OPINIÓN

Encarcelamiento del Nobel Liu Xiaobo: mancha indeleble en la reputación de China

Su discurso "No tengo enemigos" es la mejor articulación de la lucha por la libertad en la China moderna.

Semana
11 de diciembre de 2012

Tres diciembres atrás, el profesor Liu Xiaobo fue juzgado y condenado a pasar 11 años en una prisión china. Su crimen fue ser el autor y promotor de la Carta 08, un manifiesto por la libertad de expresión, las elecciones democráticas y los derechos humanos en China.
 
Ese día en la corte las autoridades permitieron que Xiaobo realice una declaración pública. Su discurso, titulado “No tengo enemigos”, es la mejor articulación de la lucha por la libertad en la China moderna e ilustra muy bien por qué es tan merecedor del Premio Nobel de la Paz 2010.
 
La dictadura china no permitió a Xiaobo viajar a Noruega para la ceremonia de entrega del Premio Nobel del 10 de diciembre. Las autoridades chinas también pusieron a su esposa Liu Xia bajo arresto domiciliario. En lugar de un discurso de aceptación en Oslo, la declaración de Xiaobo el día de su condena en 2009 fue leída por el ícono del cine, el noruego Liv Ullman.

El texto completo de la declaración de Xiaobo se reproduce a continuación, como un recordatorio anual de la barbarie del régimen chino. Así como Vaclav Havel simbolizaba la lucha por los derechos individuales y la igualdad en Checoslovaquia, Liu Xiaobo representa la lucha por la libertad de expresión y de los derechos civiles y políticos en China. En estos momentos Liu Xiaobo es el único Premio Nobel en la cárcel.

Más de 100 premios Nobel escribieron al gobierno chino hace varios días protestando por el encarcelamiento de Liu Xiaobo. El Comité Internacional de Apoyo a Liu Xiaobo, que encabezó el esfuerzo, se compone en la actualidad de seis Premios Nobel de la Paz y 15 organizaciones no gubernamentales, entre ellas, Human Rights Foundation. Mientras continúe, el encarcelamiento de Xiaobo será una mancha indeleble en la reputación de China.

Le ruego enviar este artículo por correo electrónico, compartirlo en Twitter y Facebook, ayudar a distribuirlo, imprimirlo, y, sobre todo, leer el texto a continuación. La lucha por los derechos humanos en China puede parecer como una causa perdida debido a la crueldad de su gobierno, el poder de su economía, y la fortaleza de su aparato represivo. Sin embargo, para citar a Aleksandr Solzhenitsyn, premio Nobel que expuso la tiranía soviética, una palabra de verdad pesa más que el mundo entero.
 
No tengo enemigos: mi declaración final

Liu Xiaobo*

23 de diciembre de 2009

El punto de inflexión en mi vida, que comenzó hace más de medio siglo, ocurrió en junio de 1989. Hasta ese momento, yo era miembro de la clase del ’77, el primer curso en ingresar a la universidad luego de que los exámenes de ingreso universitarios fueron reintegrados tras la Revolución Cultural. De la licenciatura al máster y, luego el doctorado, mi carrera académica avanzaba viento en popa. Luego de recibir mis títulos, me quedé a dar clases en la Universidad Normal de Beijing. Como profesor, fui muy bien recibido por los alumnos. Al mismo tiempo, yo era un intelectual público, escribía artículos y libros que generaron revuelo durante la década de 1980, con frecuencia recibí invitaciones para dar charlas por todo el país, y en el extranjero fui invitado como profesor visitante en Europa y Estados Unidos. Lo que siempre me exigí a mí mismo fue que, como persona o como escritor, llevaría siempre una vida de honestidad, responsabilidad y dignidad. Luego de esto, regresé de Estados Unidos para participar en el movimiento de 1989. Debido a ello fui enviado a prisión por “el delito de propaganda contrarrevolucionaria e incitación”. Así perdí también a mi amado atril y ya no pude publicar ensayos o dar charlas en China. Simplemente por publicar puntos de vista políticos distintos y participar en un movimiento democrático pacífico, un maestro perdió su atril, un escritor perdió su derecho a publicar, y un intelectual público perdió la oportunidad de dar charlas en público. Esto es una tragedia, tanto para mí personalmente como para China, que ya ha visto treinta años de reforma y apertura.

