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Opinión

Epidemia de amor por Colombia

Es el momento de unir esfuerzos y voluntades para que se pueda derrotar la amenaza que muchos vieron venir, pero no creyeron que los afectaría; una ‘epidemia de amor por Colombia’ es la mejor receta para recuperar a este gran paciente que está herido en forma mortal.

David René Moreno Moreno
28 de agosto de 2023

Colombia debe despertar de este lamentable letargo en que nos ha inducido la izquierda y aún estamos a tiempo de rescatar esta gran nación. Este gobierno se ha propuesto acabar con el país para reinar, como lo haría el tuerto en el reino de los ciegos, y en este primer año de desaciertos ha logrado colocar a nuestra patria en cuidados intensivos. Lo paradójico es que el equipo encargado de mantenernos a flote continúa haciendo sus mejores esfuerzos para hundirnos hasta el cogote, siguiendo sus absurdas ideologías políticas.

Nos unimos o nos hundimos, es la disyuntiva que debemos enfrentar, donde la premisa que debe flamear en todas nuestras mentes, especialmente en estos tiempos aciagos, es la de la unión inmediata de todos nuestros esfuerzos y para lograr salir adelante debemos generar ‘una epidemia de amor por Colombia’, que permita rescatarla de las garras destructoras que la están asfixiando. Colombia unida puede derrotar la ideología enemiga de la verdadera paz, del orden, de la libertad y de la democracia, esa de la que tanto nos hemos preciado en el país y seguiremos defendiendo.

Nos tenemos que enfrentar a una estrategia ruin aplicada por el Gobierno en varios campos, como es la salud, donde hasta con desfachatez han manifestado públicamente, están al acecho de la posible quiebra de las principales EPS para entrar a funcionar como sistema de salud estatal, mientras se crea un verdadero estallido social con una crisis donde serán afectados varios millones de colombianos, especialmente los de más bajos ingresos.

En el campo de la seguridad la situación es mucho más compleja, pues los delincuentes tienen más derechos que los ciudadanos y en muchas regiones del país son los grupos delincuenciales los que están ejerciendo poder porque la autoridad del Estado se ha replegado; los delincuentes y los que entrarán a engrosar la lista de los mismos para recibir la extorsión que les ha prometido el Estado son los integrantes de las milicias que soportarán el régimen y, para completar, los narcotraficantes mantienen una lucha a muerte por el dominio territorial, asesinando indiscriminadamente civiles, soldados y policías.

Existe una gran diferencia entre dirigir y destruir. Para dirigir se requiere de un estadista, de un líder, persona preparada en muchas áreas, de prestancia moral, ejemplo de pulcritud y sobre todo que demuestre su amor por el país; este estadista se rodea de verdaderos expertos en temas que buscan el progreso y con ello mejorar las condiciones de vida de la población. Para esto se requiere que el estadista esté en pleno uso y goce de sus funciones y capacidades físicas y mentales, que tenga buena salud y la mente clara y productiva para la acertada toma de decisiones, pero que se encuentre al frente del puente de mando las 24 horas de los 365 días.

Para destruir es muy fácil; cualquiera que se rodee de suficiente poder para que soporte el régimen puede fácilmente ordenar las reformas que le imponga su ideología, con el único propósito de dominar un país. No importa si está en condiciones físicas y mentales aptas para ejercer el poder, si las decisiones afectan o no a la población, porque lo importante es imponer su voluntad y doctrina, buscando muchas veces la bendición legislativa para darle peso y sustento legal a sus intereses.

Con la propuesta de que los delincuentes reciban dinero para estudiar, sería excelente que el país tenga un alto nivel de desarrollo en el campo educativo, pero que se beneficien particularmente los jóvenes honestos, trabajadores y de ideales, quienes no tengan un prontuario de delitos que afectan a nuestra sociedad. Estos se merecen todo el apoyo.

Es de gran importancia que haya una importante inversión pública y privada para la investigación y la innovación, pero esto debe responder a una política pública estructurada y ambiciosa donde no tengamos, en un futuro cercano, profesionales y tecnólogos frustrados, como lamentablemente vemos el día de hoy en el país o lo que nos muestran las vivencias similares en países que desde hace varias décadas han caído en las redes de la dialéctica izquierdista.

Al tener a disposición de los políticos de turno la gigantesca ‘guaca’ de los billones del ADRES, sumado a la formidable fortuna de las arcas de la capital, les dará a estos la capacidad económica para permanecer en el poder por varios años.

Es el momento de unir esfuerzos y voluntades para que se pueda derrotar la amenaza que muchos vieron venir, pero no creyeron que los afectaría; una epidemia de amor por Colombia es la mejor receta para recuperar a este gran paciente que está herido en forma mortal. Todos somos parte de la solución.

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