OPINIÓN
El populismo empobrece
El Fondo Monetario Internacional acaba de rebajar las proyecciones de crecimiento mundial, principalmente por cuenta de la incertidumbre que generan a nivel global la guerra comercial entre China y los Estados Unidos y el riesgo inminente de una salida sin acuerdo de la Gran Bretaña de la Unión Europea. El populismo nacionalista está poniendo en riesgo la economía mundial.
Según las más recientes proyecciones del Fondo, la economía mundial va a crecer a su ritmo más lento en los últimos diez años. A nivel global, hay dos grandes culpables de este flojo crecimiento y del deterioro de las expectativas económicas internacionales: el presidente Trump y el primer ministro británico, Boris Johnson.
Trump insiste en su teoría del garrote y el matoneo como estrategia de negociación y de relacionamiento con el resto del mundo. En materia económica, esa actitud le permitió renegociar el tratado de libre comercio con Canadá y México. Ha usado la misma aproximación para presionar a sus aliados europeos con la imposición de aranceles extraordinarios sobre el acero. También ha recurrido al arma económica para tratar de obligar a Irán a renegociar un nuevo tratado de desarme nuclear. En la región, restableció las sanciones económicas a Cuba y pretende acelerar la salida de Maduro de Venezuela con sanciones.
Pero sin duda la apuesta más arriesgada y con mayores consecuencias es la de haber seguido insistiendo en declarar una guerra tarifaria a China. Arrogante como en todas sus declaraciones, Trump ha dicho que China necesita más a los Estados Unidos que lo que su país necesita al gigante asiático. Es el típico caso de las victorias pírricas: si bien efectivamente China exporta más a Estados Unidos que lo que le compra, la maquinaria productiva americana depende en buena medida de los insumos que trae de china, además de la maquila inmensa que las grandes empresas americanas tienen en China. Ello sin contar que los agricultores americanos encontraron en los casi dos mil millones de chinos un mercado imposible de reemplazar para sus productos y están sufriendo gravemente las consecuencias del ping pong de subidas arancelarias. A estas restricciones comerciales Trump le añadió el veto a la compañía Huawei, una de las empresas líderes en el desarrollo de redes 5G, con lo cual afectará la capacidad estadounidense para mantenerse a la vanguardia de la tecnología de la información.
El problema grave es que, por su tamaño, la guerra entre esos dos mamuts económicos nos afecta a todos y no solo a ellos. Es un caso típico de la juegos de suma negativa para los protagonistas y con numerosas víctimas colaterales.
Por su parte, Boris Johnson, el nuevo primer ministro británico, quemó todas las naves de una posible salida organizada de su país de la Unión Europea. Para congraciarse con los más extremistas conservadores antieuropeos, prometió que el retiro de la Unión Europea se hará, incluso sin acuerdo. Y para demostrar que un no acuerdo es su opción preferida, subrayó que no le importa crear una frontera entre las dos Irlandas (la una independiente y miembro de la UE y la otra, parte del Reino Unido), poniendo incluso en riesgo el acuerdo de paz que puso fin al conflicto en Irlanda del Norte entre católicos y protestantes. El riesgo de implosión va más allá. Los escoceses, que trataron de salirse de la Gran Bretaña hace pocos años, votaron masivamente por quedarse en la Unión Europea. Ahora, frente al riesgo de una salida caótica, están considerando la opción de volver a convocar un referendo independentista.
En materia económica, si no hay acuerdo para el retiro de la UE, las consecuencias serían nefastas. El Reino Unido puede perder su liderazgo como el principal mercado financiero y de valores de Europa, la libra esterlina ya ha perdido 10% de su valor frente al dólar en tan solo 3 meses. Son innumerables las grandes empresas, los bancos que trasladaron o están pensando trasladar sus sedes fuera del Reino Unido, así como los médicos, economistas y profesionales de toda índole (incluso futbolistas) europeos que corren el riesgo de no poder seguir trabajando en Inglaterra por cuenta de su retiro de la Unión Europea. En ambos casos, las decisiones populistas y nacionalistas tendrán graves consecuencias económicas para el mundo.
En nuestra región, el Fondo Monetario Internacional ve con preocupación la situación de Brasil y de México. Las dos economías más grandes de la región están viviendo grandes incertidumbres y frenando su crecimiento por cuenta de los nuevos rumbos adoptados por sus presidentes populistas, de derecha o de izquierda, pero populistas.
En definitiva, el populismo nacionalista no es solo malo para la democracia. También es malo para la economía. Lo increíble es que la gente sigue votando por candidatos de esa línea, aún en contra de sus propios intereses y bienestar. ¿Cuándo aprenderemos la lección?