Cuando pienso en ello, mis experiencias más dramáticas luego del 4 de junio están asociadas, sorprendentemente, a los tribunales: Mis dos oportunidades para dirigirme al público han sido proporcionadas por audiencias judiciales en el Tribunal Municipal Popular Intermedio de Beijing, la primera vez en enero de 1991, y nuevamente hoy. A pesar de que los crímenes con que me han acusado en las dos ocasiones tienen diferente nombre, su sustancia verdadera es básicamente la misma: son crímenes contra la palabra.
 
Veinte años han pasado, pero los fantasmas del 4 de junio aún no descansan. Luego de mi liberación de la prisión de Qincheng en 1991, yo, quien había sido llevado al camino de la disidencia política por las cadenas psicológicas del 4 de junio, perdí también el derecho a hablar en público en mi propio país y sólo podía hablar a través de los medios de comunicación extranjeros. Debido a esto, fui sometido a un seguimiento permanente, mantenido bajo vigilancia domiciliaria (de mayo de 1995 a enero de 1996) y fui enviado al programa de reeducación a través del trabajo (de octubre de 1996 a octubre de 1999). Y ahora otra vez he sido empujado al banquillo de los acusados por un régimen con mentalidad de enemigos. Pero todavía quiero decirle a este régimen, que me priva de mi libertad, que me atengo a las convicciones que expresé hace 20 años en mi “Declaración de huelga de hambre del 2 de Junio”: No tengo enemigos, no conozco el odio. Ninguno de los policías que me vigiló, me arrestó y me interrogó, ninguno de los fiscales que me acusó, y ninguno de los jueces que me juzgaron son mis enemigos. Aunque no hay manera de que pueda aceptar su vigilancia, detenciones, procesamientos y sentencias, yo respeto sus profesiones y su integridad, incluidos los dos fiscales, Zhang Rongge y Pan Xueqing, que ahora presentan los cargos en mi contra. Durante el interrogatorio del 3 de diciembre, pude sentir su respeto y su buena fe.

El odio puede erosionar la inteligencia de una persona y su conciencia. La mentalidad de enemigos va a envenenar el espíritu de una nación, incitar crueles luchas, destruir la tolerancia de la sociedad y la humanidad, y obstaculizar el progreso de una nación hacia la libertad y la democracia. Es por eso que espero ser capaz de trascender mis experiencias personales mientras analizo el desarrollo de nuestra nación y el cambio social; espero poder hacer frente a la hostilidad del régimen con mayor buena voluntad; y espero poder disipar el odio con el amor.

Todo el mundo sabe que fue la reforma y apertura que provocó el desarrollo de nuestro país y el cambio social. A mi juicio, la reforma y apertura comenzó con el abandono del “principio rector de la lucha de clases” que tenía la política pública desde la época de Mao, y con la instauración de un compromiso con el desarrollo económico y la armonía social. El proceso de abandono de la “filosofía de lucha”, fue también un proceso gradual de debilitamiento de la mentalidad de enemigos y la eliminación de la psicología del odio, y un proceso de extraer la “leche de lobo” que se había filtrado en la naturaleza humana (1). Fue este proceso el que proporcionó un clima de tranquilidad, en casa y en el extranjero, para la reforma y la apertura, con un gentil y muy humano terreno para la restauración de afectos mutuos entre las personas y la convivencia pacífica entre personas de diferentes intereses y valores, lo que estimula a la humanidad para que brote la creatividad y la restauración de la compasión entre nuestros compatriotas. Se podría decir que renunciar a la postura “anti-imperialista y anti-revisionista” en las relaciones exteriores y el abandono en el ámbito doméstico de la “lucha de clases” ha sido la premisa básica que ha permitido que la reforma y la apertura continúen hasta este mismo día.

