OPINIÓN
Embarazo, ¿en realidad es un total cuento de hadas?
El embarazo es una etapa que muchas mujeres anhelan. Lo ven como el cumplimiento de una parte de sus proyectos de vida y una manera de consolidar la familia.
Hay muchas ilusiones alrededor de la gestación: el nombre del bebé, el imaginarse a quién se parecerá, cómo será su carácter y muchas más emociones que se desprenden de la maternidad. Pero a estos sentires, también está ligada la angustia, por ejemplo, el cómo garantizar su futuro y, en muchos casos, el preguntarse: “¿qué va a pasar con mi trabajo?”, “¿me voy a quedar sin empleo?”, “¿qué será de mi futuro profesional?”. Una mezcla de sentimientos que solamente una mujer en ese momento de la vida puede experimentar.
A veces, se observa solo como ese episodio romántico, pero el embarazo, y en especial el proceso del parto y el periodo después de este, son momentos de gran importancia y riesgos para las gestantes. Hasta el punto de que sus vidas pueden correr peligro, el cual se incrementa si hablamos de mujeres en condición de vulnerabilidad socioeconómica y/o madres niñas y adolescentes que necesitan de servicios de salud especializados o asistencias sociales.
En Bogotá entre el 2018, 2019 y 2020, se atendieron 244.700 partos en instituciones de salud. En el marco de la vulnerabilidad, para 2018 fueron 17.210 partos en régimen subsidiado y 5.022 de mujeres no aseguradas. Las madres gestantes y lactantes en estas condiciones suelen encontrar bastantes barreras de acceso a esos servicios de salud especializados y de asistencia social, y peor aún, pueden no recibir una prestación adecuada y de calidad durante la atención del parto.
En la preparación de nuestro último debate en el Concejo de Bogotá, tuvimos la oportunidad de conocer testimonios de mujeres que denuncian haber sido víctimas de malos tratos por parte del personal médico, presuntas negligencias, demoras en los procedimientos y falta de información. “Una de las enfermeras me dice: dele bien de comer al bebé porque si lo llega a matar, usted se va a la cárcel”, “a mí me tocaba hacerme una ecografía que era a las 12 semanas, por disponibilidad, no me la hicieron en el momento que era”, “una noche, una enfermera me trató muy feo sabiendo que uno no nace con el saber qué hacer en algún momento con el bebé y ya llegando a la casa, ya contándole a mi familia, uno llora porque uno recuerda ese trato y toda esa situación por la que pasó”, son algunas de las declaraciones.
Cabe señalar que estas barreras son mucho más notorias para el caso de las madres que viven en la ruralidad, siendo la más común su ubicación geográfica, dado que los centros de atención suelen quedar a una gran distancia de su lugar de residencia, lo que es más problemático si se considera que, frecuentemente, las vías están en pésimo estado y las dificultades de poder conseguir transporte público.
Respecto al embarazo en menores de edad o adolescentes, podemos decir que es una problemática de larga data en el Distrito y uno de los principales temas de salud pública que han dado pie a esfuerzos considerables por varias administraciones distritales para reducir su incidencia. Sobre el tema, la Secretaría de Salud entregó un consolidado de las mujeres gestantes y lactantes que habían sido atendidas durante 2020, de la cual destaca con preocupación que el embarazo en edad temprana en Bogotá se encuentra focalizado en las localidades de Ciudad Bolívar, Kennedy, Bosa y Usme. En esas mismas zonas, del total de madres entre 13 y 17 años 89,5 % solo cursaron primaria, 66,7 % no tiene ningún tipo de estudio y 63,5 % culminaron bachillerato.
Por otra parte, quiero resaltar los riesgos propios de la maternidad en general y uno de los indicadores que puede dar un panorama al respecto es el relacionado con la Morbilidad Materna Extrema (MME), pues tiene que ver con la situación en la cual la madre gestante casi muere durante su gestación, parto o en el periodo que sigue al parto, pero sobrevivió gracias a una atención oportuna y adecuada. Este indicador muestra que en 2020 hubo 5239 casos de MME de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud, cifra elevada que nos pone a reflexionar sobre la calidad e idoneidad de la prestación de los servicios.
Otro aspecto que puede acarrear inconvenientes en el proceso de maternidad, y que no es muy frecuentemente mencionado, tiene que ver con la salud mental pues según estudios académicos, 21,7 % de las mujeres sufren depresión y ansiedad durante el embarazo y, aunque no hay evidencia exacta, se podría considerar que la pandemia, que actualmente azota al mundo entero, podría incrementar estas complicaciones.
Con esto puesto sobre la mesa vale la pena preguntar, ¿será que el embarazo en realidad es un total cuento de hadas?
Sin duda alguna, la gestación es un momento único, pero no todo es color de rosa, y más, cuando las condiciones de vida son complejas. Por esta razón, es fundamental seguir trabajando por eliminar todas las barreras de acceso a los servicios de salud especializados, avanzar en la garantía de atención humanizada y de calidad, además, llevar un registro de las madres lactantes que acceden a servicios de asistencia social, el cual actualmente no existe. También, hay que tomar medidas que mitiguen la incidencia de la MME y reduzcan la mortalidad en niños menores de 1 año en el Distrito, así como reforzar o ubicar entre las prioridades, la ayuda o atención psicológica durante y después del parto.
Todo esto debe involucrar tanto al sector público como al privado, articulando a las EPS en general, y a las IPS especializadas en los trastornos de salud mental. También, requiere del trabajo intersectorial de todas las entidades del Distrito, con el objetivo de mejorar la oferta oficial de programas que busquen dignificar a la mujer durante el embarazo y en el periodo inmediatamente siguiente a este.