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Entre golpes y contragolpes

Se ha vuelto a hablar de los golpes de Estado y se practican los contragolpes.

Julio Londoño
6 de septiembre de 2024

Hace años se pensó que América Latina se había liberado para siempre de los golpes de Estado, estableciéndose sólidamente la democracia. Tremenda equivocación. Venezuela ha tenido siempre la vocación del golpismo y los episodios que se presentan ahora son parte de esa ininterrumpida historia.

Colombia los sigue paso a paso mientras que diferentes sectores le exigen al presidente una actitud más severa después de la orden de detención de Edmundo González. Ante eso, nuestro país —para no quedarse solo— le pidió a México y Brasil que se le unieran para hacer un pronunciamiento al respecto y calmar las aguas.

Sin embargo, Lula da un paso adelante y otro atrás después de que fracasó su fórmula de repetir las elecciones y no ha definido bien su posición definitiva. López Obrador —a pocos días de entregar el poder— está, además, muy cerca de los Estados Unidos, con lo que no le interesa malquistarse.

Se expidió un comunicado conjunto en el que, siguiendo la tradicional jerga diplomática, los tres gobiernos expresaron “su profunda preocupación” por la orden de detención contra el candidato opositor. Nada más.

Con el golpe de Estado, ya que no es otra cosa la que ha sucedido en Venezuela, y ahora con la orden de detención del candidato ganador, Maduro poco a poco va dando pasos hacia el abismo. De ahí en adelante, cualquier cosa puede pasar.

A la ingenuidad de algunos estados de ofrecer asilo a Maduro y a su combo, se han agregado las especulaciones sobre una discreta salida del país de González y de Corina e incluso de la posibilidad de que soliciten asilo diplomático, como lo han hecho muchos allá.

Ese error garrafal no lo van a cometer y ya fue negado enfáticamente por el candidato ganador, ya que sería un gran triunfo de Maduro, que en esa forma “mataría dos pájaros de un tiro”. Por una parte, saldría de dos personajes incómodos dentro del país y, por la otra, estos quedarían desprestigiados frente a sus millones de copartidarios y ante la comunidad internacional que de corazón los ha acompañado.

Es curioso, pero de un tiempo para acá, y ahora con mayor razón dada la situación en Venezuela, en la que seguramente Maduro y su séquito continuarán con algunos altibajos en el poder, se ha vuelto a hablar en todo el continente de golpes de Estado de diferente índole.

No hay que olvidar que existen también contragolpes, en los que un jefe de Estado afirma que se está fraguando un golpe contra él, de parte de personajes de la política, periodistas, militares, curas, autoridades electorales, gremios o grupos políticos. Frente a eso se acude a la figura del “contragolpe” con grupos armados de bastones indígenas o rastrillos tridentes texanos, voluntarios, matones, guardias y fuerzas de choques, que defienden al gobierno.

En esas condiciones, el “contragolpe” se convierte en un golpe de Estado no fraguado por la oposición, sino por el mismo gobierno. Es una especie de “legítima defensa”.

Ya veremos cuál será el epílogo…

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