OPINIÓN

El poder de la mentira y la mentira del poder

En cuatro semanas, el Reino Unido tendrá un nuevo primer ministro (PM) encargado de finalizar Brexit, la cancelación formal de su membresía en la Unión Europea (UE). Es interesante seguir el proceso para una comparación con la dinámica y resultado del plebiscito del acuerdo con las Farc y la situación política actual en Colombia.

Mauricio Carradini, Mauricio Carradini
22 de junio de 2019

Brexit ha ido destruyendo el país de distintas maneras y ha causado divisiones y problemas. Nunca antes se había estado tan cerca de la independencia de Escocia y una vez se concrete Brexit seguramente empezará el proceso formal para una nueva votación al respecto. La economía se ha visto golpeada, la posición de Londres como centro financiero mundial ha sido debilitada, ha aumentado la xenofobia y la violencia social y política. Algunos dicen, con algo de razón, que los problemas ya existían y Brexit los evidenció, sin embargo es innegable el dañino efecto que todo este proceso ha tenido en la cohesión social, la confianza en la clase política, el optimismo y la visión de nación que tenían los británicos de su país.

 El referendo Brexit fue exitoso, contra todos los pronósticos, porque se usaron tecnologías y procesos nuevos para llegar a ciudadanos que no habían votado antes y no existían en las muestras de las tradicionales firmas encuestadoras. De la misma manera, se emplearon frases bastante efectistas que apelaron a las emociones de esos votantes.

 Hay dos investigaciones relacionadas con Brexit.  Una, de la financiación de las campañas a favor de salir de la UE, por la cual ya la comisión electoral encontró trampas y violación de topes, ha impuesto multas y se han enviado pruebas a la policía para que investigue posibles delitos. Otra investigación tiene que ver con las frases y promesas y los posibles engaños al electorado. Las frases con respecto a los resultados de Brexit están cuestionadas pues el proceso de salida ha sido tan caótico y con resultados tan desastrosos que ya será imposible cumplir esas promesas. Otras están siendo revisadas porque parecen ser falsas.

 El año pasado los investigadores de la comisión electoral enviaron más de 2400 documentos a la policía y no ha pasado nada.  En las últimas semanas un juez aceptó una denuncia con respecto a las mentiras de los promotores del Brexit, y un grupo de parlamentarios ha anunciado que si la policía no empieza a producir resultados pronto, abrirán una investigación por ineficiencia y posible sesgo político.  

 Uno de los procesos judiciales ha cobrado gran relevancia pues ha llamado a juicio a Boris Johnson, exministro de relaciones exteriores y desde esta semana el casi seguro próximo PM. Como líder del movimiento Leave, Johnson usó unas estadísticas y cifras de presupuesto nacional y de gasto en la UE que parecen no tener sustento sólido.

 Por esas particularidades del sistema parlamentario británico el próximo PM será elegido por 160mil miembros del partido conservador y no por los 46 millones de posibles votantes. Johnson es muy popular dentro de su partido pero la sociedad británica tiene una muy baja tolerancia a las mentiras y cabe mencionar que en muchos casos de escándalos sexuales o de faltas éticas los funcionarios han tenido que renunciar no por las acciones en sí mismas sino por haber mentido después. Si hay un fallo antes de que se vote por el nuevo PM, y Johnson es encontrado culpable, sus posibilidades de ganar se verán muy disminuidas, y si es elegido y luego hay un fallo condenatorio, será extremadamente difícil que su gobierno sobreviva a la condena judicial y social y más aún, cimentaría aún más el movimiento que pide un segundo referendo con respecto a la salida de la UE.

 Esta situación demostrará si algunas instituciones británicas -como el sistema judicial y la policía-, pilares tanto de su democracia como de su orden social han sobrevivido intactas el caos de Brexit o si por el contrario se suman a todo lo demás que se ha desvanecido y el Reino Unido sigue su retroceso y se parece cada vez más a democracias de países a veces inviables, como Colombia.

 Porque hay recordar que en Colombia un presidente mintió una y otra vez con la excusa de la paz en dos votaciones, engañó a los ciudadanos, violó leyes de financiación electoral, usó todo tipo de trampas y triquiñuelas para desconocer el resultado de un plebiscito, forzó al Estado a implementar lo que los colombianos rechazaron y no ha pasado nada. Peor aún, el país quedó dividido como resultado de todas esas mentiras y trampas y a pesar de que hay un nuevo gobierno, la agenda política sigue siendo llevada por esa minoría que se empeña en un nuevo país en donde narcos, asesinos, secuestradores y violadores empiezan a dar clases de ética y de redacción de leyes y en donde además el poder judicial se declara garante de "la paz", a costa de la justicia. Ahora, ¿cómo le explica uno a los británicos que la mayoría de  colombianos no creyó en las mentiras pero aún así les cambiaron la constitución y les están moldeando un país al antojo de los criminales que los amenazaron durante 50 años?

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