La tendencia del mercado en la economía, la diversificación de la cultura y el cambio gradual en el orden social hacia el Estado de derecho se han beneficiado del debilitamiento de la “mentalidad de enemigos”. Incluso en la arena política, donde el progreso es más lento, el debilitamiento de la mentalidad de enemigos ha llevado a una creciente tolerancia del pluralismo social por parte del régimen y a una sustancial disminución de la persecución de los disidentes políticos. La designación oficial del Movimiento de 1989 también ha cambiado de “caos y alborotos” por “disturbios políticos”. El debilitamiento de la mentalidad de enemigos ha allanado el camino para que el régimen acepte gradualmente la universalidad de los derechos humanos. En [1997 y] 1998, el gobierno chino se comprometió a firmar los dos principales tratados internacionales de derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas (2), lo que indica la aceptación de China de los estándares universales de derechos humanos. En 2004, la Asamblea Nacional Popular (ANP) modificó la Constitución, estableciendo por primera vez que “el Estado respeta y garantiza los derechos humanos” y declarando que los derechos humanos se han convertido en uno de los principios fundamentales del Estado de Derecho en China. Al mismo tiempo, el actual régimen jurídico propugna las ideas de “poner a la gente primero” y “crear una sociedad armoniosa”, señalando así un progreso en el concepto de derecho de la ANP.

También he sido capaz de sentir este progreso a nivel macro a través de mi propia experiencia personal, desde mi arresto.

Aunque sigo manteniendo que soy inocente y que las acusaciones en mi contra son inconstitucionales, ha pasado más de un año desde que perdí mi libertad. Durante este tiempo me han encerrado en dos lugares diferentes, he sido sometido a cuatro interrogatorios de la policía, a tres de los fiscales, y a dos judiciales. Sin embargo, en el manejo de mi caso no me han faltado al respeto, irrespetado los plazos, ni han intentado extraerme una confesión con violencia. Su estilo ha sido moderado y razonable, y a menudo han mostrado buena voluntad. El 23 de junio, fui trasladado de una residencia bajo vigilancia domiciliaria al Centro de Detención Nº 1 del Buró de Seguridad Pública Municipal de Beijing, conocido como “Beikan”. Durante mis seis meses en Beikan he visto mejoras en la gestión penitenciaria.

En 1996, pasé tiempo en el viejo Beikan (ubicado en Banbuqiao). En comparación con el antiguo Beikan de hace más de diez años, el actual Beikan presenta una gran mejora, tanto en su “hardware” (las instalaciones) como en su “software” (la gestión). En particular, la gestión humana promovida en el nuevo Beikan, basada en el respeto de los derechos y la integridad de los detenidos, ha llevado a una gestión flexible que influye en todos los aspectos de la conducta de los funcionarios de prisiones, y ha encontrado expresión en las “transmisiones televisivas reconfortantes”, la “revista de arrepentimiento”, y la música antes de las comidas, al despertar y antes de dormir. Este estilo de gestión permite a los detenidos experimentar un sentido de dignidad y calidez, y despierta su conciencia hacia el mantenimiento del orden en la prisión y hacia la oposición a los matones existentes entre los reclusos. No sólo ha proporcionado un entorno de vida humana a los detenidos, sino que también ha mejorado el contexto de sus procesos judiciales respectivos y su estado de ánimo. He tenido contacto cercano con el funcionario del correccional Liu Zheng, quien ha estado a cargo de mi celda, y su respeto y cuidado hacia los detenidos podía verse en cada detalle de su trabajo, en cada una de sus palabras y acciones, que transmiten una sensación de calidez. Tal vez fue la buena fortuna que me permitió conocer a este sincero, honesto, concienzudo, y amable funcionario de prisiones, durante mi tiempo en Beikan.

Es precisamente a causa de tales convicciones y mi experiencia personal que creo firmemente que el progreso político de China no va a detenerse, y yo, lleno de optimismo, espero la llegada de una futura China libre. Porque no hay fuerza que pueda poner fin a la búsqueda humana de la libertad, y China al final se convertirá en una nación regida por la ley, donde reinan los derechos humanos. También espero que este tipo de progreso se pueda reflejar en este juicio mientras espero la decisión imparcial del tribunal, una decisión que resista la prueba de la historia.

