Home

Opinión

Artículo

JORGE HUMBERTO BOTERO

OPINIÓN

“El virus de la vida”

La expresión de Petro genera una interesante polémica lingüística.

Jorge Humberto Botero
25 de junio de 2024

Cuando el presidente definió que la misión que la Divinidad o el Destino le han impuesto, consiste en expandir ese virus hasta los confines del universo, sus palabras fueron objeto de burlas. Sin embargo, ha llegado, de fuente anónima y directamente a la pantalla de inicio de mi computador, una réplica escrita en sánscrito que, traducida al español, dice así.

“Es evidente que el sentido original del término ‘virus’ versa sobre un elemento patógeno que produce enfermedades infecciosas, el covid, por ejemplo. Lo que no advierten ustedes, cegados por el odio, es que nuestro gran timonel acuñó un oxímoron, una figura retórica que consiste en combinar, en una misma frase, dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido, por ejemplo, ‘un silencio atronador’.

Cuando dijo esa frase no podía estar pensando que la vida es un elemento dañino, sino en que difundir el bien sumo que ella implica por el orbe es una tarea en la que está comprometido con todas sus fuerzas. Es un héroe”.

No entraré en este debate, en primer lugar porque me asustan los mensajes intergalácticos, y, luego, por razones lógicas. Al no versar sobre hechos comprobables, sino sobre valores o emociones, no es posible llegar a verdad alguna. Así que cada uno de ustedes concluirá, con igual derecho, que el presidente es proclive al ridículo o que, al contrario, pertenece a la categoría de los profetas o, al menos, que es un notable poeta.

Viro entonces hacia temas de política exterior respecto de los cuales es posible algún grado de objetividad.

El restablecimiento de relaciones con Venezuela fue prematuro. Había muchas cosas que aclarar, que no se aclararon, sobre el papel de su gobierno con relación al ELN, que no sabemos si es su aliado o un enemigo común. No fue, como quiso ser, árbitro entre el gobierno de Maduro y la oposición. Brasil, lo que era conjeturable, no se dejó arrebatar su liderazgo sobre los temas de la Amazonía. La idea de canjear deuda externa por inversiones forestales nunca pasó de ser un mero discurso.

No logró respaldo el presidente en los foros mundiales, y menos en este continente para sus políticas climáticas radicales. Chile no le tiene confianza por intervenir en sus asuntos internos, y en el Perú se alió con un golpista que terminó en la cárcel. Le va bien con México, cuyo autoritario y populista gobernante ha deteriorado las instituciones que no controla: la prensa, la Suprema Corte y el poder electoral.

La presencia de Petro en los foros multilaterales se ha caracterizado por su impuntualidad, y la frecuente superación de los tiempos asignados a sus intervenciones. Es baja la posibilidad de que cumpla con los encuentros bilaterales entre colegas que son usuales en esos eventos. No participa en la negociación de acuerdos, prefiere declaraciones solitarias al final. Tampoco asiste a los eventos protocolarios -cenas y sesiones fotográficas- que tan útiles son para construir relaciones de confianza entre jefes de Estado.

Su manera heterodoxa de entender la diplomacia fue evidente con motivo del encuentro mundial sobre la paz en Ucrania, realizado hace poco en Suiza. Cabía suponer que esa era una causa que Colombia respaldaría. Ucrania es -nadie lo duda- una nación agredida por el gobierno dictatorial de Putin, cuya política expansionista amenaza la integridad de Europa y la paz mundial. Colombia siempre ha defendido los medios pacíficos para la solución de conflictos; buscado la convergencia con naciones democráticas, y ha sido firme aliado de Europa y Estados Unidos, los cuales, además, son nuestros principales socios comerciales. Petro arrasó con todos estos precedentes sin consideración a los efectos que hacerlo tendría. En estricto sentido constitucional puede hacerlo.

Sin embargo, no haber asistido, luego de haber confirmado su presencia, en persona o a través de un embajador, para sumarse a mayorías o minorías, es una afrenta a todos los países que asistieron a ese evento, que fueron más de cien. Sin embargo, como es usual, elevó su voz solitaria para que el planeta lo escuchara.

Nadie puede apoyar los crímenes de guerra que ha cometido Israel en la Franja de Gaza. Pero tampoco ignorar los atroces ataques contra la población civil judía que dieron origen a la crisis actual. Frente a un conflicto tan complejo, la postura maniquea de Petro es inadmisible. La posterior ruptura de relaciones diplomáticas coloca en grave riesgo el suministro de equipos, insumos y servicios militares israelíes que no se pueden sustituir de un día para el siguiente. Grave, además, ante la menguada capacidad de respuesta de las Fuerzas Armadas que hoy padecemos.

Como tantas veces sucede, el comunicado conjunto entre los gobiernos de Suecia y Colombia, con motivo de la visita de Petro a Estocolmo, poco dice, aunque menciona que se pactó una colaboración entre ambos países en temas “aeroespaciales”. Ahí asoman las orejas del lobo. Los suecos, que tan pacifistas son, nos quieren vender una flotilla de aviones de combate para sustituir la nuestra, que es obsoleta.

Al margen de los riesgos de corrupción e ineptitud, que son más agudos ahora que antes, hay que estar vigilantes. Colombia no necesita realizar cuantiosas inversiones para afrontar una guerra internacional inimaginable. Requiere hacerlas para atender el colapso de la paz total, tarea que se libra con otro tipo de armamento.

Finalizo con este curioso trino presidencial: “Solicito que todas las embajadas ayuden a promocionar y vender café elaborado, listo para el consumidor y exclusivamente colombiano”. Durante la vigencia del Pacto Mundial del Café, los embajadores nuestros en los países de la órbita soviética -que no eran miembros de ese acuerdo- ayudaban a realizar negocios de café a cambio de que compráramos vehículos fabricados tras la “cortina de hierro”. ¡El detalle es que ese sistema, presidente, finalizó en 1989 cuando el sistema de cuotas fue abandonado! En la actualidad, todo el café que Colombia produce, procesado o no, se vende, con notorio éxito, por los exportadores privados y la Federación de Cafeteros. Hay que pedirle al gobierno que no intente reparar lo que bien funciona.

Briznas poéticas. Un oxímoron de Shakespeare sobre el amor: “Rara confusión de la naturaleza, / caos sin forma, materia grave a la vez que ligera, / fuerte y débil, humo y plomo, / fuego helado, salud que fallece, / sueño que vela, esencia misteriosa!”.

Noticias Destacadas