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El problema, nosotros; la solución, también

La prueba de fuego, por ahora, es Petro. Lo hicimos contra Rojas, contra Escobar y contra la guerrilla y los paramilitares. Entre todos porque no hay un salvador.

Francisco Santos
29 de junio de 2024

La llegada de Gustavo Petro al poder es culpa de todos nosotros, y que pueda destruir al país, también lo es. Pero esta es una nación resiliente y, por ende, la solución a estos problemas también depende de cada uno de nosotros. No hay un salvador, no hay un mesías. Esto nos toca asumirlo a todos los colombianos.

Finalmente, acabamos votando para el Congreso a los mismos vagabundos que se venden por un contrato, por un negocio o por un puesto. Además, a los cargos más importantes de poder llegan quienes de ninguna manera están preparados, pero eso sí están bien parados con el presidente de turno. Los ciudadanos permitimos que no sean los mejores los que lleguen a los cargos más importantes del país como magistrados, fiscales o ministros, para no hablar de otros cargos directivos.

Cuando Petro llegó al poder e hizo exactamente lo mismo, nos dimos cuenta, como me dijo un amigo, de que estábamos entre la mierda, pero que ya la podemos oler. ¿O es que el fiscal Barbosa tiene algo de distinto a la fiscal Camargo? O Néstor Humberto, gran abogado, eso sí, ¿es diferente a la veleta de Montealegre, que fue de Uribe, de Santos y ahora es de Petro? Idéntico a Benedetti o quizás más descarado, pues uno es político y el otro supuestamente jurista.

Nos acostumbramos a que la justicia, a los más altos niveles, se compra con puestos de familiares y amigos, o peor aún, con millones en sobornos, como pasó con el cartel de la toga. Aceptamos que unas Cortes estén a la orden de un presidente y cambien las reglas del juego, como pasó con los acuerdos de paz y el plebiscito. O como sucede hoy, que hagan un fallo de inconstitucionalidad que solo entra en vigencia en dos años y permite el malgasto, el robo y las pérdidas de varios billones de pesos. Moderar una sentencia es posible, pero el descaro de esta no.

Es ahora cuando el gobierno de Petro utiliza las mismas tácticas para gobernar, pero con un descaro increíble, que nos quejamos. ¿Que Petro rompió los topes? Claro. ¿Y qué fue Odebretch con Santos? ¿Que los narcos lo financiaron? Sin duda, pero igual que a Ernesto Samper. ¿Y la compra de congresistas? Ni hablar de la mermelada de Santos. Sabas Pretelt acabó preso por entregar una notaría a cambio de un voto. ¿Veremos presos a Velasco y sus compinches en el gobierno y a los congresistas que recibieron esos sobornos? Con esta fiscal seguramente no pues seguirá el camino de los fiscales de Santos que persiguieron a los funcionarios de Uribe pero se hicieron los de la vista gorda con los suyos.

Ni hablar de las fiestas del ego que hay entre la clase dirigente de hoy que solo ve cómo se elige y no cómo se sirve. No hay quien sobresalga en este momento mostrando una calidad de pensamiento, de propuesta o de liderazgo que de verdad nos haga soñar. Petro logró que esa mediocridad que solo sabe gritar y responder sea la que sobresalga, y en esa mediocridad de liderazgo, él gana. Así de bajo hemos llegado, y la mierda que antes teníamos en la cintura ahora la tenemos en el cuello, no nos digamos mentiras.

Sin embargo, los colombianos han mostrado su carácter muchísimas veces a lo largo de la historia de nuestro país. Como cuando pararon a Colombia para tumbar la dictadura de Rojas. O promovieron una constituyente en el peor momento de violencia de Colombia. O salieron millones a las calles para decir “No Más”, hace 25 años, en marchas por todo el país, a pesar del temor que vivíamos por el poder de la guerrilla y los paramilitares.

Estos tres ejemplos tienen una característica común: era la sociedad civil, sin un líder identificado, la que movió al país. No eran unos líderes políticos detrás de un voto los que usaban la crisis para mover gente y aspirar posicionarse para la siguiente elección. No. Fueron los ciudadanos los que decidieron poner manos a la obra y no permitir que Colombia se hundiera en el hueco, la democracia muriera y los criminales ganaran.

Hoy estamos en ese mismo momento. Los criminales crecen, la corrupción se dispara a todo nivel, la separación de poderes, fundamental para preservar nuestra democracia, flaquea, la economía se derrumba y el gobierno es un concierto para delinquir con el mismo presidente a la cabeza. Nos volvió a tocar a los ciudadanos, como hace 65, 35 y 25 años.

No es solo salir a la calle en las grandes marchas, que, por supuesto, hay que hacerlo. Es también alistarnos para enfrentar a la minoría violenta que Petro nos va a querer imponer con su guardia indígena y su primera línea, que son lo mismo. Es votar y ser activistas todos los días, y no aceptar que Samper no haya sido condenado por el apoyo de la mafia o Santos y su relación con Odebretch siga encubierta. Si vamos a exigir el juicio político a Petro, como hay que hacerlo, fallamos al no haberlo hecho antes también. Hay que hacerlo con el que venga, no importa quién sea o de dónde sea, si rompe las reglas.

La prueba de fuego, por ahora, es Petro. Lo hicimos contra Rojas, contra Escobar y contra la guerrilla y los paramilitares. Entre todos, porque no hay un salvador.

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