Opinión
El seguro social y otros demonios
Hay que pensar en fórmulas para reconducir la distorsión que en pensiones se hizo en 1993, pues ahondó que la seguridad social fuese un privilegio.
Finalizando agosto se llevó a cabo el seminario ANIF para discutir la reforma pensional, bajo el título ‘Lo que el Congreso y los colombianos deben saber’. Mi interés es aportar y enriquecer esa discusión. El sistema de seguridad social en los Estados Unidos provee una forma de seguro social contra el riesgo de pobreza extrema al adulto mayor, al redistribuir el ingreso entre quienes generan más ingresos hacia los que generan menos ingresos. Por ejemplo, para una persona nacida en 1960 que está dentro del quintil de más bajos ingresos, el sistema genera una relación beneficio–contribuciones de 2,8. Hoy eso quiere decir que el beneficio será casi tres veces lo que la persona contribuyó al sistema. Para una persona nacida en el mismo año que se encuentra en la mitad de los quintiles, la relación beneficio–contribuciones será de 1,6. De forma que el beneficio superará en un 50 por ciento sus contribuciones. Finalmente, para aquellos que generan los más altos ingresos nacidos en 1960, la relación beneficio–contribuciones es de casi uno. Ello quiere decir que los beneficios esperados para esta persona serán similares a sus contribuciones. Esto ilustra la forma como la seguridad social en Estados Unidos redistribuye los ingresos entre retirados, pasando de los de más altos ingresos a los de menores ingresos.
Para que el sistema funcione se requiere limitar los beneficios de las personas y poner un techo “bajito” a las personas de más altos ingresos. El beneficio mínimo en 2023 es de 1.033 dólares al mes. En promedio el beneficio del seguro social es de 1.837 dólares. Para un jubilado a los 62 años, el máximo beneficio es de 2.577 dólares mensuales.
El éxito del sistema en Estados Unidos es que 9 de cada 10 mayores de 65 años está cubierto por el mismo. Cerca de 66 millones de personas o el 20 por ciento de la población de Estados Unidos. Para las personas de menores ingresos, el ingreso derivado de la seguridad social es casi el 90 por ciento de sus ingresos en la vejez. Sin embargo, la gran mayoría de pensionados tienen fuentes de ingresos adicionales. El 69 por ciento de los adultos mayores tiene algún ingreso producto de activos que generó o ahorró en su vida, sean de finca raíz o activos financieros. Igual cifra, aunque por una fuente de ingresos diferente, tienen los adultos mayores por pensiones adicionales, como son las pensiones estatales o las pensiones privadas. Cerca de un 45 por ciento de los adultos mayores genera algún nivel de ingreso adicional haciendo labores temporales o de medio tiempo.
Lo cierto es que, en promedio, los beneficios del seguro social son apenas el 30 por ciento de los ingresos del adulto mayor en Estados Unidos y las pensiones adicionales aportan en promedio el grueso, con otro 36 por ciento. Las personas de más altos ingresos no son una carga tan alta para el sistema.
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El contraste no puede ser más marcado con Colombia. Aquí al 75 por ciento de los adultos mayores no los cubre el sistema. En Colombia las personas de más altos ingresos pesan más en el seguro social y los afiliados cotizantes que hay en los fondos privados suelen ser de más bajos ingresos. Según las cifras del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, el año pasado los 2,7 millones de cotizantes de Colpensiones cotizaron al año 13 billones de pesos. Esto es casi 500.000 pesos mensuales. En tanto, los 7 millones de afiliados cotizantes de fondos privados cotizan 23 billones o menos de 300.000 pesos mensuales. En promedio un afiliado cotiza 74 por ciento más en Colpensiones que en los fondos privados y la cotización es proporcional al ingreso de la persona.
Entre más van llegando a la edad de pensión las personas nacidas en los años sesenta y setenta del siglo pasado, más se pasan ellas de los fondos privados al sistema del antiguo seguro social. En la última década, según el ministro Bonilla, se han trasladado 150 billones de pesos ahorrados en los fondos privados a Colpensiones, afectado ya el ahorro.
Según Mauricio Santamaría, presidente de ANIF, en Colombia solo el 0,2 por ciento del decil más pobre está pensionado mientras está pensionado el 50 por ciento del decil más rico. Pensionado por el Seguro Social. Razón por la cual el 20 por ciento de los pensionados de más bajos ingresos recibe el 0,5 por ciento de los subsidios y el de más altos ingresos recibe el 80 por ciento.
La pregunta es si la solución es acoger la propuesta de Fedesarrollo y de Asofondos de girar a un único sistema de aportes obligatorios en cuentas individuales. Las cuentas individuales como sistema privado se crearon en 1974 en Estados Unidos para aportes exclusivamente voluntarios donde hoy casi 700.000 alternativas de planes de jubilación compiten. Es decir, ni remotamente la concentración en dos administradoras privadas como en Colombia, donde una tiene casi el 60 por ciento y la otra el 30 por ciento de los casi 400 billones de los ahorradores en los fondos privados obligatorios.
Hay que pensar en fórmulas para reconducir la distorsión que en pensiones se hizo en 1993, pues ahondó que la seguridad social fuese un privilegio. Junto con reducir la informalidad hay que buscar que no se pierda del todo la esencia social del sistema.