OpiNión
El relato que no quieren que usted escuche
El derecho de las cosas es castigar a los asesinos y no premiarlos. Así no.
Era la noche del 30 de abril de 2021. La tensión por la mal llamada protesta social era palpable. Malandros caminaban apurados en medio de manifestantes legítimos para llegar hasta los lugares donde debían ejecutar su plan de caos y destrucción, que incluía incendiar todos los CAI de Bogotá. ¿Plan del ELN?, ¿descontrol social provocado para ganar elecciones?
De repente, cuando las fechorías abundaban y los delincuentes intentaban destruir un cajero automático, uno de ellos se percató de que Jesús Alberto Solano los grababa con un celular. Como ratas enardecidas, por lo menos 20 de ellos salieron tras quien los había captado con su móvil para castigarlo por su osadía. El material probatorio da cuenta de cómo por lo menos tres lo alcanzaron, golpearon y atacaron con piedras y armas cortopunzantes.
Según el fiscal del caso: “Con sevicia este grupo de personas ocasionaron sufrimiento excesivo a la víctima propinándole seis heridas con arma blanca, golpes con rocas y palos, además de puños y patadas. Fue una actitud despiadada de una multitud en contra de una persona con el ánimo frío de hacer daño excesivo solo por estar en frente de un uniformado”.
La víctima, el capitán de la Policía Jesús Alberto Solano. Vestía uniforme la noche de su asesinato a manos de la primera línea.
La semana pasada, en el marco de la idea de volver gestores de paz a los miembros de ese grupo por parte del Gobierno nacional, hablamos con su madre.
Este es el relato de doña Ana Silvia Beltrán: “Oficialmente me dicen que fue golpeado, que fue apedreado, que fue maltratado, apuñalado, arrastrado, y que lo iban a quemar vivo. Eso es lo que se sabe, que desgraciadamente aquellas 30 personas que fueron contra él, acabando con su vida y con la felicidad de nuestro hogar, del hogar que él había formado, con su esposa y su hija, no pensaron en que nos iban a hacer daño a todos”.
“En este momento somos nueve víctimas directamente de este desgraciado suceso en el cual nos quitaron a mi hijo, que era lo más amado y el tesoro de la familia, porque él era un profesional ya realizado. Él tenía mucho que darle al país. Su hoja de vida fue intachable, tenía todos los cursos y todos los títulos acerca de los derechos humanos, aquellos derechos humanos que para él no se hicieron respetar, ni siquiera con su vida, que era lo más importante”.
Entre sollozos, esta madre de lentes y corazón destruido dice: “Este es un llamado al señor presidente para que haga justicia ante este vil asesinato que con sevicia cegó la vida de mi hijo. Que el derecho a la igualdad, como dice su vicepresidente, sea un derecho para todas las víctimas también. Que en este 24 de diciembre que mi hijo cumplía años tengamos una Navidad negra y un cumpleaños que no se va a volver a celebrar. Mi hijo era un joven entregado, era un hombre bueno. Entregado a su deber. En este momento nadie nos responde. Él era capitán de la Sijín, por Dios santo. Que nos unamos en contra de la delincuencia. Que se respete la vida. Que se respeten los derechos humanos. Que él solamente portaba un uniforme. Que era un servidor de la patria. Y con decir que es un gran héroe, no nos han devuelto a mi hijo ni se ha hecho justicia. Que amamos a Dios y al cielo. Señor presidente, póngase la mano en el corazón, que él como padre de familia no le gustaría que le arrastraran a un hijo, que se lo apuñalaran, que lo desaparecieran de la noche a la mañana mientras ellos cumplen su deber con la patria y la sociedad entera. Con mi familia lo lloraremos por siempre y no nos cansaremos de pedir justicia”.
Por la muerte del capitán Jesús Alberto Solano, por el momento solo hay cuatro capturados, a pesar de que los responsables serían más de 20.
Estamos con doña Ana Silvia. Desde el momento en que hicimos esta entrevista, sus dolidas palabras no dejan de retumbar en mi cabeza. Nos duele su pérdida y compartimos su dolor. Ella quiere justicia, estamos con ella.
Ella quiere que los asesinos de su hijo paguen en la cárcel, y nosotros nos ponemos a su lado en su clamor. No nos pueden exigir a todos pensar igual. No estamos de acuerdo con indultos ni mucho menos con que de un día para otro estos asesinos pasen a ser gestores sociales y devenguen salario del Estado. Así no se construye paz total. No sobre la tumba de personas inocentes que cumplían con su deber. El derecho de las cosas es castigar a los asesinos y no premiarlos. Así no.