Si se me permite decirlo, la experiencia más afortunada de estos últimos veinte años ha sido el amor desinteresado que he recibido de mi esposa, Liu Xia. Ella no ha podido estar hoy presente en la corte, pero todavía quiero decirte, querida mía, que creo firmemente en que tu amor por mí seguirá siendo el mismo que ha sido siempre. A lo largo de todos estos años que he vivido sin libertad, nuestro amor se ha llenado de amargura impuesta por circunstancias externas, pero cuando saboreo su recuerdo, sigue siendo infinito. Estoy cumpliendo mi condena en una prisión tangible, mientras tú esperas en la intangible cárcel del corazón. Tu amor es la luz del sol que salta por encima de estas altas paredes y penetra entre los barrotes de la ventana de mi celda, acariciando cada centímetro de mi piel, dando calor a cada célula de mi cuerpo, permitiéndome mantener siempre la paz, la apertura y la alegría en mi corazón, y llenando de significado cada minuto de mi tiempo en la cárcel. Mi amor por ti, por su parte, está tan lleno de remordimiento y pesar que a veces me hace tambalear bajo su peso. Soy una piedra insensata en el desierto, azotada por fuertes vientos y lluvias torrenciales, tan fría que nadie se atreve a tocarme. Pero mi amor es sólido y fuerte, capaz de perforar cualquier obstáculo. Incluso si me aplastaran hasta convertirme en polvo, usaría mis cenizas para abrazarte.

Querida mía, con tu amor puedo enfrentar mi juicio inminente con calma, sin remordimientos de las decisiones que he tomado y esperando el mañana con optimismo. Espero [el día] en que mi país sea una tierra con libertad de expresión, donde las expresiones de cada ciudadano sean tratadas con el mismo respeto, donde los diferentes valores, ideas, creencias y posiciones políticas […] puedan competir entre sí y coexistir pacíficamente; donde las opiniones de la mayoría y la minoría sean garantizadas por igual, y, en particular, donde las opiniones políticas que difieren de las que estén en el poder, sean plenamente respetadas y protegidas; donde todos los puntos de vista políticos se extiendan bajo el sol para que las personas elijan; donde cada ciudadano pueda afirmar, sin temor, sus opiniones políticas; y donde nadie pueda, bajo ninguna circunstancia, sufrir persecución política por expresar opiniones políticas divergentes. Espero ser la última víctima de la interminable inquisición literaria de China y que de ahora en adelante nadie sea incriminado por hablar.

La libertad de expresión es el fundamento de los derechos humanos, el origen de la humanidad, y la madre de la verdad. Estrangular la libertad de expresión significa pisotear los derechos humanos, reprimir la humanidad, y suprimir la verdad.

Con el ejercicio del derecho a la libertad de expresión que le confiere la Constitución, uno debería cumplir con la responsabilidad social de todo ciudadano chino. No hay nada delictivo en todo lo que he hecho. [Sin embargo], si se formulan cargos en mi contra por esto, no tengo ninguna queja.

Gracias a todos.

* Traducido al español por Alejandro Gutiérrez, investigador jurídico de Human Rights Foundation. La traducción está basada en la versión en inglés publicada por Human Rights in China y publicada originalmente en el n. 1, 2010, de la revista trimestral Foro de Derechos China, titulado “Libertad de Expresión a juicio en China”.
 
Notas del traductor:

(1) Los escritores en China suelen referirse al adoctrinamiento de la ideología de lucha de clases como “beber leche de lobo”, y a la ideología de la época de la Revolución Cultural como la “cultura de la leche de lobo”, porque habían convertido a los seres humanos en bestias depredadoras como el lobo.
 
(2) China firmó el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) en 1997, y lo ratificó en 2001. Firmó el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) en 1998, pero aún no lo ha ratificado.

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