio, hay millones de colombianos que queremos un mejor vivir para nuestros compatriotas, bajo los preceptos constitucionales que conocemos. No permitiremos que nos arrebaten el Estado de derecho, y por más que tengan el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial, los órganos de control y los medios de comunicación serán un contrapeso implacable para defender la democracia en Colombia.