Opinión
El presidente es un adicto
Más allá de si su adicción es al tusi o al fentanilo, debe preocuparnos sus adicciones al poder y al marxismo.
Este domingo María Jimena Dussan, periodista cercana al proyecto político del Presidente Petro, quien hasta hace unos meses fungiese como una de sus negociadoras de paz ante el ELN, manifestó su preocupación por la salud del Presidente y la muy posible adicción que este tendría en la actualidad. Las reacciones a esa columna desde su publicación no se han hecho esperar.
Desde distintos sectores de la sociedad se preguntan si ¿Es el Presidente apto para gobernar?, ¿Sus trinos erráticos, que incluso han puesto en peligro nuestras relaciones internacionales con países amigos, los habrá hecho sobrio?, ¿Será esta la razón por la que llega tarde o incumple su agenda nacional e internacional? Esa y muchos otros cuestionamientos nos hacemos millones de colombianos, que aún no sabemos cuál es la verdadera razón detrás del actuar en ocasiones errático de Petro.
Hasta ahora el Presidente confesó en su cuenta de X que es adicto al café. Eso se lo creo, pues el café colombiano es el mejor del mundo. Por el momento, ese es el único dato cierto y corroborable que tenemos. Si le gusta el fentanilo, la cocaína, el tusi o los opiáceos solo lo sabrá él. Probar que el Presidente es un adicto solo obedecerá a un examen médico que jamás se hará, pues legalmente no está obligado a hacerse chequeos médicos y mucho menos hacer públicos sus resultados. Así las cosas, a menos que existan videos o grabaciones contundentes, el que Petro es un adicto no pasará de ser un rumor.
Pero más allá de si Petro es un adicto a alguna sustancia psicoactiva, lo que si todos sabemos es que es un adicto al poder. Con base en esa adicción, hará todo lo posible para instalarse en la Casa de Nariño el mayor tiempo que le sea posible. Esa es la adicción que verdaderamente debe preocuparnos.
Tendencias
Al momento de escribir esta columna, el Papá de Luis Díaz, nuestro brillante futbolista, sigue secuestrado. La política de paz del Presidente Petro es un completo fiasco. No tiene sentido, ni un orden, ni una estrategia. Para lo que sí ha funcionado es para fortalecer la presencia de grupos ilegales al margen de la ley en algunas regiones, en las que también secuestran a nuestros soldados, atentan y debilitan a nuestra fuerza pública.
El robustecer a las guardias campesinas, indígenas y cimarronas, al igual que a la Primera Línea, todos movimientos en los que se ha podido probar hay presencia e inclusive entrenamiento por parte de las guerrillas del ELN y las disidencias de las FARC a varios de sus miembros es real. Petro, drogado o no, está creando su propia milicia, al mejor estilo de los colectivos chavistas que están al servicio de Nicolás Maduro.
El ataque continuo a los empresarios y a la propiedad privada, como parte de su retórica populista para generar divisiones en la sociedad colombiana, hacen parte de su estrategia para quedarse en el poder. Cancelar la exploración y explotación a futuro de gas, lo único que garantiza es que en un escenario no muy lejano tengamos que importarlo desde Venezuela, haciéndole así un enorme favor a su amigo Nicolás Maduro, cuyo modelo de país quiere importar e implantar en Colombia.
Las alianzas internacionales que Petro está haciendo son sumamente inquietantes. Busca refugio en los mismos países que han mantenido con oxígeno a la dictadura venezolana. Su deseo de cambiar nuestro modelo económico cada vez es más evidente, pues no solo firmó en China un libro en el que manifestó que el capitalismo es enemigo de la vida, sino que hace pocas horas posteo en X que lamentaba el fallecimiento de un reconocido filósofo marxista cuyos escritos consideraba eran un modelo a seguir en América Latina.
Así las cosas, debemos como ciudadanos abrir los ojos frente al diario acontecer del Congreso y de las Cortes. Me sorprende mucho, como a estas alturas y con tantas atrocidades de por medio, la Corte Constitucional no se haya pronunciado sobre la “Paz Total”.
También debemos estar constantemente alertas y atentos a las acciones arbitrarias del gobierno, de los pasos que da cada día más firmes para estatizar servicios públicos o poner más impuestos, como los llamados “impuestos saludables” que lo único que hacen es destrozar nuestra economía y afectar a nuestro tejido empresarial.
Preocupémonos por las adicciones de Petro. En especial por su adicción al poder y al socialismo. Eso si que es peligroso. Más que el tusi, la coca o el fentanilo.